"La ¨²nica soluci¨®n para crear empleo es reducir masivamente la jornada laboral"

Pregunta. El discurso oficial en la UE para acabar con el paro se centra en aumentar el crecimiento. Pero a este ritmo, se tardar¨¢ decenas de a?os.Respuesta. Hay una variante: lograr en un pa¨ªs determinado un amplio diferencial de crecimiento respecto de los dem¨¢s. Es un espejismo idiota. Con la globalizaci¨®n econ¨®mica ya no est¨¢ al alcance de ning¨²n gobierno en solitario. El crecimiento es un dato, no una variable. El gran obst¨¢culo son los tipos de inter¨¦s, cuyo mecanismo es mundial, con variaciones nacionales s¨®lo marginales. Y la actual revoluci¨®n de la informaci¨®n, de las m¨¢quinas contables, es tan veloz que suprime empleos m¨¢s r¨¢pidamente que los crea.
P. Siempre sucede en una primera fase de cambio tecnol¨®gico; luego, en una segunda, se recupera.
R. Lo esperamos, pero no estamos seguros. Frente a las otras dos grandes revoluciones industriales -del vapor y de la electricidad y la qu¨ªmica- la actual posibilita que las m¨¢quinas conceptualicen. Destruye empleo donde ¨¦ste se cre¨ªa m¨¢s seguro, en actividades donde el cerebro humano se supon¨ªa irreemplazable.
P. ?Hay otras v¨ªas?
R. No lo es la subvenci¨®n a ciertas categor¨ªas de creaci¨®n de empleo. Hemos subvencionado la oferta, reduciendo las cargas sociales de las pyrnes. Aunque la ayudes, una empresa no recluta a quien no necesita.
P. Queda el apoyo a la demanda.
R. ?El paro juvenil se convierte en intolerable? Pues se da prioridad a la contrataci¨®n de j¨®venes. O de parados de larga duraci¨®n. As¨ª s¨®lo se agrava la dureza de la vida de los dem¨¢s, invertir la cola de espera de los parados. La ¨²nica soluci¨®n es cambiar el reparto del volumen total de horas de trabajo anuales ofrecidas entre un mayor n¨²mero de cabezas. Reducir masivamente la jornada.
P. Lo contrario de la idea cl¨¢sica de trabajar m¨¢s para crecer m¨¢s y generar m¨¢s empleo.
R. No invento nada. Keynes ten¨ªa raz¨®n en 1930, en su art¨ªculo de The Times, "La Econom¨ªa pol¨ªtica de nuestros nietos", o sea, de nosotros. Escribi¨® que antes de fin (le siglo bastar¨ªa trabajar tres horas por d¨ªa o tres d¨ªas por semana para satisfacer las necesidades de la humanidad. El paro actual es el abismo entre lo que Keynes previ¨® sobre el ritmo de la evoluci¨®n del progreso t¨¦cnico y nuestra capacidad de organizaci¨®n social para repartir el trabajo en funci¨®n de ese progreso. Para ¨¦l, si estuvi¨¦ramos trabajando tres d¨ªas por semana, no habr¨ªa paro.
P. Los trabajadores se resisten a reducir jornada si pierden salario. Los sindicatos son de empleados, no de parados.
R. Es normal. Los salarios se han doblado en la UE desde los a?os 60, pero tambi¨¦n ha aumentado el consumo y la parte disponible de su ingreso ha decrecido y han aumentado mucho las desigualdades. Yo soy socialdem¨®crata, no admito que los pobres, los asalariados peque?os y medianos, sean siempre los primeros llamados a ejercer la solidaridad con los parados. Si los asalariados pierden mucho, adi¨®s al proyecto, porque una reducci¨®n general de la jornada s¨®lo es posible si la exige una mayor¨ªa y s¨®lo la exigir¨¢ si no le perjudica.
P. Entonces, la reducci¨®n horaria destruye la competitividad de las empresas, y luego, el empleo existente.
R. Estamos en plena mundializaci¨®n. Los europeos competimos con pa¨ªses que producen igual de bien que nosotros, con costes laborales del 10% de los nuestros y sin protecci¨®n social. Pero yo no soy pesimista. Las balanzas de pagos de la UE son excedentarias. Nosotros les vendemos, con nuestros sat¨¦lites y Airbus y su comercializaci¨®n, m¨¢s horas de trabajo que ellos con sus camisetas. No caigamos en el p¨¢nico. Pero tampoco aceleremos el proceso de competencia, que ya va muy deprisa. Ello nos obliga a no agravar las cargas empresariales. Por tanto, no cambian los datos b¨¢sicos de la competitividad extema europea.
