La vida oculta de las anacondas
El primer estudio de campo se hace en los llanos venezolanos
En las amplias sabanas de Venezuela, en una de sus lagunas turbias y llenas de boras, unos gruesos anillos moteados aparecen y desaparecen en la superficie del agua formando remolinos, indicativos de la presencia de la enorme serpiente escondida debajo. Tres investigadores rodean tensamente la presa sumergida; de repente, al verse acorralada, la descomunal bestia ataca y sus fauces abiertas emergen del agua.Instant¨¢neamente, los cient¨ªficos caen sobre ella agarr¨¢ndola por la cabeza y la cola, a la vez que ella cae sobre ellos y aprieta sus anillos alrededor de brazos, piernas y cinturas. Durante algunos momentos parece una lucha igualada, y los hombres tienen que hacer esfuerzos por mantenerse de pie, anudados por el animal. Pero, finalmente, consiguen sacar los 4,5 metros de reptil de la laguna fangosa. Han capturado una anaconda, la serpiente m¨¢s grande del mundo.
En estas sabanas, como en otros lugares, la anaconda gigante despierta al mismo tiempo admiraci¨®n y temor. Sin embargo, apenas se. han realizado estudios cient¨ªficos. Ahora, en lo que seg¨²n algunos investigadores es el primer estudio de campo de la especie, un equipo de bi¨®logos estadounidenses y venezolanos ofrece una visi¨®n largamente esperada de esta misteriosa serpiente, a la vez que empieza a separar mito y realidad de la anaconda.
La especie conocida como Eunectes murinus est¨¢ extendida por las cuencas del Orinoco y el Amazonas, pero el equipo de John Thorbjarnarson, bi¨®logo de la Wildlife Consbrvation Society de Nueva York, las estudia en las sabanas venezolanas -los llamados llanos-, en un rancho, el Hato El Cedral. Sus extensas sabanas, que en la estaci¨®n h¨²meda pueden recorrerse en barco, se convierten con tiempo seco en un conjunto de lagunas aisladas donde se han estudiado 500 serpientes desde que conienz¨® el proyecto, en 1992.
Los bi¨®logos han comprobado qu¨¦ la vida tambi¨¦n es peligrosa para las anacondas adultas, aunque son los m¨¢ximos predadores, Despu¨¦s de inmovilizar a sus v¨ªctimas enrrolladas entre sus anillos y de ahogarlas en el agua o asfixiarlas, las anacondas suelen tragarse la presa empezando por la cabeza.
Una hembra grande puede comer chig¨¹ires (roedores que alcanzan los 40 kilos de peso) o incluso caimanes y ciervos de cola blanca. Pero no es nada f¨¢cil tragarse a un caim¨¢n de metro y medio o defenderse de las afiladas u?as de un chig¨¹ire. Frecuentemente, las anacondas hembra lucen numerosas cicatrices como precio de su comida.
El apetito de algunas serpientes supera su inteligencia. Thorbjarnarson afirma haber o¨ªdo hablar de casos en los que una anaconda empez¨® a comerse un ciervo desde atr¨¢s s¨®lo para d¨¦scubrir al final un par de astas demasiado grandes para. trag¨¢rselas. Una serpiente que encontraron los bi¨®logos se hab¨ªa abierto en canal a s¨ª misma al engullir un gal¨¢pago cuya concha ten¨ªa los bordes afilados como una cuchilla.
Se rumorea que las anacondas tambi¨¦n comen seres humanos, y cuando alguien desaparece en los llanos muchas veces se se?ala a la serpiente como culpable. Sin embargo, los bi¨®logos aseguran que hasta ahora no existen pruebas reales de que los humanos figuren en el men¨² de las anacondas aunque s¨ª se han registrado ataques a ni?os.
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