Aleluya y miserere
Una vez hab¨ªa dos amigos, Pedro y Pablo; forofos incondicionales del Real Madrid. Pedro era de izquierdas y pesimista hasta los tu¨¦tanos, raz¨®n por la cual todos le llamaban Miserere. Pablo, de derechas y muy optimista, era conocido como Aleluya. A pesar de sus talantes opuestos y de las continuas discusiones en que andaban enzarzados, ambos se llevaban de maravilla.Tras el descalabro blanco del domingo frente a las huestes vallecanas, los dos acudieron a lamentarse ante Cibeles. Exhalaron mil suspiros y otros tantos juramentos. Miserere dijo a su amigo: "No podemos ir peor". Y Aleluya, alzando los brazos euf¨®rico, replic¨®: "?S¨ª podemos, colega!, levanta ese ¨¢nimo, hombre".
Al d¨ªa siguiente, comentando en una taberna el triunfal congreso del Partido Popular, Miserere musit¨®: "Qu¨¦ mal est¨¢ todo. La izquierda, desunida, es una jaula de grillos. Y la derecha ya no existe oficialmente; ahora se llama centro. ?D¨®nde est¨¢n los tuyos, d¨®nde los m¨ªos? Nuestras respectivas formaciones pol¨ªticas nos han abandonado".
Aleluya salt¨® como un cohete: "Mientes, Miserere y t¨² lo sabes. Espa?a est¨¢ plagada de cantautores. Y como todos ellos son progres, es evidente que pocas veces hubo en nuestra tierra tantos izquierdistas. En cuanto a la derecha, est¨¢ en su salsa, y el patriotismo tradicional arrasa."Numancia vuelve a renacer (1). Compostela, es decir Santiago y cierra Espa?a (2), est¨¢ ensoberbecida. Covadonga, representada por el coro de las monjas pelayas (3), ha iniciado la Reconquista de la m¨²sica y vende m¨¢s que el rock and roll. Amigo m¨ªo, alegra esa cara, porque en Espa?a empieza a amanecer, tanto por la derecha como por la izquierda". Ignorante de las tramas gregorianas, el pesimista pregunt¨®: "?Las monjas pelayas? ?Qui¨¦nes son esas se?oras?". El optimista, llev¨¢ndole a una esquina del bar, le susurr¨®: "Se trata de un secreto que muy pocos conocen. Son un grupo de matronas temerosas de Dios. Se llaman Celia, Te¨®fila, Rita, Mercedes, Esperanza, Luisa Fernanda y Loyola. Est¨¢n dirigidas por una hembra de altos vuelos, conocida como Norma. Te puedo asegurar que, si llueve tanto, se debe a las rogativas de esas piadosas mujeres".
Entonces, Miserere comenz¨® a gemir y a mesarse los cabellos: "Todo lo que dices es una trampa saducea para enga?arte a ti mismo y para levantar mi ¨¢nimo. Yo te aseguro que, al menos en Madrid, la izquierda est¨¢ atiborrada de meapilas; y la derecha, de traidores. Satan¨¢s se pasea por aqu¨ª como Pedro por su casa".
Aleluya, inundado de alegr¨ªa y beatitud, replic¨®. "Madrid, compa?ero, no es el infierno, sino el paraiso, y estamos rodeados de ¨¢ngeles, arc¨¢ngeles, serafines y querubines. Felipe II y Franco, es decir, El Escorial y el Valle de los Ca¨ªdos (4), sobrevuelan por nuestro cielo".
Miserere se puso a¨²n m¨¢s tenebroso. S¨®lo acert¨® a lamentar: "En eso tienes raz¨®n. Valdano ha sido destituido, precisamente, por un golpe franco, es decir, del general".
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