Un odio sin miramientos
Deudas pendientes.
Si algo destaca en esta final es la cantidad de deudas pendientes, individuales y colectivas, que acumulan los dos finalistas. El Barcelona nunca ha sido campe¨®n, como tampoco lo ha logrado ning¨²n equipo griego. A¨ªto y Maljkovic se odian sin miramientos y el destino les ha colocado en bandeja la posibilidad de saciar su sed de venganza. lannakis y Jim¨¦nez, dos ilustres veteranos del baloncesto europeo, cuentan con una nueva oportunidad de superar la frustraci¨®n. Todos se encuentran ante el final de un largo y dif¨ªcil camimo. La cuesti¨®n radica en saber qui¨¦n deber¨¢ seguir peregrinando.
El peligro.
Tiene un nombre. Dominique Wilkins. El Panathinaikos es un equipo pasional y Wilkins es su term¨®metro. Si se le sujeta bien, los efectos para el Bar?a son triples. Uno. Reduce la capacidad ofensiva griega a la mitad. Dos. El ex NBA no resulta un dechado de racionalidad, por lo que existen grandes posibilidades de que se descentre si las cosas no le van bien, con el consiguiente perjuicio para su equipo. Tres. En un partido de estas caracter¨ªsticas, los dem¨¢s suelen acusar m¨¢s que nunca el observar c¨®mo su estrella no funciona.
El partido.
Ser¨¢ tan intenso como tortuoso. Una buena baza a favor de los azulgrana: la custodia de Wilkins puede tener varios nombres. Jim¨¦nez, Bosch, Karnishovas. Altos y con movilidad suficiente para defender al norteamericano donde m¨¢s da?o hace, en la posici¨®n de p¨ªvot bajo. El Bar?a deber¨¢ jugar lo m¨¢s friamente posible, sin dejarse llevar por ca¨®ticos derroteros, donde los griegos son expertos. Es mejor equipo que el Panathinaikos. S¨®lo hace falta, que no es poco, demostrarlo.
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