El comportamiento humano, estudiado en ratones
Los genes del alcoholismo abren una l¨ªnea discutida de investigaci¨®n
La vieja cuesti¨®n sobre ratones y humanos era si un gen que produc¨ªa c¨¢ncer en los ratones provocar¨ªa la enfermedad en las perSonas. Ahora, la cuesti¨®n es, por ejemplo, si los genes que hacen que los ratones beban alcohol hasta caerse muertos tambi¨¦n llevar¨¢n al alcoholismo a los humanos.A pesar de las implicaciones sociales de la investigaci¨®n, varios cient¨ªficos est¨¢n utilizando ratones como modelos para estudiar la base gen¨¦tica del comportamiento humano. Investigan tendencias innatas de ratones con comportamientos como la pasi¨®n por el alcohol o una vena violenta instintiva. Tambi¨¦n a¨ªslan colecciones de genes de ratones que producen esos comportamientos. Despu¨¦s van a buscar genes similares en los humanos y, finalmente, ver si la gente que los tiene tambi¨¦n muestra una predisposici¨®n al comportamiento estudiado.Es la estrategia que se utiliza para buscar colecciones de genes que predisponen a ratones y humanos a enfermedades como el c¨¢ncer, la diabetes, las afecciones cardiacas y la tensi¨®n arterial alta. La diferencia estriba en que investigar las posibles ra¨ªces gen¨¦ticas del comportamiento humano es pol¨¦mico y hay quien opina que no se deber¨ªa hacer.
Los estudios de gen¨¦tica del comportamiento no han hecho m¨¢s que empezar. Solomon Snyder, neur¨®logo de la Universidad Johns Hopkins (EE UU), ha programado gen¨¦ticamente ratones para que produzcan tendencias extremadamente agresivas, aunque no para esta clase de investigaci¨®n. El afirma: "Normalmente, la gente ha dudado que el comportamiento complejo de los ratones se pueda relacionar con el de los humanos. Pero cuanto m¨¢s se analizan las cosas, m¨¢s cuenta se da uno de que no es tan exagerado".
Lee Silver, genetista molecular de la Universidad de Princeton comenta: "Hace cinco a?os, la gente dec¨ªa que aunque hubiera genes de inteligencia daba igual porque nunca los ¨ªbamos a encontrar". Pero ahora, seg¨²n Silver, con el trabajo con los ratones "vamos a encontrarlos".
"El asunto de los ratones trae cola", dice Robert Plomen, profesor del Instituto de Psiquiatr¨ªa de Londres. Recientemente ha recibido del Gobierno brit¨¢nico 2,5 millones de d¨®lares (325 millones de pesetas) para investigar la adicci¨®n y las enfermedades mentales de los ratones.
Los genetistas del comportamiento aducen varias razones por las que creen que es el momento adecuado para sus estudios. Seg¨²n ellos, en primer lugar, ha quedado claro que los ratones tienen esencialmente los mismos genes que los humanos, pero cambiados de sitio. Silver afirma: "Los genes humanos parecen tener un hom¨®logo en los ratones. No siempre hacen lo mismo, pero el tama?o del genoma del rat¨®n, tiene el mismo tama?o que el genoma humano".
Para simplificar todav¨ªa m¨¢s la conexi¨®n entre rat¨®n y humano, el proyecto federal Genoma Humano financia una avalancha de investigaciones que trazan mapas tanto de los genes humanos como de los genes de los ratones. Se facilita as¨ª el encontrar un gen en el cromosoma de un rat¨®n y divisar casi inmediatamente un gen igual en un cromosoma humano.
Los ratones tienen otra ventaja para la investigaci¨®n del comportamiento: los cient¨ªficos han dise?ado tendencias innatas y cada tendencia se da en ratones gen¨¦ticamente id¨¦nticos. Silver comenta: "Fij¨¦monos en el alcohol. Puedo observar la tendencia y decir exactamente cu¨¢nto beber¨¢ el animal -algunos beben moderadamente, algunos beben demasiado y algunos no beben ni una gota-".
M¨¢s de dos docenas de grupos de investigadores se han lanzado a este nuevo campo. Expertos como Wade H. Berrettini, de la Universidad Thomas Jefferson de Filadelfia, buscan genes que presdispongan a la adicci¨®n a la hero¨ªna. Silver tambi¨¦n investiga la adicci¨®n a la nicotina y la agresividad con ratones como modelo. John Crabe, de la Universidad de Oreg¨®n en Portland (EE UU), estudia el alcoholismo y la drogadicci¨®n. Otros se ocupan de enfermedades mentales. Plomen comenta: "Incluso en el caso de la esquizofrenia, no es imposible encontrar modelos en los ratones".Rasgos interesantes
Plomen explica: "Lo ¨²nico que hacemos es nombrar regiones gen¨¦ticas candidatas y luego las analizaremos en humanos". Si esos genes afectan o no al comportamiento en la gente, se descubrir¨¢ enseguida.'
La clave a la hora de utilizar ratones para encontrar esos genes, seg¨²n Silver, es encontrar una forma sencilla de valorar si un rat¨®n tiene un rasgo interesante o no. En el caso de la preferencia por el alcohol la prueba t¨ªpica es dar a los roedores dos botellas, una con alcohol y otra con agua, y ver cu¨¢nto bebe el animal de cada l¨ªquido.
"No estoy de acuerdo con la gente que dice que los genes lo son todo en los humanos", dice Silver. "Aunque haya una predisposici¨®n" eso s¨®lo significa que las probabilidades de tener una conducta son mayores. Todo lo que estos genes hacen es aumentar la predisposici¨®n. Y la conducta humana, en todo caso, tiene que estar bajo un n¨²mero enorme de influencias. Me irritan tanto los que dicen que todo es gen¨¦tica como los que dicen que nada es gen¨¦tica".
Algunos detractores dicen que los estudios gen¨¦ticos de la conducta son sospechosos ¨¦tica y cient¨ªficamente. Angela Creager, historiadora de biolog¨ªa molecular, est¨¢ preocupada por las implicaciones de algunos trabajos, como los estudios de genes que controlan la agresividad y la inteligencia. "Qu¨¦ tiene de bueno un conocimiento del que pensamos que s¨®lo se puede abusar", dice.
Vincanne Adams, antrop¨®loga m¨¦dica de Princeton, le preocupa que, si se encuentran los genes de la conducta, la gente que los tenga se convierta en paria. Adem¨¢s, dice que teme que los investigadores se distancien de las implicaciones ¨¦ticas de su trabajo porque estudian ratones.
Evan S. Balaban, becario en neurobiolog¨ªa experimental del Instituto de Neurociencias de San Diego, explica que la investigaci¨®n con ratones suena a muy ingenua porque ignora las interacciones complejas que ocurren entre miles de genes. Los cambios en un grupo de genes pueden afectar a la conducta s¨®lo de forma muy indirecta, pero los investigadores pueden presentarlos como si fueran los genes de la agresividad, por ejemplo.
Crabbe reconoce que no pueden pasarse por alto las implicaciones sociales de su trabajo. "Todav¨ªa no estamos cerca de algo de lo que se pueda abusar", dice. "Pero creo que, dentro de pocos a?os, lo estaremos. Se puede pintar un panorama de color de rosa o se puede pintar uno paranoico. No s¨¦ cu¨¢l es m¨¢s probable".
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