Los Quince debaten c¨®mo adaptar el Tratado de Maastricht a la 'Europa de los Treinta'
Los jefes de Estado o de Gobierno de los quince pa¨ªses de la Uni¨®n Europea (UE) llegan hoy a Tur¨ªn para cortar una cinta simb¨®lica: la que inaugura la Conferencia Intergubernamental (CIG) que debe reformar el Tratado de Maastricht a lo largo de un a?o, quiz¨¢ m¨¢s. Todos proclaman que su objetivo principal es adaptar las instituciones comunitarias para posibilitar su ampliaci¨®n al Este, pa¨ªses b¨¢lticos, Malta y Chipre, hasta un total de 27 ¨® 30 pa¨ªses. Pero nadie esconde que es precisamente este aspecto institucional de la reforma el que alberga m¨¢s pol¨¦mica. Otros objetivos, como el de impulsar la pol¨ªtica exterior com¨²n, concitan m¨¢s consenso inicial.
ENVIADO ESPECIALSi las divisiones internas lo permiten, el inicio de la CIG se centrar¨¢ en lanzar un mensaje pol¨ªtico a los ciudadanos europeos sobre la Europa que se pretende construir con esta reforma. Tendr¨¢ mayor o menor calado dependiendo de que los Quince logren presentar unas directrices concretas en un documento consensuado. Los representantes personales de los ministros de Exteriores discut¨ªan anoche el tenor del texto del mandato que se pretende dar a la CIG.Lo que ya est¨¢ claro es que, pese a los inevitables afeites redaccionales, el gran objetivo de la CIG es tambi¨¦n el que m¨¢s dificultades entra?a. La reforma institucional prevista supone establecer nuevos repartos y equilibrios de poder, y ante ello todo el mundo se agarra a la mesa. La clave es generalizar el voto por mayor¨ªa, t¨ªmidamente utilizado desde el Acta ¨²nica de 1986 que abri¨® paso al mercado ¨²nico, -la "Europa sin fronteras"- y dejar la unanimidad como excepci¨®n para cuestiones constitucionales y pocas m¨¢s. En caso contrario, una Europa de 30 miembros nunca podr¨¢ tomar decisiones.
Con matices, todos comparten este prop¨®sito, salvo el Reino Unido, que, de impedirlo, har¨¢ de ¨¦l su primer caballo de batalla. Pero si se logra vencer ese obst¨¢culo. ?D¨®nde se fijan los nuevos baremos para la mayor¨ªa cualificada? Los pa¨ªses grandes s¨®lo aceptar¨¢n renunciar a la unanimidad si se les dan m¨¢s votos proporcionalmente a su poblaci¨®n, como ha anunciado Francia y comparte discretamente Espa?a. Los peque?os, como los tres del Benelux, se resisten, aunque aceptar¨¢n alguna f¨®rmula intermedia. Un choque m¨²ltiple est¨¢ servido, que se extender¨¢ a los otros retos institucionales.
Como el n¨²mero de comisarios: ?Renunciar¨¢n los grandes a su cuota de dos? ?0 todos a no disponer de al menos uno? ?Es, eficaz una Comisi¨®n de 35 miembros? ?Es democr¨¢ticamente viable que la elija el presidente a su gusto? Tambi¨¦n suscita pol¨¦mica la "flexibilidad", como se conoce ahora a las distintas velocidades, y que arriesga, si no se acota, a actuar como disolvente de las pol¨ªticas comunes.
Pero si en lo institucional casi todo son interrogantes, en pol¨ªtica exterior "el movimiento es m¨¢s hacia la convergencia que hacia la divergencia", seg¨²n el responsable italiano de la CIG, Silvio Fagiolo. El s¨ªndrome de Bosnia-Herzegovina ha repercutido en las opiniones y en los Gobiernos, ahora m¨¢s decididos, a impulsar una acci¨®n exterior com¨²n. S¨®lo Londres se opone. Las soluciones -"abstenci¨®n constructiva", "consensus minus"- para consagrar el voto mayoritario son similares. Y. hay un acuerdo b¨¢sico sobre las necesidades de personificar esta pol¨ªtica y de establecer un instrumento de nueva planta que la dise?e, la "c¨¦lula de an¨¢lisis" com¨²n. Pero con consensos de partida o sin ellos, todos comulgan con una idea: la CIG que hoy se abre ser¨¢ ardua.
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