Aznar reba?a votos de los regionalistas para rentabilizar el reparto de esca?os
Los acuerdos de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar con dos formaciones regionalistas, el Par y Unidad Alavesa (UA), que no pensaban obtener esca?o en los comicios del 3 de marzo son su ¨²ltimo intento por reba?ar todos los votos disponibles del centro-derecha. La coalici¨®n, bajo las siglas PP, con el regionalismo aragon¨¦s y la retirada del foralismo alav¨¦s pretende rentabilizar al m¨¢ximo el sistema D'Hont impidiendo que estos votos -m¨¢s de 150.000 en 1993- se pierdan por el desag¨¹e del m¨¦todo electoral. Los c¨¢lculos m¨¢s optimistas indican un aumento de cinco esca?os para el PP como consecuencia del efecto multiplicador de esta operaci¨®n.Aznar crece, pues, a costa del colch¨®n que le queda para sumar su mayor¨ªa suficiente y gobernar sin dependencia de Pujol. De esta forma eleva su autoexigencia: si hace dos meses se situaba en los 165 diputados, ahora est¨¢ obligado a conseguir 170, cantidad m¨ªnima para alcanzar la mayor¨ªa absoluta, tras pactar con los dos grupos regionalistas que quedan vivos: Coalici¨®n Canaria (CC) y Uni¨®n Valenciana (UV), que se ha negado a un compromiso previo con Aznar. Los sondeos m¨¢s fiables otorgan a los dos juntos un m¨¢ximo cuatro esca?os.
El presidente del PP trata de deshacer el ovillo que los regionalistas han tejido a lo largo de dos d¨¦cadas. Los acuerdos con el Par, con el que gobierna en Arag¨®n, y con UA son el ¨²ltimo paso de una estrategia para aglutinar al disperso, y potente, voto regionalista. Estos pactos cierran una secuencia que comenz¨® al poco de llegar a la presidencia con otros regionalistas de raigambre: la Uni¨®n del Pueblo Navarro (UPN).
En Navarra ning¨²n partido obtiene por s¨ª solo mayor¨ªa absoluta, lo que ha impuesto la costumbre de que sea la lista m¨¢s votada la encargada de formar Gobierno. Una tradici¨®n s¨®lo rota en las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas de mayo, cuando los l¨ªderes de UPN consiguieron algo parecido a lo que parecen perseguir sus hermanos mayores en Espa?a: enemistarse con todo el resto del arco parlamentario. Los dem¨¢s partidos, entonces, se coligaron para formar Gobierno y dejar a los populares en la oposici¨®n.El biombo
El sarampi¨®n regionalista ha sido abordado de forma muy diversa por los sucesivos dirigentes del centro-derecha espa?ol. Manuel Fraga invent¨® la teor¨ªa del biombo. Seg¨²n esta, estrategia, el centro-derecha deb¨ªa articularse a trav¨¦s de varios partidos nacionales y regionales para que cada uno de ellos, como las hojas de un biombo, atrajera a un sector electoral distinto. Hombres suyos, enviados "en comisi¨®n de servicio", tomaron parte en la creaci¨®n de UV.Su primer sucesor, Antonio Hern¨¢ndez Mancha, se encontr¨®, tras el retroceso electoral de su partido, con el surgimiento de m¨¢s fuerzas regionalistas. En la direcci¨®n de AP se empez¨® a hablar entonces de resucitar la Confederaci¨®n Espa?ola de Derechas Aut¨®nomas (CEDA), el partido de Gil-Robles que protagoniz¨® el bienio negro en la Rep¨²blica. El remonte electoral tras el regreso de Fraga y la posterior elecci¨®n de Aznar acabaron con esa tentaci¨®n.
En realidad, el ¨¦xito de los partidos regionalistas est¨¢ directamente relacionado con la fortaleza o debilidad del centro-derecha estatal y con los grandes oleajes pol¨ªticos espa?oles. En los ¨²ltimos quince a?os, los regionalismos con representaci¨®n en el Congreso de los Diputados han agrupado entre los 300.000 y los 500.000 votos. Una sola excepci¨®n: las elecciones de 1982, en las que la gran marea socialista pulveriz¨® la presencia regionalista.
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