Un esfuerzo de comprensi¨®n
D¨ªgase lo que se quiera del catalanismo, la ¨²nica queja que, con respecto a ¨¦l, no puede hacerse es decir que no se explica a s¨ª mismo con asiduidad capaz de superar tenaces incomprensiones. El libro del Club Arnau de Vilanova [Para entendernos. Los grandes temas del debate Espa?a-Catalu?a. Editorial Ariel] presenta un elenco de las cuestiones m¨¢s debatidas entre Madrid y Barcelona y lo hace desde una perspectiva lnequ¨ªvocamente nacionalista. Ese es un primer rasgo que en la capital del Estado, en que pululan curanderos habituados a complicar incluso las cuestiones que tienen soluci¨®n, debiera tenerse en cuenta. Existe una minor¨ªa de catalanes que se consideran a s¨ª mismos ante todo como espa?oles; otro sector m¨¢s amplio siente -sentimos- a Catalu?a como una naci¨®n, pero tambi¨¦n a Espa?a, sin que ello nos parezca incompatible. El nacionalismo de m¨¢s estricta observancia considera que Catalu?a y Espa?a son dos naciones distintas que conviven en un Estado.Es esta mentalidad la que predomina en este libro y eso explica gran parte de su contenido. Casi un tercio del mismo est¨¢ dedicado a la idea de naci¨®n y a la justificaci¨®n de la conciencia que de la propia tienen los nacionalistas a partir de criterios hist¨®ricos al menos tan justificados como los relativos a Espa?a. Otras dos partes se refieren a dos cuestiones claves en la reivindicaci¨®n catalana, la econ¨®mica y la ling¨¹¨ªstica. Respecto de la primera, se solicita para la Generalitat no s¨®lo una mayor generosidad en la financia ci¨®n, sino tambi¨¦n la, posibilidad de desarrollar una pol¨ªtica econ¨®mica propia. Respecto de la cuesti¨®n de la lengua, el texto del libro rebosa de indignaci¨®n contra las quejas por la pol¨ªtica de inmersi¨®n y presenta un pliego de cargos por la situaci¨®n de determinados medios de comunicaci¨®n catalanes (en especial, prensa y televisi¨®n). De no ser por la si tuaci¨®n pol¨ªtica exisitente, es imaginable que algunos de los mastines de la derecha se lanzaran a dentelladas sobre partes del texto.Alg¨²n autor, en efecto, presenta el peligro asimilista como el de una Serbia amenazadora ante una Catalu?a indefensa o justifica "lesionar m¨ªnimamente los derechos individuales", en materia de lengua, ante los de car¨¢cter colectivo.
Todo eso tiene el m¨¦rito de la sinceridad, aunque resulte muy discutible. Lo que me parece m¨¢s valioso del libro es, sin embargo, la voluntad de acuerdo que transpiran algunos textos. Candel, por ejemplo, hace un elogio de la Catalu?a mestiza, de su capacidad de integrar y tambi¨¦n de respetar y conseguir el respeto de los dem¨¢s, que constituye un ejemplo de inteligencia y sensibilidad. Rubert de Vent¨®s, con esa lucidez parad¨®jica que le caracteriza, se pregunta sobre qui¨¦n debiera tumbarse en el div¨¢n del psicoanalista, Espa?a o Catalu?a. Creo que acierta plenamente al asegurar que debe ser la primera.
El problema de la relaci¨®n entre Madrid y Barcelona -cultural antes que pol¨ªtico- consiste en definir un patriotismo de la pluralidad, un concepto radicalmente nuevo de Espa?a que haga compatibles sentimientos y sensibilidades distintos y nos lleve de la simple convivencia a la fraternidad. Quiz¨¢ m¨¢s a¨²n que en la Constituci¨®n, quien quiera hacerlo encontrar¨¢ los mimbres para ese cesto en la lectura de Maragall o de Espriu.
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