A la c¨¢rcel por airear quejas de su moto
18 meses de prisi¨®n para un joven que reparti¨® panfletos de protesta contra la marca de su veh¨ªculo
Jos¨¦ ?ngel Gallegos circul¨® un tiempo con un pasqu¨ªn enganchado en su motocicleta que dec¨ªa: "Gilera es una estafa". Tambi¨¦n distribuy¨® octavillas con la siguiente leyenda: "Yo he sido el desafortunad¨ªsimo poseedor de dos motocicletas fabricadas por el grupo italiano Fiat (Fiat, Lancia, Alfa- Romeo, Ferrari, Innocenti, Iveco, Piaggio, Motovespa, Gilera, Puch, Bianchi, etc¨¦tera). Y tras esta infausta, aciaga, torturadora y ag¨®nica experiencia, recomiendo fervorosamente a todos mis semejantes que jam¨¢s se compren un veh¨ªculo fabricado en Italia, pues tienen muchas posibilidades de lamentarlo amargamente como yo". La particular forma de protestar por el resultado de dos motocicletas Gilera le ha costado a Jos¨¦ ?ngel Gallegos una dura condena.Francisco Ort¨ª Ponte, magistrado de Barcelona, le ha condenado a un a?o de prisi¨®n por calumnias, seis meses m¨¢s por injurias y dos multas de 300.000 y 500.000 pesetas por coacciones. Y la orden de publicar ¨ªntegramente la sentencia, que tiene 27 folios, en una revista de aficionados al motociclismo: la Motard Magazine, publicaci¨®n que recogi¨® las quejas de Jos¨¦ ?ngel en una carta al director.
La condena ha dejado absolutamente perplejo al afectado, que nunca fue acusado por el fiscal. ?ste sostuvo que "los hechos no constituyen delito alguno". El motorista lleg¨® a sentarse en el banquillo del Juzgado de lo Penal n¨²mero 3 de Barcelona. Su denunciante era Motovespa. Se trata de la importadora en Espa?a de Gilera. Jos¨¦ ?ngel hab¨ªa comprado dos motos de esa marca, ambas de 600 cent¨ªmetros c¨²bicos, en 1989 y 1991. Motovespa consider¨® que la ocurrencia del cliente descontento supon¨ªa un perjuicio y una ofensa, y por ello le demand¨®. Su petici¨®n inclu¨ªa una indemnizaci¨®n de tres millones de pesetas, extremo que no ha sido concedido por el juez.
"Calculo que repart¨ª, a lo largo de varios a?os, unas 20.000 octavillas", reconoce Jos¨¦ ?ngel. La distribuci¨®n se realiz¨®, principalmente, coincidiendo con concentraciones de motards y con ocasi¨®n de pruebas de motociclismo. Las octavillas circularon por los circuitos del Jarama, Montmel¨® y Jerez, entre otros.
Jos¨¦ ?ngel, de 31 a?os y de Vilafranca del Pened¨¦s (Barcelona), firm¨® las octavillas que distribuy¨® y en ellas figuraba su n¨²mero de tel¨¦fono. "Lo hice para que quien quisiera me pudiera llamar", cuenta este hombre que actualmente no tiene moto. "Lo que no imagin¨¦ nunca es que llegar¨ªa a pisar la c¨¢rcel por algo as¨ª", a?ade. No es una persona que se amilane y, de hecho, algunas de las cartas que envi¨® a Motovespa exigiendo una reparaci¨®n tienen un tono subido. Eso lo reconocen sus abogados. Ha sido el primer contacto, que ha tenido con la justicia. "?Y vaya experiencia!", exclama. La obsesi¨®n por el resultado de las dos motocicletas la ha sustituido ahora por la de conseguir que la justicia sea "justa" con ¨¦l.
Promotor comercial en paro, Jos¨¦ ?ngel dedica su tiempo a ir de abogados. Prepara una demanda civil para perjuicios econ¨®micos que, seg¨²n dice, le originaron las dos motos. "Estamos en ello", precisa el abogado que le lleva esa reclamaci¨®n, Sergio Ebrat. Ya lo intent¨® por la v¨ªa criminal con u?a denuncia por estafa contra Motovespa que fue archivada.
El abogado que le lleva el asunto de la condena, Ferm¨ªn Arias, ha recurrido ante la audiencia de Barcelona. La sentencia del magistrado Ort¨ª desgrana una prolija jurisprudencia, sobre injurias y calumnias. Frente a ella, el letrado argumenta, entre otras cosas, que es imposible injuriar a quien no sea una persona f¨ªsica o jur¨ªdica: Gilera es una marca.
El abogado pone un ejemplo de que su cliente no injuri¨® gravemente al denunciante por llamarle "par¨¢sito" y por decir que fue "un desafortunad¨ªsimo poseedor de dos veh¨ªculos". El ejemplo es el siguiente: "El Supremo calific¨® de injurias leves las que un marido infiri¨® a su mujer en una discoteca al exclamar: '?Zorra, que vives y tienes coche a mi cuenta!'. Ciertamente, es de suponer que si el esposo hubiera llamado a su mujer par¨¢sito y se hubiera manifestado como desafortunad¨ªsimo esposo suyo no habr¨ªa merecido sanci¨®n penal". En el fondo, lo que expone el recurso es la desproporci¨®n de la condena a Jos¨¦ ?ngel.
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