Valdano
Para los que somos madridistas en circunstancias dif¨ªciles, el despido de Valdano es una noticia angustiosa. Del Real Madrid hay en Catalu?a una imagen sorprendente, flatulenta, asociada a la reacci¨®n y, c¨®mo no, a los garbanzos: el ¨²nico club que en Catalu?a es m¨¦s que un club es el Madrid, revoltillo de enemigos seculares, vital plusval¨ªa para la pr¨¢ctica totalidad de catalanes. El d¨ªa que lleg¨® Valdano y los muchachos seminazis ensuciaron su nombre en las paredes, ese d¨ªa respiramos a fondo y ense?amos la pared pintada por ah¨ª. Luego, cuando en un anochecer solemne al Bar?a le metieron cinco goles con comp¨¢s, ¨ªbamos veng¨¢ndonos por los corrillos, a?adiendo: "...y democr¨¢ticos, adem¨¢s". Fuimos felices hasta el ¨²ltimo domingo: ¨¦se fue el d¨ªa en que Alfonso Uss¨ªa, heraldo de tanta anunciaci¨®n, sepultaba a Valdano con la prosa embarrada de un campo regado por Clemente. Mostr¨¢bamos ese art¨ªculo para que todos convinieran que est¨¢bamos en lo cierto, que Valdano era una suerte de entrenador transversal, m¨¢s all¨¢..., ?c¨®mo dicen ellos?..., m¨¢s all¨¢, s¨ª, de bander¨ªas.Valdano estaba convencido de que el f¨²tbol era un cuento. Y, en perfecta coherencia, ejerci¨® de cuentista. Lo bueno de ¨¦l, y yo lo ve¨ªa, se daba en la descripci¨®n de los movimientos, de los movimientos con ¨¦xito. ?l hablaba mientras en la pantalla un vendaval de jugadores blancos avanzaba en busca de su destino hasta rematarlo secamente de un zurdazo. Por supuesto, la prosa superaba a la vida: lo que en la televisi¨®n no era m¨¢s que una azarosa e informe sucesi¨®n de altercados encontraba sentido y belleza al contarlo. Por eso nos gustaba leer el f¨²tbol con ¨¦l. Leer el f¨²tbol es la ¨²nica manera de soportarlo.
Lo han echado y ya empiezo a escuchar una sucesi¨®n de analog¨ªas voluntariosas. Dicen que es el primero, que acab¨® le temps des c¨¦rises y viene el tiempo de los garbanzos... Yo qu¨¦ s¨¦ qu¨¦ excesos profieren por aqu¨ª.
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