Un puente derrumbado, una econom¨ªa estancada y una Alemania en crisis de identidad
Las elecciones del 23 de febrero marcar¨¢n el rumbo de un pa¨ªs con una crisis industrial, infraestructuras deficientes y dudas sobre su papel en el mundo de Trump, Putin y Xi
![Alemania](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ILVAVB2XOFA55PCLBECEV66CIY.jpg?auth=5040edc43f7f9e0088afaf2057152afad3d85d9f7b25559109041b1e6fe34538&width=414)
![Marc Bassets](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fauthor-service-images-prod-us-east-1.publishing.aws.arc.pub%2Fprisa%2F77e7b3c3-f032-4be1-9b04-8d2f44667555.png?auth=743de4a55c2711401b95c7ca3206c9372e5d2c3a6ed91cc9bf3f9d64eec6d78a&width=100&height=100&smart=true)
Cuando en la madrugada del pasado 11 de septiembre se derrumb¨® el Carolabr¨¹cke, o puente de Carola, lo que qued¨® en ruinas fue algo m¨¢s que una infraestructura fundamental para la vida y el comercio en Dresde. Los escombros sobre el r¨ªo Elba a su paso por esta ciudad en la antigua Alemania Oriental eran los escombros de una imagen que Alemania tiene de s¨ª misma, y que proyecta hacia el mundo: el pa¨ªs de ingenier¨ªa punta, el de las infraestructuras impecables y el de autopistas, carreteras y trenes capaces de desempe?ar su funci¨®n b¨¢sica, transportar personas y mercanc¨ªas.
¡°Para muchos era como un chiste: ?no puede ser!¡±, recuerda Gunnar Klehm, veterano reportero del diario regional S?chsische Zeitung, en la redacci¨®n de su peri¨®dico con vistas al puente, mientras evoca aquella ma?ana de septiembre al conocer la noticia del derrumbe en el que, por fortuna, no hubo v¨ªctimas. ¡°?Qu¨¦ puede pasar despu¨¦s de que te caiga un puente? ?Que te caiga el techo en la cabeza? ?Y precisamente en Alemania, donde la calidad t¨¦cnica tiene un papel tan importante!¡±.
Alemania celebra el 23 de febrero elecciones legislativas anticipadas y en el pa¨ªs reina un ambiente de ¡°des¨¢nimo e inseguridad¡±, en palabras del economista Rolf Langhammer, del Instituto de Econom¨ªa Mundial de Kiel. Como si un puente metaf¨®rico ¡ªo un techo¡ª pudiese caer de repente sobre las cabezas de los alemanes. El profesor Langhammer echa mano a una palabra muy alemana, angst, que significa miedo, pero tambi¨¦n angustia y ansiedad: ¡°Muchos alemanes sienten angst ante la p¨¦rdida de su patrimonio y su bienestar, y esto contribuye, naturalmente, a la sensaci¨®n de inseguridad¡±.
Los sondeos electorales dan al democristiano Friedrich Merz como favorito, para suceder en la canciller¨ªa al socialdem¨®crata Olaf Scholz. Pero la gran novedad es que la extrema derecha podr¨ªa quedar en segunda posici¨®n: un terremoto electoral que amenaza el tradicional consenso alem¨¢n, aut¨¦ntico pilar de la identidad alemana tras la II Guerra Mundial. M¨¢s motivos para la angst. Otros pilares de esta identidad ¡ªla fortaleza econ¨®mica, la potencia de una industria que vive de las exportaciones globales y, s¨ª, tambi¨¦n la fiabilidad de sus puentes y la puntualidad de sus trenes¡ª se tambalean.
¡°Cuando las econom¨ªas ricas declinan¡±, escribe Wolfgang M¨¹nchau en su ¨²ltimo libro, ¡°los signos no son inmediatamente visibles. La gente sale algo menos, gastan algo menos, van menos de vacaciones, tardan m¨¢s en cambiar de coche. Los gobiernos, tambi¨¦n, empiezan a ahorrar. En unos a?os, se ven baches en la calle y carreteras cerradas¡±. El libro, en una larga tradici¨®n de diagn¨®sticos y vaticinios funestos sobre el futuro de este pa¨ªs, se titula Kaput. El fin del milagro alem¨¢n.
