Madrid recobra sus colores luminosos
El centro recupera en sus fachadas los malvas, rojos, amarillos y azules
Lleg¨® el siglo XVIII, y con ¨¦l, el barroco a las fachadas de Madrid, que se llenaron de colores: amarillos, malvas, rojos y verdes. Una ciudad luminosa a pesar de que no hab¨ªa mucho dinero para florituras. Por eso desarroll¨® una arquitectura imaginativa a base de fingidos: ah¨ª donde no hab¨ªa monedas para hacer el dintel de una ventana, ¨¦ste se pintaba con arte, y arreglado. El XIX dome?¨® un poco este impulso colorista. La contaminaci¨®n del XX y las modas terminaron de apagar una ciudad inundada de grises y tonos pasteles. Las instituciones est¨¢n decididas a devolverle al centro los colores vivos que le pertenecen. La plaza de la Paja, del Dos de Mayo y los alrededores de la plaza Mayor son testigos; la calle Mayor y la de Fuencarral lo ser¨¢n en verano.Cuando los arquitectos rascan en las fachadas de las casas con m¨¢s solera de la ciudad, se encuentran con un pedazo de la historia de Madrid: las sucesivas capas de pintura o revoco que ilustran sobre el paisaje que ve¨ªan nuestros tatarabuelos. En el n¨²mero 20 de la costanilla de San Andr¨¦s, en el coraz¨®n de la ciudad, un equipo de artesanos se ocupa de devolverle el color azul a una casa antigua que los m¨¢s viejos del barrio siempre han visto de un tono crema tostado. Y sin embargo, el azul estaba all¨ª -siempre estuvo all¨ª- enterrado bajo a?os de diferentes manos de pintura. Eduardo Barcel¨®, el arquitecto de la EMV (Empresa Municipal de la Vivienda) encargado de dirigir las obras en la plaza de la Paja, no s¨®lo se ocupa de los arreglos interiores de las viviendas: tambi¨¦n se encarga de acudir al archivo municipal para descubrir cu¨¢l fue el primer color que luci¨® la casa. Y si el entorno se lo permite -se trata de crear una armon¨ªa en el conjunto-, lo recupera.
Para esto ha hecho falta dinero. Por ejemplo: devolver el aspecto y los colores originales a 17 edificios de la plaza de la Paja y alrededores cuesta 280 millones de pesetas. La mitad lo ha puesto el Ayuntamiento y la otra mitad la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Obras P¨²blicas. Todo, fruto de un acuerdo, firmado en 1994 entre las tres instituciones para la rehabilitaci¨®n de centro. La inversi¨®n total es, de 11. 187 millones, que sirven tambi¨¦n para el arreglo interior de los edificios, aunque aqu¨ª los vecinos ponen la mitad del coste.
Fuencarral y Mayor
La explosi¨®n pict¨®rica no se va a limitar a estas tres zonas. La EMV, seg¨²n su presidente, Sigfrido Herr¨¢ez, ha conseguido ahorrar dinero suficiente para devolver la luminosidad tambi¨¦n a la calle de Fuencarral y a la calle Mayor. Seg¨²n los c¨¢lculos de Herr¨¢ez, se van a destinar 1.073 millones para la rehabilitaci¨®n de las fachadas de estas dos emblem¨¢ticas calles de Madrid. En verano estar¨¢ todo en marcha.?Por qu¨¦ Madrid se volvi¨® una ciudad en la que predominaba el gris? Algunos expertos argumentan que por las modas, que a partir de los a?os veinte comenz¨® a extenderse por las calles una manera uniforme de pintar las casas y que acab¨® con una tradici¨®n que hab¨ªa comenzado en el Barroco, dos siglos antes.
Sigfrido Herr¨¢ez tiene adem¨¢s otra teor¨ªa: "Con el siglo se fue perdiendo la tradici¨®n del revoco [pintar las fachadas con una mezcla de cal y pigmentos minerales], y cuando una casa se pinta sin revoco, se ensucia antes, con lo que era necesario -por la contaminaci¨®n- elegir colores sufridos que aguantaran".
Un paseo por la plaza de la Paja y del Alamillo en estos d¨ªas, adem¨¢s de la fiesta de colores, aporta al visitante atento alguna que otra sorpresa: emulando tambi¨¦n una tradici¨®n muy madrile?a, abundan en las fachadas rehabilitadas los fingidos, esto es, elementos arquitect¨®nicos y decorativos simulados con pintura.
