KohI, una asignatura pendiente para Aznar
Establecer una buena relaci¨®n y ganarse la confianza del canciller federal alem¨¢n, el democristiano Helmut Kohl (CDU), ser¨¢ una de las asignaturas que debe aprobar el futuro presidente de Gobierno espa?ol, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Tarea importante en la pol¨ªtica exterior espa?ola, si se tiene en cuenta el papel predominante de Alemania en la Uni¨®n Europea y las dificultades que se avecinan con la aplicaci¨®n del Tratado de Maastricht, y los criterios de convergencia para la entrada en la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria, de los que Espa?a no cumple ni uno en estos momentos.El presidente de Gobierno saliente, Felipe Gonz¨¢lez, resolvi¨® bien el problema y logr¨® en los ¨²ltimos 13 a?os una relaci¨®n excelente con Kohl. Los dos llegaron al poder casi al mismo tiempo, a finales de 1982, cuando Espa?a se esforzaba por conseguir el ingreso en la Comunidad Europea y los socialistas predicaban el "OTAN, de entrada no", que despertaba desconfianza en Bonn. Poco antes de la primera visita de Gonz¨¢lez a Alemania, un Kohl todav¨ªa suelto de lengua y no del todo curtido en el ejercicio del poder no se recataba en afirmar ante un grupo reducido de periodistas espa?¨®les: "No piensen ustedes que van a poder vender aqu¨ª las aceitunas sin contribuir a la defensa de Europa".
Las condiciones fijadas eran claras: no habr¨ªa Comunidad sin OTAN, y Gonz¨¢lez lo comprendi¨® a la perfecci¨®n. Muchos en el PSOE, incluido el entonces ministro de Exteriores, Fernando Mor¨¢n, que acompa?aba a Gonz¨¢lez en el viaje a Bonn, pensaron que el presidente de Gobierno hab¨ªa ido demasiado lejos al dar ante Kohl su apoyo a los planes del estacionamiento de misiles con armas at¨®micas en Europa.
Esa toma de postura y sobre todo conseguir algo que en Alemania se consideraba imposible, ganar el refer¨¦ndum a favor la OTAN, hicieron que Gonz¨¢lez se ganase para siempre el espeto de Kohl, quien se sorprendi¨® gratamente. el pragmatismo la habilidad del presidente de Gobierno espa?ol a relaci¨®n entre los dos qued¨® fortalecida m¨¢s a¨²n en los d¨ªas de la ca¨ªda del muro; cuando casi todos los dirigentes europeos contemplaban con horror la posibilidad de la unificaci¨®n alemana, y aplicaban el principio de "amo tanto a Alemania que prefiero que haya dos", Gonz¨¢lez no ces¨® de animar a Kohl a seguir adelante con el proyecto hist¨®rico de reunificar el pa¨ªs. Como ilustraci¨®n lo que pensaban los otros mandatarios europeos por aquellos d¨ªas baste una cita de las memorias de la primera ministra brit¨¢nica, Margaret Thatcher, tras una entrevista con el presidente franc¨¦s, Fran?ois Mitterrand: "Me pareci¨® que aunque no hab¨ªamos encontrado los medios, ambos compart¨ªamos al menos el deseo de someter a control la amenaza del monstruo alem¨¢n".
Kohl no olvida el apoyo de Gonz¨¢lez entonces y todo esto explica su excelente relaci¨®n con ¨¦l, expresada en el discurso de despedida en la reciente cumbre europea de Tur¨ªn (Italia). Al mismo tiempo, Kohl recuerda los sinsabores que le produjeron sus correligionarios espa?oles, precursores de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. El canciller alem¨¢n confesaba hace a?os tener clavada la espina del fracaso en el intento de crear un partido democristiano fuerte en Espa?a y reconoc¨ªa que la socialdemocracia alemana (SPD) hab¨ªa tenido un gran ¨¦xito con su apoyo decidido al PSOE. A Kohl, los democristianos espa?oles del inicio de la transici¨®n le parec¨ªan un hatajo de incapaces y por a?adidura hasta filocomunistas. As¨ª consideraba el canciller alem¨¢n a Joaqu¨ªn Ruiz Gim¨¦nez. La aventura se cerr¨® con un fracaso de la democracia cristiana en las primeras elecciones democr¨¢ticas espa?olas. Mientras el partido de Kohl, la CDU, apoyaba a los balbuceantes democristianos espa?oles, el partido hermano, los socialcristianos de Baviera, la CSU, no vacilaba en ayudar a Manuel Fraga y los siete magn¨ªficos de Alianza Popular, sin importarle su pasado franquista. Esta divisi¨®n de los democristianos alemanes, mientras el SPD apostaba del todo por el PSOE, contribuy¨® al fracaso de los posibles aliados de Kohl en Espa?a, cuando el hoy canciller no era m¨¢s que presidente de la CDU.
Ya al frente del Gobierno alem¨¢n, Kohl tuvo que soportar la defecci¨®n del partido de Fraga ante el refer¨¦ndum de la OTAN. Al canciller alem¨¢n le resulta inexplicable e inadmisible que en una cuesti¨®n de Estado, decisiva para la defensa de Europa en una ¨¦poca en que estaba en juego la supremac¨ªa sobre la Uni¨®n Sovi¨¦tica y el Pacto de Varsovia, un partido aliado adoptase una postura de oposici¨®n por intereses partidistas de pol¨ªtica interna. Aznar tendr¨¢ que superar estos antecedentes en la tarea de construir su relaci¨®n con Kohl, quien no olvida la actitud de Gonz¨¢lez al embarcar a su partido en la aventura de la OTAN, mientras Fraga desertaba.
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