Medio millar de vecinos y 50 polic¨ªas se enfrentan a golpes en un desahucio

Ocho vecinos heridos, otros tres detenidos -entre ellos, un dirigente del barrio- y una polic¨ªa apu?alada. As¨ª concluy¨® ayer el desahucio de una familia de Fuenlabrada (160.500 habitantes) que ha perdido su piso por una deuda de s¨®lo 600.000 pesetas contra¨ªda hace 15 a?os. El sangriento enfrentamiento se desat¨® cuando 50 agentes, armados con porras y amparados por una orden judicial, cargaron con contundencia contra medio millar de personas, la mayor¨ªa ni?os y mujeres, que -en solidaridad con la familia desahuciada- les cerraban el paso desde primera hora al portal del n¨²mero 54 de la calle de Lima, en el barrio de trabajadores de La Avanzada. La acci¨®n policial suscit¨® la protesta del alcalde de Fuenlabrada, del PSOE, quien considera que los vecinos han sido v¨ªctimas de una estafa y que ha abierto negociaciones con la constructora para encontrar una soluci¨®n al problema una vez agotada la v¨ªa judicial (este jueves se espera un nuevo desahucio en la finca).El enfrentamiento de ayer se desencaden¨® a las once de la ma?ana, cuando 30 antidisturbios descendieron de sus furgones en la calle de Lima. Los vecinos formaban una pi?a alrededor del portal donde se encontraba el alba?il Juan de Pablo, su mujer y sus tres hijos. Siete d¨ªas antes hab¨ªan logrado frenar el primer desahucio y ayer estaban dispuestos a repetir. Luc¨ªan en la solapa una paloma de la paz con el lema: "Dejadnos vivir en paz". Sobre sus cabezas hab¨ªan colocado pancartas: "No queremos guerra, s¨®lo nuestros pisos".

La polic¨ªa se despleg¨® en grupos de tres, pero todos avanzaban con paso firme, escudo y porra en mano, hacia el portal. Los vecinos, hombro con hombro, no se movieron. Quietos, unidos, recibieron el impacto de la carga; la primera fila sinti¨® el peso de las porras. Se oyeron gritos. En el muro humano se abrieron las primeras grietas, la polic¨ªa las aprovech¨® para proseguir su avance y conseguir que los vecinos se dispersasen. Los agentes judiciales, despejado el camino, subieron a la casa, un quinto piso. Muchos vecinos, dolidos, murmuraban: "Se han pasado". Otros gritaban a los agentes: "?Cobardes, pegar a los criminales, no a nosotros!". La rabia crec¨ªa en la calle de Lima.

PASA A LA P?GINA 3

El aplauso de la multitud