En aquellos siglos el constructor no ten¨ªa -o no quer¨ªa gastar- mucho dinero en levantar adornos con escayola en las fachadas alrededor de los balcones y recurr¨ªa a los maestros alba?iles o a los revocadores o a los estuquistas a fin de que los pintaran de tal modo que pareciera aut¨¦ntico.
De hecho, hay que ser un experto o fijarse mucho para descubrir el enga?o.
Actualmente, hay en la ciudad buenos herederos de aquellos remotos artesanos de la impostura: en una casa de pisos de la plaza del Alamillo, del siglo XVIII, tres licenciados en Bellas Artes han pintado en las fachadas un n¨²mero de ventanas en la pared con tal maestr¨ªa que parecen reales. Los tres licenciados en Bellas Artes contratados por la EMV son Carlos Alonso, Santiago Mu?oz y El¨ªas Ordaz, y a una de las ventanas, incluso, la han dejado entreabierta, para darle m¨¢s sensaci¨®n de verosimilitud. Pocos caen en la cuenta de que las ventanas no existen en realidad.
Muchos de estos adornos los encuentran ya los arquitectos cuando bucean, bien en los archivos municipales, bien en la misma fachada, debajo de las capas de pintura. Un buen ejemplo, un caser¨®n de la calle de Segovia al lado de la plaza de la Paja.
A veces, los arquitectos municipales topan con problemas dif¨ªciles de resolver que tienen m¨¢s en com¨²n con el presente que con el pasado. En la plaza del Dos de Mayo, todas las fachadas han sido rehabilitadas menos una. Todas lucen un rojo bermell¨®n t¨ªpico del siglo XIX, menos la que hace esquina con la calle de Velarde: su due?o no quiere saber nada del nuevo plan de recuperaci¨®n.En rigor, lo que ¨¦l no quiere es pagar la mitad del arreglo del interior de la vivienda, y sin su participaci¨®n -tal y como est¨¢ regulado en los proyectos municipales- no hay nada que hacer. Las instituciones, en algunas viviendas, pagan, la completa reforma de las fachadas y de los interiores, cargan con la mitad del arreglo. Por eso, si los vecinos -o el propietario, si la casa es de alquiler- no est¨¢n de acuerdo en cargar con la otra mitad de la obra, la vivienda se queda como est¨¢.. Por eso, en la plaza del Dos de Mayo, este inmueble a¨²n presenta un color gris terroso propio de los a?os de la posguerra. En ¨¦l se perciben, eso s¨ª, las distintas capas de pintura o revoco que se han amontonado a lo largo de los a?os.
En la plaza del Dos de Mayo, adem¨¢s de arreglar las fachadas -y los interiores de las casas- el Ayuntamiento ha acometido una verdadera revoluci¨®n en las calles: han desaparecido las aceras y para proteger al peat¨®n se han instalado unos llamativos bolardos. Con esto -y con el espacio ganado para los viandantes en detrimento de los coches- se consigue que los peatones hagan suyas unas calles que hasta ahora pertenec¨ªan m¨¢s a los autom¨®viles. Esta manera de urbanizar las calles servir¨¢ tambi¨¦n para regular la futura rehabilitaci¨®n del casco viejo del distrito de Puente de Vallecas.
Espolear a los vecinos
Sigftido Herr¨¢ez es consciente de que, con todo, las casas que est¨¢n siendo rehabilitadas no constituyen ni el 15% de todo el casco antiguo de Madrid, que, con 22.500 viviendas, es el mayor de Espa?a. "Pero se trata de animar a la gente para otros proyectos", a?ade el presidente de la EMV, que piensa ya en un futuro convenio a tres bandas con la Comunidad, el Ayuntamiento y el Ministerio de' Obras P¨²blicas.Hace siglos era de otra manera: en el XVIII, con motivo de entradas y coronaciones reales, la Monarqu¨ªa ordenaba -y sufragaba- el revoco y la decoraci¨®n de las fachadas de la Villa.
Mientras tanto, artesanos, arquitectos y t¨¦cnicos trabajan en devolverle a Madrid el aspecto brillante que tuvo y que se perdi¨®, tal como asegura el experto Miguel Palmero, "por un exceso de respeto por la propia historia o por simple ignorancia". Se trata de superar, a?ade Palmero, los clich¨¦s uniformes y mon¨®tonos de un Madrid ocre y gris".
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