Cincuenta a?os de un genio cercano
Concierto homenaje 50 a?os deJazz
Tete Montoliu (piano), Gary Bartz (saxos alto y soprano), Tom Harrell (trompeta y fiscorno), Pierre Boussag¨²et (contrabajo) y Alvin Queen (bater¨ªa). Teatro Monumental.
Madrid, 9 de marzo.
Apenas un suspiro tard¨® Tete Montoliu en reconocer el teclado amigo en el escenario y ajustarse el fald¨®n de la chaqueta con impaciencia de orador con muchos temas por tratar. Despu¨¦s, dos manos blancas, sensatas y audaces al mismo tiempo, se dispusieron a seguir por en¨¦sima vez los consejos de un enorme coraz¨®n negro.Lo que vino a continuaci¨®n fue una llamada al recogimiento, a la concentraci¨®n en un mensaje puro, y esencial: solemnes acordes que insinuaron canciones tradicionales catalanas, retazos del blues que Tete se dedic¨® a s¨ª mismo y endiabladas invenciones mel¨®dicas en volandas de ritmos con ganas de sorprender, fueron los argumentos irrebatibles que el c¨¦lebre pianista catal¨¢n emple¨® en los primeros minutos del concierto homenaje que la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) le rindi¨® con motivo de sus 50 a?os de dedicaci¨®n al jazz.
A partir de ese momento la velada no fue a m¨¢s porque, sencillamente, el inicio hab¨ªa sido inmejorable. Tete Montoliu hab¨ªa entregado la historia musical de Catalu?a, la del jazz: y hasta la universal en un tiempo r¨¦cord amparado en una concisi¨®n magistral, como si supiera que en tiempos de informaciones ultracomprimidas y raudos cibernautas lo que se impone es condensar el m¨¢ximo de datos en el m¨ªnimo de espacio. Se antoj¨® un Federico Mompou vecino de Harlem, un Thelonious Monk con barretina, un Bud Powell mediterr¨¢neo, casi un Sorolla del piano; exquisito y ebrio de luz, dejando en el hueso idea tras idea con pantagru¨¦lico apetito.
La aparici¨®n en escena del contrabajista Pierre Boussaguet, dign¨ªsimo disc¨ªpulo del gran Ray Brown como evidenci¨® su sonido poderoso y el gusto por los glissandos, ir¨®nicos, son¨® a des pedida, a prematuro adios de la fascinaci¨®n que siempre produce el encuentro ¨ªntimo del creador con su herramienta ¨²nica.
El d¨²o se convirti¨® despu¨¦s en tr¨ªo con la bater¨ªa cantabile de Alvin Queen que, como Billy Higgins, luce una sonrisa perenne para recordar que para ¨¦l, la m¨²sica es una fiesta. La SGAE, salt¨¢ndose su propio lema-eslogan, hab¨ªa impuesto de antemano para el concierto un temario integrado por piezas firmadas por el homenajeado, a pesar de que Tete ha confesado a menudo que no se gusta particularmente como compositor.
Con esta previsi¨®n tan poco jazz¨ªstica desafiaron Montserrat, toda una declaraci¨®n de amor; Muntaner 83 A, basada en las armon¨ªas de la celeb¨¦rrima On green Dolphin street,- T'Estimo tant, un blues con su pizca de picard¨ªa; y Acuarela, sugerente alternativa al ?leo de Sonny Rollins.
Pero Tete encontr¨® en la segunda parte una, forma de saltarse el injustificado protocolo y dar un respiro a la espontaneidad. Gary BartIz y Tom Harrell se sumaron a la tripleta inicial para atacar cinco. piezas compuestas por Tete, la misma tarde del concierto, en colaboraci¨®n con cada uno de los miembros del quinteto.
La m¨²sica sin nombre result¨® ser un entretenido pretexto para mostrar las habilidades solistas de cada cual. Menci¨®n aparte merece la estremecedora, balada interpretada al fiscorno por Harrell, un m¨²sico excepcional cruelmente limitado por una enfermedad degenerativa nerviosa, pero colmado con todas las virtudes del poeta genuino.
Tete se despidi¨® radiante de su p¨²blico. Para entonces seguramente ni se acordaba de la llamativa derrota de su adorado Bar?a.
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