La primera econom¨ªa de Europa lleva estancada desde 2019 y en los ¨²ltimos dos a?os, el producto interior bruto se ha contra¨ªdo. M¨¢s preocupante es la crisis en industrias clave como la del autom¨®vil, desbordada por la competencia de China, rezagada en la carrera por el autom¨®vil el¨¦ctrico, y atemorizada por un mundo de aranceles y nuevas barreras al libre comercio.
¡°El fundamento sobre el que se construy¨® la identidad germano-occidental tras la II Guerra Mundial fue, ante todo, el ¨¦xito econ¨®mico¡±, explica Max Krah¨¦, cofundador del centro de reflexi¨®n Dezernat Zukunft. En las ruinas del nacionalsocialismo, el milagro de la posguerra permiti¨® a los alemanes mostrarse orgullosos de serlo, a?os antes de la ejemplar confrontaci¨®n con el pasado o la reunificaci¨®n de las dos Alemanias, otras se?as de la Alemania contempor¨¢nea. ¡°Por eso¡±, contin¨²a, ¡°el estancamiento es un problema de identidad. Es un estancamiento especialmente alem¨¢n y no general, puesto que Estados Unidos y otros pa¨ªses europeos como Espa?a, Portugal o Dinamarca crecen. Y por eso cuestiona precisamente el n¨²cleo identitario consistente en decir la econom¨ªa es lo que sabemos hacer¡±.
Y si no es la econom¨ªa, ?qu¨¦? Otros disponen del nacionalismo, pero en Alemania es tab¨² para una amplia parte de la ciudadan¨ªa, aunque son ideas que avanzan. La lengua tampoco vale: es compartida con Suiza y Austria, y est¨¢ lejos de la potencia internacional del espa?ol o el franc¨¦s (por no hablar del ingl¨¦s). ¡°Y la ciencia y la cultura no est¨¢n en su mejor momento¡±, dice Krah¨¦, ¡°y ni siquiera el f¨²tbol va bien¡±.
Ya hubo en Alemania otro momento similar a principios de los a?os 2000, cuando un n¨²mero de desempleados que lleg¨® a superar la barrera psicol¨®gica de los cinco millones aliment¨® una depresi¨®n colectiva y discusiones sobre la identidad de los alemanes. La ca¨ªda de la superestrella, se titulaba uno de los libros que se publicaban, ya en la ¨¦poca, sobre el fin del milagro alem¨¢n. El socialdem¨®crata Gerhard Schr?der liberaliz¨® entonces el mercado laboral y, aunque las reformas le costaron el cargo, dej¨® a su sucesora, la democristiana Angela Merkel, un pa¨ªs listo para unos a?os de prosperidad.
¡°Los 2010 fueron a?os de crecimiento y estabilidad para Alemania¡±, valoraba recientemente un pol¨ªtico democristiano cr¨ªtico con Merkel, ¡°pero este tiempo se desaprovech¨®¡±. ¡°Nada fracasa m¨¢s r¨¢pido que el ¨¦xito¡±, constata Josef Joffe, antiguo coeditor del semanario Die Zeit y docente en la Universidad de Stanford, convencido de que se necesita, en pol¨ªtica econ¨®mica y social, ¡°un Schr?der 2.0¡±.
El problema de Alemania es que los motores del bienestar est¨¢n averiados o directamente rotos. Uno de esos motores eran las exportaciones a China de productos que los chinos todav¨ªa no sab¨ªan fabricar, pero resulta que ahora los fabrican tan bien o mejor que los alemanes. El otro era la energ¨ªa barata que, procedente de Rusia, hac¨ªa funcionar la industria alemana, pero, tras la invasi¨®n de Ucrania en 2022, esta ventaja ha desaparecido tambi¨¦n. El tercero era la protecci¨®n militar de Estados Unidos, pero con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y su amenaza de retirar el paraguas, todo cambia, y Alemania se ha visto forzada a embarcarse en un complejo cambio de era con inversiones militares cuantiosas.
¡°Ahora Rusia amenaza a Alemania y Europa desde el este, Trump desde el oeste y China desde Asia¡±, resume Joffe. ¡°Alemania afronta dos retos existenciales. Primero, debe movilizar su agotada econom¨ªa. Y, segundo, reaprender a pensar estrat¨¦gicamente. Es decir, reconocer las nuevas amenazas y defenderse de ellas¡±.
