No es un ni?o
El presidente del Gobierno, en una entrevista aparecida el pasado d¨ªa 28 de enero, pide excusas por la corrupci¨®n y garantiza que no volver¨¢ a ocurrir. Con independencia del hecho de que se le puede otorgar credibilidad a esas palabras y confiar en que, efectivamente, nada semejante vuelva a ocurrir, esa afirmaci¨®n esconde un fondo que nadie deber¨ªa olvidar: no hay lugar para que un presidente del Gobierno pida excusas por la corrupci¨®n desde la presidencia del mismo.Intentar pedir perd¨®n por la corrupci¨®n es pretender hacerla pasar por algo consustancial e inevitable de la actividad pol¨ªtica, algo por lo que necesariamente ha habido que pasar. La corrupci¨®n, sin embargo, no es un error pol¨ªtico como puede ser, por ejemplo, elegir un determinado sistema sanitario u otro. Es, m¨¢s bien, la deslegitimaci¨®n, a todos los niveles, del sistema que la comete. El presidente garantiza que no volver¨¢ a ocurrir.
No son las garant¨ªas las que se han de a?adir aqu¨ª. ?stas en ning¨²n caso se pueden hacer pasar por un lema electoral. Son el punto de partida indudable que se le ha de presuponer a todo partido pol¨ªtico.
Aunque se confiase en las palabras del presidente, ¨¦stas no dejan de ser inquietantes. Parece no haberse percatado de que un Gobierno no puede seguir gobernando del mismo modo cuando la corrupci¨®n ha aparecido (al margen habr¨ªa que decir que la existencia de la corrupci¨®n fue discutida virulentamente por el actual Gobierno y ahora, como en la entrevista, es aceptada de manera expl¨ªcita).
Si un grupo de dirigentes pol¨ªticos comete el error de elegir el peor de los sistemas sanitarios, aun siendo muy grave y perjudicando a gran cantidad de gente, puede pedir excusas, ampararse en algunas circunstancias del momento para justificar tal decisi¨®n y ofrecer garant¨ªas de que en el futuro la elecci¨®n ser¨¢ otra. Su confianza como pol¨ªtico habr¨¢ quedado, eso s¨ª, mermada. No tiene comparaci¨®n con lo que ocurre en un caso de corrupci¨®n.
El que c¨®mete este delito se sirve de la confianza que los dem¨¢s han depositado en ¨¦l para que elija el mejor sistema sanitario, y no s¨®lo no se preocupa lo m¨¢s m¨ªnimo del mencionado sistema, sino que puede llegar a elegir conscientemente el peor si esto le va a asegurar beneficios econ¨®micos particulares. En este caso la confianza queda desintegrada en todas sus facetas. No hay lugar para la petici¨®n de perd¨®n ni para garanti-
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zar un comportamiento en el futuro. El presidente, con sus palabras, se quiere situar en el lugar del ni?o que ha hecho una trastada. El Gobierno no es un ni?o. Es desolador que se pida la misma reacci¨®n ante un caso de corrupci¨®n que ante un ni?o que un d¨ªa falt¨® a clase por jugar al f¨²tbol-
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