Hecho diferencial y resto de Espa?a
Camb¨® no lo dudaba: "Lo m¨¢s profundo y persistente, lo menos discutible (del hecho diferencial), es la existencia de la lengua catalana". En efecto, nadie podr¨ªa discutir que, a pesar de los intentos de la Monarqu¨ªa Hisp¨¢nica por unificar la lengua en todos sus dominios, los catalanes segu¨ªan hablando catal¨¢n. M¨¢s complicado resulta, sin embargo, remontarse a principios del siglo XVIII, a la guerra de Sucesi¨®n, para fundamentar en ella la legitimidad de una diferencia catalana frente a lo que Camb¨® llamaba "resto de Espa?a". Las viejas libertades catalanas se abolieron a ra¨ªz de una guerra europea y mundial entre la casa francesa de Borb¨®n y la casa austriaca de Habsburgo, a la que pertenec¨ªa el ef¨ªmero "rey de los catalanes". Interpretar una guerra financiada por Luis XIV y con el duque de Berwick al mando de las tropas borb¨®nicas como el triunfo de un "Ej¨¦rcito espa?ol" sobre Catalu?a es una anacronismo de tal calibre que deber¨ªa ruborizar a los tres rectores de universidad que avalan con su firma semejante historia. Las antiguas libertades catalanas sucumbieron en las luchas por la hegemon¨ªa europea de unas monarqu¨ªas absolutas que no conoc¨ªan naci¨®n ni patria, s¨®lo Dios e imperio.?Se habr¨¢ constituido entonces un hecho diferencial durante los siglos XIX y XX? As¨ª lo pretenden quienes oponen una Catalu?a industrial, europea y moderna a un resto de Espa?a rural, ensimismado y medieval. He ah¨ª, si fuera verdad, una aut¨¦ntica diferencia. Pero, como siempre, la historia es algo m¨¢s compleja, pues ni los industriales catalanes se atrevieron a competir con los europeos en un mercado libre, sino que forzaron alt¨ªsimos aranceles para mantener cautivo el mercado espa?ol -es decir, eran bastante espa?oles en su dimensi¨®n y en su anhelo de protecci¨®n-; ni el resto de Espa?a viv¨ªa de espaldas a la modernidad y a Europa, como la gran banca, la industria siderometal¨²rgica, los becados de la Junta para Ampliaci¨®n de Estudios y hasta un cat¨®lico andaluz como Manuel de Falla- pon¨ªan cada d¨ªa de manifiesto. ?De verdad tiene sentido discutir sobre la diferencia de modernidad y europe¨ªsmo entre Madrid, Bilbao y Barcelona en los a?os veinte y treinta?
En realidad, el hecho social y pol¨ªtico m¨¢s diferencial de Catalu?a en la primera mitad del siglo XX fue el arraigo del sindicalismo revolucionario, movimiento muy poderoso, pero a la altura de 1930 escasamente moderno y europeo. La CNT se enfrent¨® a muerte con una clase patronal que se ech¨® en manos del somat¨¦n y -esta vez, s¨ª- del Ej¨¦rcito espa?ol para mantener el orden a base de pistoleros. Cuando les falt¨® ese auxilio, los patronos catalanes perdieron sus f¨¢bricas y comercios, y aun sus vidas, en la revoluci¨®n anarcosindicalista que los liquid¨® como clase hasta que Franco, a la vez que abr¨ªa de nuevo sus iglesias, les devolvi¨® sus empresas, garantiz¨¢ndoles que los obreros no volver¨ªan a moverse aunque les pagaran salarios de miseria. Presentar la Guerra Civil como triunfo de Espa?a y derrota de Catalu?a no es ya sonrojante, sino insultante para los espa?oles que, por ejemplo, dieron sus vidas en la defensa de Madrid, ¨²ltima plaza que arri¨® la bandera de la Rep¨²blica Espa?ola. M¨¢s vale dejar a la historia en el lugar que le corresponde y no despistar a la "opini¨®n p¨²blica europea" con el invento de una opresi¨®n espa?ola sobre Catalu?a que se remontar¨ªa a la guerra de Sucesi¨®n y cuyo ¨²ltimo episodio se llam¨® Francisco Franco.
Con todo, es evidente que existe una diferencia, como revela el hecho de que cada vez que el sistema pol¨ªtico espa?ol se abre a la democracia, partidos nacionalistas catalanes reclaman un trato diferente para Catalu?a. Convendr¨ªa que explicaran el contenido espec¨ªfico y actual de tal diferencia y el t¨¦rmino con relaci¨®n al cual Catalu?a es diferente, porque la novedad respecto a los tiempos de Camb¨® no es que los catalanes hablen catal¨¢n, sino que el concepto "resto de Espa?a" ha dejado de ser pol¨ªtica y culturalmente operativo.
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