Mitin 'interruptus'
Sab¨ªamos que los m¨ªtines no se organizaban para que los fieles tuvieran contacto directo con sus lejanos l¨ªderes, sino para que el telediario de la Primera hiciese una buena conexi¨®n en directo. Los h¨¦roes de las listas cerradas viajaban a provincias escoltados por grandes caravanas solamente para ser retratados durante un par de minutos, a eso de las nueve y pico, por las c¨¢maras de Torrespa?a. Sab¨ªamos tambi¨¦n que cuando en la sala mitinera se encend¨ªa el piloto rojo que alertaba de la inmediata conexi¨®n con Madrid, la oratoria del l¨ªder no s¨®lo cambiaba radicalmente de argumento, razones, l¨®gica discursiva, narrativa, sino de tono, gestos, miradas, aspavientos. Todo en la gran sala era como un inmenso coitus interruptus.Cuando parpadeaba el sem¨¢foro de la televisi¨®n se hac¨ªa un tenso silencio. Las primeras filas recompon¨ªan la pose fotog¨¦nica, las due?as de esos muslos inmortalizados por Arcadi Espada tensaban las turbo-faldas, el p¨²blico de las esquinas estiraba el pescuezo como en los grandes c¨®rners, los extras situados dentro del exacto campo de visi¨®n de las c¨¢maras izaban ensayadamente sus pancartas y simbolorios, el jefe de la clac daba ¨®rdenes a los funcionarios de las luces y la fanfarria, el l¨ªder fing¨ªa toser mientras borraba a toda leche el sudor de la frente, titubeaba unos segundos (¨²ltimamente nanosegundos) y acci¨®n. Dentro del telediario.
Redacto en pasado porque ya no es as¨ª. Esta vez, el agotador y, castrante ritual del mitin interruptus por culpa del polvo cat¨®dico se ha multiplicado por tres. Durante la intervenci¨®n mitinera del l¨ªder ya no s¨®lo se trata de establecer conexi¨®n con el telediario de la Primera, sino de conectar en directo puro y duro, y con id¨¦ntico entusiasmo simulador, con los informativos de Marinas y Piqueras. Lo cual quiere decir que durante un discurso de apenas media hora nuestros oradores han de interrumpir brutalmente su discurso no una, tres veces. Y encima, para tres audiencias muy distintas. M¨¢s a¨²n. Sin saber nunca en qu¨¦ precisos instantes (y planos) del rollo mitinero se encender¨¢ el triple piloto rojo, dado que los informativos de nuestras cadenas generalistas, esclavizados por el aud¨ªmetro feroz, trabajan m¨¢s o menos la misma banda horaria y s¨®lo aspiran a machacar al rival.
Esta novedad audiovisual durante dos enormes semanas puede volver loco al l¨ªder m¨¢s pintado. En la ya vieja historia de las perversiones sexuales no se conoce el caso de alguien que haya superado tres coitus interruptus, tres, durante el acto, y tan distintos.Pero miento. Conozco a alguien as¨ª y se titula Aznar. Cuando el hombrecillo mitineaba en C¨¢ceres, no s¨®lo aguant¨® los cortocircuitos del triple piloto rojo con una flema que ¨²nicamente me atrevo a calificar de estremecedora, interrumpiendo sin vacilar la soflama que le echaba al personal, y d¨¢ndole a cada una de las tres cadenas el mensaje preciso; es que, encima, el cyborg conservador logr¨® la haza?a audiovisual de desmentirse en directo, en plan interactivo, de esas tremebundas declaraciones sobre los GAL que minutos antes del mitin le hab¨ªa hecho a Hilario Pino.
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