El presidente de Paraguay cede y renuncia a nombrar ministro de Defensa al general rebelde
Cediendo a fuertes presiones, pol¨ªticas, diplom¨¢ticas y populares, el presidente para guayo, Juan Carlos Wasmosy, revoc¨® ayer el nombramiento del general goIpista Lino Oviedo como minisitro de Defensa, cartera comprometida a cambio de que depusiera su amenazador acuartelamiento en el I Cuerpo de Ej¨¦rcito. En, un impreciso discurso ante medio millar de seguidores, mintiendo seg¨²n fuentes oficiales, el destituido jefe del Ej¨¦rcito neg¨® haberse sublevado contra Wasmosy y dijo haber guardado en el extranjero documentaci¨®n probatoria de su inocencia.
Primero habl¨® Juan Carlos Wasmosy. "El presidente de la Rep¨²blica", manifest¨® en una esperada intervenci¨®n radial, "tambi¨¦n tiene la obligaci¨®n de escuchar permanentemente la voz de su mandante, que es el pueblo, y escrutar su pensamiento, juzgar sus deseos. Esa tarea es la m¨¢s delicada porque siempre existen las discrepancias".El atribulado presidente paraguayo, quien destac¨® las movilizaciones estudiantiles como factor fundamental de su marcha atr¨¢s, confes¨®: "Decid¨ª escuchar esa voz, que me ayud¨® a superar mi propio orgullo y a entender que por encima del compromiso que pudiera haber asumido est¨¢ la voluntad popular, y es a ella a la que debo acatamiento".
La definitiva decisi¨®n sobre Oviedo fue expuesta as¨ª: "He resuelto sacrificar mi compromiso personal con todas las consecuencias que ello implica y asumiendo mis responsabilidades no he designado al general Oviedo como ministro de Defensa". "Compatriotas, recuerden", finaliz¨®, "que las tribulaciones son el camino que el ser humando transita para perfeccionarse y madurar. El conflicto ha sido definitivamente superado. Volvamos a trabajar por la grandeza de la patria (...) El Paraguay va a cambiar, el Paraguay est¨¢ cambiando, el Paraguay ya cambi¨®". Estallaron petardos, flamearon banderas nacionales y la euforia se instal¨® en la calle. "El pueblo unido, jam¨¢s ser¨¢ vencido", se gritaba. "Ahora hay que meterle [a Oviedol entre rejas no vaya a ser que intente algo". "!Nos ha vendido!, !Hijo de puta!", insult¨® una se?ora muy ense?orada que, al borde del s¨ªncope, descendi¨® a toda prisa por las escalinatas de palacio.Se refer¨ªa al presidente.
Por la tarde, compareci¨®, de civil, Lino Oviedo. Lo hizo identific¨¢ndose como dem¨®crata hasta la m¨¦dula, en el llamado lin¨®dromo, explanada asfaltada con gradas construida a su pedido cerca del 1 Cuerpo de Ej¨¦rcito, a unos 12 kil¨®metros de la capital.
Pa?uelo colorado al cuello- entra en pol¨ªtica como cabeza de un facci¨®n del Partido Colorado-, asegur¨® haber servido lealmente a la democracia sin transgredir nunca la Constituci¨®n de la Rep¨²blica "ni mucho menos la orden de mis superiores'. Cambi¨® del espa?ol al guaran¨ª al citar sus humildes or¨ªgenes, "soy un hombre de la campi?a y al alem¨¢n cuando se percat¨® de la presencia de prensa extranjera.
Dem¨®crata sin m¨¢cula
"El general Oviedo, no es, no fue y no seria jam¨¢s insurrecto", prometi¨®. "Ni un segundo he dejado de acatar la orden del presidente de la Rep¨²blica", y a?adi¨®: "Agarr¨¦ [alz¨® la voz] el comando m¨¢s grande y m¨¢s importante: el Partido Colorado".Oviedistas y estudiantes hab¨ªan acudido a primeras horas a la sede presidencial al correrse el rumor de que Oviedo asum¨ªa como ministro. Los dos bandos, aproximadamemte 200 simpatizantes del milico y unos 3.000 y contrarios, se insultaron durante buen rato. Llovieron algunas piedras, y finalmente intervino la polic¨ªa con bastones.
Las horas previas a la trascendental decisi¨®n de Wasmosy fueron tensas. La noche del mi¨¦rcoles el Congreso rechaz¨® el eventual nombramiento ministerial del rebelde y dej¨® claro que tampoco aceptar¨ªa pasivamente una decisi¨®n de ese tipo. Antes, grotescos monigotes del jefe sedicioso, colgados de picas, ardieron en actos de repudio.
La manifestaci¨®n estudiantil frente al palacio legislativo, con banderas, bombos, velas y petardos, se hab¨ªa despachado contra el general y el presidente, cuyo alejamiento durante m¨¢s de un d¨ªa aliment¨® todo tipo de rumores: "?A barrer, a barrer con los bandidos!, "Ning¨²n enano al cuadrado nos va a robar la democracia" -en referencia al aproximadamente 1,65 de estatura del jefe sublevado, Torompomp¨®n, poromponp¨®n, Wasmosy es un cag¨®n". Otros eran m¨¢s subidos de tono.
Luego alcanzaron el palacio presidencial. Los oviedistas tambi¨¦n. En madrugadoras proclamas radiales, anunciaban el arribo de una inexistente caravana de 500 autobuses. "La incorporaci¨®n del general al Gabinete de ministro ser¨¢ una valiosa colaboraci¨®n", garantizaba uno de los adictos del general de caballer¨ªa encargado poner patas arriba la peque?a naci¨®n suramericana.
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