P. ?Qui¨¦n financia pues la operaci¨®n, el Estado?
R. El Estado -agrupando las instituciones de la Seguridad Social y las del seguro de desempleo, p¨²blicas o privadas- exhibe d¨¦ficit por todas partes. No puede aumentarse. Pero el tratamiento social del desempleo cuesta horriblemente caro. Los Costes del seguro de desempleo, prejubilaciones y prestaciones sanitarias a los parados que no cotizan han desbordado el 4% del PIB a nivel europeo. Una proyecci¨®n cautelosa para toda la UE arroja una estimaci¨®n de 350.000 millones de ecus al a?o [56 billones de pesetas]. El corolario es sencillo: si el paro se reduce masivamente, el ahorro p¨²blico ser¨ªa gigantesco. Existe ya un enorme dep¨®sito: hoy se utiliza para financiar el desempleo. Debemos cambiar su finalidad, para que financie el empleo, afectando para ello buena parte de esos fondos a la reducci¨®n del tiempo de trabajo.
P. ?Qu¨¦ mecanismo propone?
R. La primera hip¨®tesis era la subvenci¨®n del Estado o la Seguridad Social a quien redujese la jornada. Pero era demasiado complicado. Adem¨¢s, es tan decisivo crear empleos nuevos como evitar la destrucci¨®n de los existentes. Optamos pues por un cambio de tarifaci¨®n sobre las cotizaciones sociales: destinar el dep¨®sito de los 350.000 millones a financiar ese cambio de tarifaci¨®n, por el cual las cargas sociales sobre una jornada semanal se reduzcan en un ecu (160 pesetas) por hora para las 32 horas y aumenten en cuatro ecus (640 pesetas) las cotizaciones correspondientes al n¨²mero de horas trabajadas por encima de las 32.
P. Muchas empresas no se animar¨¢n.
R. La que opte por no reducir su horario ni por ampliar plantilla seguir¨¢ pagando la misma deuda social. Pero todas entender¨¢n que les interesa. Por tres razones: a menos horario, menos absentismo; a menor fatiga, mejoras marginales de la productividad; y, sobre todo, la posibilidad de reorganizar por completo el proceso productivo. Es dif¨ªcil reorganizar de golpe en situaci¨®n normal, porque los trabajadores se resisten, pero no si ¨¦stos est¨¢n a favor. Y los trabajadores ser¨¢n los primeros en entender lo beneficioso que es trabajar menos por la misma paga.
P. C¨®mo funcionar¨ªa el sistema?
R. Una reducci¨®n media de la jornada semanal a 34 horas supondr¨ªa un ahorro del 28% de gastos sociales, suficiente para cubrir el coste de contrataci¨®n de un 10% m¨¢s de empleados. La Seguridad Social recuperar¨ªa la mitad del menor ingreso gracias a las nuevas cotizaciones de ese 10% y al menor gasto en seguro de desempleo. Para recuperar la otra mitad deber¨ªa generarse otro 10% de nuevos empleos gracias al aumento de productividad generada por la posibilidad de una completa reorganizaci¨®n de las unidades de producci¨®n, realizada de una sola vez. Pero cada empresa decidir¨¢ c¨®mo reparte la nueva renta aflorada por la rebaja de los costes sociales, entre su simple aumento de productividad, y la ampliaci¨®n de plantilla. Es una variable impronosticable, pero parece sensato prever que en conjunto ese reparto sea del 50%-50%.
P. Es m¨¢s f¨¢cil reducir jornada en el proceso industrial cl¨¢sico que en los de alto valor a?adido t¨¦cnico o intelectual.
R. Nadie estar¨¢ obligado. El trabajo "no reemplazable" seguir¨¢ igual. Pero eso no rompe el esquema. En Francia hay 18 millones de asalariados. Restados los tres millones de funcionarios y los cinco millones del sector "irreemplazable", quedan 10 millones en el segmento de "trabajo repetitivo". Si se le aplica el baremo m¨ªnimo del 10%, se crea un mill¨®n de empleos. Y con el m¨¢ximo, dos millones. Aparte de frenar la destrucci¨®n de 600.000 empleos anuales.
P. Atenta contra el mito calvinista del valor trabajo, la base del progreso y bienestar europeos.
R. El bien m¨¢s preciado de nuestras sociedades no es el trabajo. Es la libertad y la democracia, valores inventados por los atenienses, que pretend¨ªan acabar con el trabajo, y lo hicieron encomend¨¢ndolo a los esclavos. El sue?o socialista de sustituir la esclavitud del trabajo humano por el trabajo de la m¨¢quina puede cumplirse. El trabajo en s¨ª no es un valor. S¨ª lo es, en cambio, el esp¨ªritu de creaci¨®n profesional. La liberaci¨®n de horas para la cultura y la creaci¨®n art¨ªstica, para la formaci¨®n y el deporte, para la sexualidad y la comunicaci¨®n, para la vida de ciudad-cambiar¨¢n el concepto de vivir.
P. Antes del G-7 de Lille le explic¨® a Alain Jupp¨¦ el planteamiento. ?C¨®mo reaccion¨®?
R. Qued¨® turbado. Sabe que es una buena idea, que no hay muchas otras en el mercado y que puede funcionar. Pero va firmada por la izquierda, y propugna una gigantesca revoluci¨®n de civilizaci¨®n que no est¨¢ en los valores de la derecha.
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