"?Qu¨¦ no nos llamen gallinas!"
Varias empresas espa?olas trabajan en la reconstrucci¨®n de Mostar entre m¨²ltiples dificultades
IGNACIO CEMBRERO- F¨¦lix Prudencio, el presidente,. de Demoliciones T¨¦cnicas, SA, (Detecsa), hizo una mueca de sorpresa cuando el abogado de su empresa, Francisco le propuso, hace, dos meses presentarse a un concurso para derribar o rehabilitar 58 edificios da?ados por la guerra que enfrent¨® a croatas y bosnio-musulmanes en la capital de Herzegovina hasta marzo de 1994. - Cobo hab¨ªa recibido d¨ªas antes una llamada telef¨®nica de Susana Men¨¦ndez, ejecutiva de Sirecox -una sociedad intermediaria-, anim¨¢ndole a concurrir a la licita ci¨®n convocada por la Administraci¨®n de la -Uni¨®n Europea (UE) que, en cabezada por el alcalde alem¨¢n Hans Koschnick, intenta poner. en funcionamiento Mostar. "?Que nos llamen cualquier cosa me nos gallinas!" ' le dijo a su jefe para convencerle.
Un edificio Detecsa acept¨® el consejo, se present¨® y fue se leccionada entre otras 12 empresas. Era as¨ª la tercera compa?¨ªa espa?ola, despu¨¦s de Masa, fabricante de tuber¨ªas, y la Confederaci¨®n de Empresarios de, Arag¨®n, elegida para participar en la reconstrucci¨®n.
A Cobo no le extra?¨® su designaci¨®n. "?ramos los m¨¢s baratos, acaso porque no pusimos ning¨²n plus por trabajar en zona de guerra", explica. El 24 de enero se firm¨® el contrato por 168 millones de pesetas, con un plazo de ejecuci¨®n hasta el 31 de julio, y empezaron los problemas. "Ya los hab¨ªa vislumbrado al ver lo que les cost¨® a croatas y musulmanes ponerse de acuerdo sobre la lista de casas a demoler", afirma; "cada bando quer¨ªa que se tiraran primero las que est¨¢n en el sector controlado por su adversario".Algunas difilcultades eran bastante esperadas. Para llegar desde el puerto de Split hasta Mostar hay que cruzar el r¨ªo Neretva, y los puentes que lo atraviesan est¨¢n destruidos o, si han sido reparados, s¨®lo pueden soportar veh¨ªculos ligeros. "Hay que dar unos enormes rodeos", advierte. Antes de acometer cualquier edificio, la brigada espa?ola, debe llevar a cabo, adem¨¢s, una inspecci¨®n electr¨®nica, y ocular para comprobar que no quedan municiones sin explosionar.
A los problemas previstos se a?aden los imprevistos. Alquilar un piso para vivienda y oficina o abrir una cuenta corriente en Mostar es un quebradero de cabeza."El banco cobra unas comisiones alt¨ªs¨ªmas por cada operaci¨®n, y en la Caja Postal parece ser que nuestro dinero no est¨¢ a buen recaudo", asegura Cobo. Al final, los; dineros de Detecsa han tenido que ser colocados en Metkovic, en Croacia, pero cerca ?te, la frontera con Bosnia-Herzegovina.
El acuerdo de paz de Dayton preve¨ªa que, a partir del 21 de enero, habr¨ªa libre circulaci¨®n entre los dos sectores de la ciudad, pero los hombres en edad militar siguen sin poder cruzar. Los alba?iles musulmanes no trabajan enfrente, ni viceversa. Detecsa inici¨®, sin embargo, sus obras en el derruido bulevar de la Revoluci¨®n Popular, que constituye la l¨ªnea de demarcaci¨®n, con la esperanza de que, cuando llegase la pausa del mediod¨ªa, croatas y musulmanes intercambiar¨ªan bocadillos o bebidas.
No les dio tiempo a intimar. Hace 12 d¨ªas, una enardecida muchedumbre croata atac¨® a Koschnick -tambi¨¦n rompi¨® un autom¨®vil de Detecsa- para protestar por el plan de reunificaci¨®n de la ciudad que hab¨ªa propuesto. La UE interrumpi¨® inmediatamente la ejecuci¨®n de los contratos vigentes. "Nos han: hecho la pu?eta", se queja Cobo.
Fernando Garc¨ªa de Le¨¢niz -de la Confederaci¨®n de Empresarios de Arag¨®n- tambi¨¦n se lamenta. Financiado por la UE, ha puesto en pie un coqueto centro de formaci¨®n profesional que quer¨ªa ser "un proyecto de integraci¨®n multi¨¦tnico". Musulmanes y croatas deb¨ªan estudiar, codo con codo, idiomas o inform¨¢tica, pero estos ¨²ltimos no. se matriculan porque no se atreven a pasar a? barrio musulm¨¢n.
Sin embargo, las aulas no se quedar¨¢n del todo vac¨ªas. El Bundestag (Parlamento alem¨¢n) les ha dado 17 millones de pesetas para un programa de formaci¨®n para el autoempleo de mujeres musulmanas. "Algo es algo", se consuela el empresario.
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