En la era de los Trump, Xi Jinping y Vlad¨ªmir Putin, Alemania ¡ªsu vieja industria, su consenso, su democracia descentralizada y hecha de equilibrios y contrapesos, sus principios universales¡ª parece hecha para otra ¨¦poca. Otro mundo. ¡°Alemania y la Uni¨®n Europea han confiado con ingenuidad en un orden internacional basado en las reglas, sin tener en cuenta que ahora las grandes potencias quieren jugar a ping-pong con ella¡±, dice el economista Hans-Werner Sinn, expresidente del influyente instituto Ifo y autor de aquel ensayo titulado ?Puede salvarse todav¨ªa Alemania?. ¡°Es hora de que Europa se una no solo a la hora de imprimir moneda, sino tambi¨¦n de producir armas¡±.
La Alemania que en 15 d¨ªas acude a las urnas es el pa¨ªs que se reunific¨® con ¨¦xito tras la Guerra Fr¨ªa. El que sali¨® bastante indemne de la crisis financiera de 2008, aunque dej¨® un poso de resentimiento en el sur de Europa por sus pol¨ªticas de austeridad, y ahora la austeridad ¡ªel d¨¦ficit de inversiones que ha dejado puentes como el de Dresde y otras decenas por todo el pa¨ªs¡ª se le vuelve en contra. Es el pa¨ªs que en 2015 acogi¨® a un mill¨®n de inmigrantes en algunas partes de la sociedad, pero a?adi¨® una nueva angst que propulsa al partido de extrema derecha Alternativa para Alemania y amenaza con romper un dique que parec¨ªa perpetuo.
¡±Nos quedamos boquiabiertos cuando nos enteramos. Quince minutos antes hab¨ªa pasado un tranv¨ªa y una bicicleta tambi¨¦n¡±, se?ala en Dresde, arrasada por las bombas aliadas y reconstruida en la posguerra, una vecina que pasea por la orilla del Elba junto al Carolabr¨¹cke, que tambi¨¦n parec¨ªa perpetuo. ¡°Lo echamos de menos¡±. ¡°Derrumbes de puentes los hay en Italia, en Estados Unidos, en China¡±, puntualiza el economista Langhammer, de Kiel. ¡°El problema es que nunca hab¨ªamos tenido algo as¨ª en Alemania. Y entonces uno se pregunta c¨®mo puede ser que hayamos descuidado as¨ª nuestras infraestructuras¡±.
El alcalde de Dresde, Dirk Hilbert, declara a EL PA?S: ¡°Necesitamos m¨¢s dinero para mantener las infraestructuras, pero a escala municipal escasea¡±. Y apunta a una de las fallas del federalismo, un sistema que en muchos aspectos hace de Alemania una democracia m¨¢s avanzada que otros de su entorno, pero que crea conflictos de competencias y financiaci¨®n: ¡°Las ciudades y los municipios pueden invertir demasiado poco en las infraestructuras existentes, porque el Gobierno federal y los gobiernos de los estados les encargan tareas cada vez m¨¢s costosas sin proporcionarles la financiaci¨®n necesaria¡±.
R¨ªo arriba, hacia la frontera checa y por la Suiza sajona, se llega a Bad Schandau, a orillas del Elba. El temor a que se repitiese el accidente del Carolabr¨¹cke llev¨® en noviembre a cerrar el puente que conectaba ambas orillas y el pueblo qued¨® partido en dos. El ¨²nico modo de cruzar, en un d¨ªa g¨¦lido de enero, era dando un rodeo de decenas de kil¨®metros, o en barca.
¡°Es importante cuidar las infraestructuras¡±, dice Thomas Kunack, el alcalde, ¡°y hay quien, quiz¨¢, haya actuado de una manera algo taca?a¡±. Pero Kunack es optimista, y conf¨ªa en un pronto restablecimiento de la conexi¨®n. Usa la expresi¨®n que usaba la hoy denostada Merkel para expresar que Alemania podr¨ªa acoger a los refugiados y para decir, en el fondo, que en Alemania todo era posible si los alemanes se lo propon¨ªan. Tambi¨¦n superar la crisis actual, como sali¨® de otras: ¡°Wir schaffen das¡±. ¡°Lo lograremos¡±.
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