"Los secretos de verdad no se ponen por escrito"
En el traspaso de poderes de UCD al PSOE hubo muchas horas de charla y pocos papeles, seg¨²n Oliart y La¨ªna
![Miguel Gonz¨¢lez](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fddbddc3c-c44a-42bd-92a6-bfe243bd41e4.jpg?auth=884052354661878081b5abb0f7daf07371836e0609c3f6a734727284d2699e83&width=100&height=100&smart=true)
A las dos de la tarde del mi¨¦rcoles 10 de noviembre de 1982, el ministro de Defensa en funciones, Alberto Oliart, acudi¨® a la sede del PSOE, en la madrile?a calle de Santa Engracia, para comer con Felipe Gonz¨¢lez, al que su arrollador triunfo electoral de doce d¨ªas antes hab¨ªa convertido en presidente del Gobierno electo, aunque a¨²n no investido.La entrevista se prolong¨® por espacio de cinco horas. Hablaron del golpismo -se hab¨ªa desarticulado una trama que pretend¨ªa impedir la celebraci¨®n de las elecciones y estaba a¨²n reciente el Consejo de Guerra del 23-F-, de la composici¨®n de los Consejos Superiores de los Ej¨¦rcitos, del servicio secreto Cesid o de la OTAN, a la que Espa?a acababa de incorporarse con la oposici¨®n del PSOE.
Durante la sobremesa, Gonz¨¢lez pregunt¨® a su invitado qu¨¦ pol¨ªtico socialista consideraba m¨¢s id¨®neo para ocupar su puesto. "Me limit¨¦ a darle mi opini¨®n. Le dije que Serra ten¨ªa una importante experiencia de gesti¨®n municipal y que todos los militares con los que hab¨ªa coincidido hablaban muy bien de ¨¦l. Me prometi¨® que ser¨ªa el primero en conocer el nombre de mi sucesor", recuerda ahora Alberto Oliart, ¨²ltimo ministro de Defensa con UCD.
Tres o cuatro d¨ªas despu¨¦s, Gonz¨¢lez cumpli¨® su compromiso y le llam¨® para pedirle que recibiese a Serra. Oliart no s¨®lo le recibi¨®, sino que incluso le puso un despacho en el Ministerio de Defensa, cuando todav¨ªa era oficialmente el alcalde de Barcelona, y orden¨® a sus subordinados que le facilitaran lo que pidiera.
Durante los 35 d¨ªas que pasaron desde las elecciones del 28 de octubre hasta la toma de posesi¨®n del nuevo Gobierno, el 3 de diciembre, Oliart actu¨® en estrecha coordinaci¨®n con el PSOE y, a petici¨®n de Felipe Gonz¨¢lez, aplaz¨® por ejemplo la firma de la carta de intenciones de los cazas F-18, que acabar¨ªan comprando los socialistas.Tampoco cubri¨® el arzobispado castrense, vacante por jubilaci¨®n de su titular, pero dej¨® a Serra una lista de candidatos, de la que sali¨® el nuevo arzobispo.
Oliart recuerda muy bien aquellas semanas, porque para ¨¦l fueron especialmente dolorosas. El jueves 4 de noviembre, ETA lanzaba una provocaci¨®n brutal asesinando al general V¨ªctor Lago Rom¨¢n, jefe de la Divisi¨®n Acorazada Brunete, la m¨¢s importante del Ej¨¦rcito. Un d¨ªa despu¨¦s, fallec¨ªa en accidente de tr¨¢fico un hijo de Oliart, Alberto, al que no hab¨ªa podido acompa?ar debido a que el temor a un nuevo atentado le retuvo en Madrid.
La tragedia personal no impidi¨® a Oliart atender los requerimientos de un relevo ordenado. Por esas fechas, durante una cena en casa de Miguel Boyer, primer ministro de Econom¨ªa del PSOE, present¨® a Emilio Alonso Manglano y Felipe Gonz¨¢lez.
Discretamente, Boyer y Oliart se fueron a otra habitaci¨®n y dejaron solos, durante varias horas, al nuevo jefe del Gobierno y al director del Cesid, a quien Calvo Sotelo hab¨ªa nombrado 19 meses antes y a quien Gonz¨¢lez mantendr¨ªa en el cargo todav¨ªa 12 a?os y medio m¨¢s.
Una escena similar se repiti¨® semanas despu¨¦s en el propio domicilio de Oliart, donde los interlocutores fueron Manglano y Serra. El entonces ministro de Defensa no se arrepiente de haber propiciado estos encuentros y s¨®lo tiene palabras de elogio para el militar que, seg¨²n recuerda, tras el susto del 23-F, "dio la vuelta a la situaci¨®n y nos permiti¨® estar informados de los movimientos golpistas antes de que se convirtieran en amenazas".
