Arte en el andamio

Trabajan con un rigor de orfebre o de relojero. La cuadrilla de revocadores de la empresa de Faustino del Castillo, una de las pocas verdaderamente especializadas que quedan en Madrid, dota a las fachadas del centro de Madrid de colores con las t¨¦cnicas y los m¨¦todos del pasado. "Esto viene de los egipcios; lo hacemos todo como lo hac¨ªan los egipcios" explica el mismo Faustino.Y no hay otra manera, si se quiere que la cosa quede como corresponde, a?ade. Del Castillo est¨¢ jubilado, pero acompa?a a su hijo a la obra un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n. No puede quitarse de la cabeza su obsesi¨®n por las fachadas bien acabadas. El suyo es el delirio de un hombre que ama con locura -y mucho orgullo- su profesi¨®n.

Porque ellos no pintan sin m¨¢s las casas que les encargan: revocan. Eso quiere decir que mezclan cal con pigmentos minerales a fin de colorear la masa, a la que a?aden, si es necesario, m¨¢rmol desmenuzado.

Los materiales son de primera, claro. Faustino mete la mano en un gran bid¨®n met¨¢lico d¨¦ cal. "La cal es lo mejor que hay; lo m¨¢s bonito que hay", explica. Mientras Faustino dice eso, los miembros de su cuadrilla se han subido ya a un andamio y empiezan a enyesar; luego llegar¨¢ el color.

Faustino, a todo esto, ha echado el ojo a una piedra que se encuentra a sus pies. "Mira", le dice a su hijo, que es el que ahora saca adelante la empresa, "para los raspados". "En este oficio", dice el hijo, de unos 40 a?os, "todo puede servir: desde un tenedor a una piedra". Faustino es hijo, nieto y padre de revocadores y guarda un sinf¨ªn de historias que est¨¢ deseando que alguien escuche. "Si yo le contara", amenaza, "si yo le contara...". Y cuenta: "Una vez, hace ya a?os, revoc¨¢bamos una fachada en la Gran V¨ªa, sin lona protectora y sin nada. Entonces no se usaba ?sabe? Se nos cay¨® un cascote y fue a dar en la cabeza de un venezolano que pasaba. Baj¨¦ del andamio para atenderle y me dijo: '?A cu¨¢ntos ha matado hoy, maestro?".

Este equipo de revocadores -en el fondo tres artistas disfrazados de obreros- termin¨® la semana pasada la fachada de una casa en la calle del Toro, al lado de la plaza de la Paja. Un cas¨®n amarillo de principios del siglo XVIII. Le han pintado una preciosa imitaci¨®n de sillares. Con pincel. "Dicen que esta calle se llama la calle del Toro porque aqu¨ª vino a torear el Cid, eso dice la leyenda, claro", cuentan. Faustino comprueba un esquinazo que no ha quedado a su gusto. Se promete arreglarlo. Son profesionales.

No en vano un alto cargo de la EMV (Empresa Municipal de la Vivienda) coment¨® hace un mes que cuando no les encargan los trabajos a estos artesanos, el revoco se cae.