C¨²pula
"Cuando la prensa habla de anarquismo suele hacerlo en las p¨¢ginas de sucesos", comentaba un veterano de la CNT unos d¨ªas antes del estreno de Tierra y libertad, del irland¨¦s Ken Loach, filme que dar¨ªa paso a una ocasional y fr¨ªvola moda anarquista, inofensivamente retro, que culmina, por el momento, con las Libertarias, de Vicente Aranda. Dos dignos y honrados productos cinematogr¨¢ficos que han conseguido que los anarquistas, y sobre todo las anarquistas, al parecer mucho m¨¢s fotog¨¦nicas, hayan salido del gueto de las p¨¢ginas m¨¢s amarillas de la prensa, donde okupas e insumisos, que escriben anarqu¨ªa con k, aunque poco o nada saben de Bakunin o Kropotkin, protagonizan incruentos (por lo que a ellos respecta) enfrentamientos con los guardianes del orden establecido y de: la propiedad privada, privatizada y abandonada.El look retroanarquista, la espont¨¢nea y personal¨ªsima est¨¦tica miliciana, m¨¢s imaginativa y colorista que la parda uniformidad de los ej¨¦rcitos regulares; incluso su ¨¦tica, representada siempre como ut¨®pica y rom¨¢ntica, para presentarla como anacr¨®nica e inoperante, podr¨ªan dar origen a un nuevo g¨¦nero cinematogr¨¢fico, una saga de recios wersterns ib¨¦ricos y dom¨¦sticos, interpretados por tr¨¢gicos y emblem¨¢ticos h¨¦roes, magn¨ªficos perdedores, invencibles vencidos, pieles rojas reacios a quedarse en su reserva y a cambiar sus hachas de guerra por barricas de agua de fuego, generalmente de garrafa, vaqueros en paro que odian el alambre de espino y desprecian las fronteras y las marcas, justicieros solitarios que prefieren la justicia al orden, pero que no confunden la justicia con la ley.
Las milicianas anarquistas, sin maquillar, embutidas en monos y petos de sencillo y pr¨¢ctico dise?o (workers wear) o con improvisados e informales conjuntos (casual wear), con su pa?uelo displicentemente anudado al cuello y sus cabellos recogidos bajo simp¨¢ticos gorros cuarteleros, son el paradigma de una moda asequible, funcional, sorprendente y muy ponible, sobre todo cuando se la ponen bellas actrices y la iluminan expertos fot¨®grafos. Adem¨¢s, el look retroanarquista resalta el nuevo papel de la mujer, su reciente conquista de puestos de trabajo tradicionalmente reservados a los hombres y de un trato igualitario en las n¨®minas del desempleo..
Pero las palabras anarqu¨ªa y anarquismo, que no sus conceptos, salen tambi¨¦n a colaci¨®n en muchas entrevistas, realizadas a muchos y variopintos personajes de la cultura, las artes, las letras, las variedades; incluso de las altas finanzas y de la alta pol¨ªtica. As¨ª, un banquero pillado in fraganti con las manos en la caja se define como "anarquista de derechas" y dice que con su pillaje trataba de torpedear al sistema, o un pol¨ªtico profesional profesa en el anarquismo verbal cuando la jerarqu¨ªa de su partido le margina de las listas.
El compa?ero de la CNT cuya frase encabeza este art¨ªculo se queja de vicio y de costumbre. Es cierto que las manifestaciones, reivindicaciones, publicaciones y acciones, culturales o laborales, del sindicato no suelen despertar ning¨²n eco en los medios de comunicaci¨®n, en los que impera sobre el criterio informativo una democr¨¢tica regla pol¨ªtica, expl¨ªcita o impl¨ªcita, que reparte las p¨¢ginas o los espacios de informaci¨®n, entre las fuerzas pol¨ªticas representadas en el Parlamento, seg¨²n sus porcentajes. Desde ese punto de vista, la exclusi¨®n de la CNT parece obvia. Si no juegan no existen, o s¨®lo existen en las necrol¨®gicas, las efem¨¦rides o las p¨¢ginas amarillas de la cr¨®nica negra.
El s¨¢bado 13 de abril, v¨ªspera republicana, nada menos que "la c¨²pula de la CNT" (sic) accedi¨® a la primera, aunque modesta y emparedada, p¨¢gina de este' suplemento. Por supuesto, se trataba de un suceso, la c¨²pula al completo del sindicato hab¨ªa sido detenida por oponerse a un registro judicial, ordenado por una justiciera juez para investigar, no una conspiraci¨®n revolucionaria, ni un potente arsenal, ni el paradero de un peligroso terrorista, sino "unos documentos relacionados con un delito de injurias". Tremendo y reprobable delito de opini¨®n, malintencionada confusi¨®n entra la libertad de expresi¨®n y el libertinaje de la misma. Adem¨¢s, que yo sepa, la CNT no tiene c¨²pula, por mucho que se empe?en la juez, los polic¨ªas y los que titularon la noticia en estas p¨¢ginas.
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