Manglano fue, sin duda, la m¨¢s duradera herencia dejada por UCD al PSOE. Pero no la ¨²nica. S¨®lo en el Ministerio de Defensa, Oliart traspas¨® a su sucesor algunos de los que ser¨ªan sus m¨¢s cercanos colaboradores. Como Eduardo Serra, subsecretario con UCD y secretario de Estado con el PSOE, o los militares Ram¨®n Fern¨¢ndez Sequeiros, que lleg¨® a jefe de Estado Mayor del Ej¨¦rcito del Aire, Jes¨²s del Olmo, actual secretario general del Cesid, y Miguel Silva.
Las personas de confianza y las prolongadas charlas en la intimidad fueron mucho m¨¢s importantes que los papeles en el traspaso de poderes. "Secretos hab¨ªa muy pocos", admite Oliart. "Lo m¨¢s secreto hubiera sido la investigaci¨®n sobre la involuci¨®n, pero hab¨ªa quedado superada con el juicio sobre el 23-F".Tambi¨¦n era esencial conocer el perfil de los altos mandos militares, pero eso no figuraba en ning¨²n papel. "Yo segu¨ªa dando mi opini¨®n a Serra, siempre que me la ped¨ªa, cuando ya me hab¨ªa marchado del Ministerio. En Defensa, el traspaso empez¨® mucho antes y acab¨® mucho despu¨¦s de que se formara el Gobierno. Y no ocult¨¦ ni una coma", recuerda Oliart, quien no s¨®lo mantiene una cordial relaci¨®n con Serra, sino tambi¨¦n con los dos ministros posteriores: Juli¨¢n Garc¨ªa Vargas y Gustavo Su¨¢rez Pertierra.Francisco La¨ªna, ¨²ltimo director de la Seguridad del Estado de UCD, admite igualmente que no se entregaron muchos papeles a los socialistas. Pero subraya que se les cont¨® "hasta el ¨²ltimo detalle", especialmente sobre la lucha antiterrorista.Lo que pasa, explica, es que "los secretos de verdad, las cosas realmente delicadas, no se ponen nunca por escrito, porque corres el riesgo de que se sepan, por muchas medidas que tomes para evitarlo".Los contactos con otros pa¨ªses, la valoraci¨®n de los mandos policiales o las redes de confindentes fueron objeto de "tres o cuatro conversaciones a calz¨®n quitado", con su sucesor, Rafael Vera.
En la ¨²ltima reuni¨®n, el 15 de diciembre de 1982, el mismo d¨ªa en que ces¨® en el cargo, La¨ªna le explic¨® el, funcionamiento de los fondos reservados y le entreg¨® 30 millones de pesetas, casi el 10% de la partida anual, "para que pudiese atender algunos gastos fijos, porque el dinero del a?o siguiente no se recib¨ªa hasta final de enero".Aunque no tiene la seguridad de que ocurriera as¨ª, La¨ªna cree posible, como se ha dicho, que el entonces ministro Juan. Jos¨¦ Ros¨®n, fallecido en agosto de 1986, recomendara a Gonz¨¢lez el nombramiento de Barrionuevo.
Ros¨®n almorz¨® con el l¨ªder socialista en septiembre de 1982 en un restaurante de Madrid. Volvieron a reunirse los d¨ªas 8 y 12 de noviembre, inmediata mente despu¨¦s de las elecciones. Lo cierto es que, contra lo que se esperaba, el elegido no fue Carlos, Sanju¨¢n, sino Jos¨¦ Barrio nuevo, concejal de seguridad del Ayuntamiento de Madrid, a quien Ros¨®n conoc¨ªa de su eta pa como gobernador civil de la capital.
Durante 15 d¨ªas, La¨ªna despach¨® con Barrionuevo ya ministro, a la espera de su relevo. "Algunos gobernadores civiles", recuerda, "debieron esperar m¨¢s. No los cambiaron hasta entrado el nuevo a?o y hubo que pedirles que aguantaran, porque no era verdad, como dec¨ªa Guerra, que tuvieran tanta gente preparada".
"Todos ¨¦ramos conscientes", concluye, "de que ¨ªbamos en el mismo barco y hab¨ªa que conseguir que llegara a la otra orilla. En asuntos de Estado, como los que manejaba el Ministerio del Interior, no hay color pol¨ªtico ni concibo que se puedan tener reservas hacia las personas que van a asumir esa responsabilidad".
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