L¨¢grimas de primavera
Tres lagunas glaciares se esconden bajo el pico del Nevero, en la zona m¨¢s fr¨ªa y rec¨®ndita de la sierra
El madrile?o, que al fin y al cabo es un producto de la evoluci¨®n cuaternaria, siente nostalgia de los glaciares. Achuchados por el avance de los hielos, sus antepasados abandonaron las cavernas hiperb¨®reas para mudarse al mediod¨ªa, al Reguerillo y a¨²n m¨¢s al sur, pero cuando aqu¨¦llos se retiraron, 100 siglos hace, qued¨®se triste y solo como Fonseca, varado en un secano bajo el sol. Por eso, cuando desde la ciudad otea la sierra, lo aflige una antigua desaz¨®n.Vestigios de aquellas nieves impetuosas perduran, para consuelo del madrile?o, en las cumbres del Guadarrama: circos glaciares que en la serran¨ªa llaman hoyos (u hoyas) y que fuera de ella todo quisque asocia, exclusivamente, a las lagunas de Pe?alara. Y es que, a excepci¨®n de los vaqueros y alg¨²n caminante escotero, poca gente sabe que, allende los c¨¢lices pe?alaros, varios otros hoyos socavan las laderas de solana de los montes Carpetanos: desde los de la Cantera y la Nevera, al norte del puerto de los Neveros, hasta los hoyos de Pinilla, a dos pasos del de Navafr¨ªa. En todos ellos nacen arroyos que escancian su agua pura en el r¨ªo Lozoya.
De aquellos d¨ªas hibernizos queda tambi¨¦n en estas monta?as un clima recio, el m¨¢s fr¨ªgjdo de la sierra -la temperatura media anual ronda los tres grados-, de ah¨ª que sus puertos lleven los nombres de fr¨ªo o aspereza: Neveros, Revent¨®n, Malagosto, Navafr¨ªa... A poniente de este ¨²ltimo h¨¢llase el pico del Nevero (2.209 metros) y, a los pies de este gigante de. las nieves, los hoyos de Pinilla, tres lagunillas glaciares como tres l¨¢grimas de primavera.
El camino que conduce hasta estos joyeles prehist¨®ricos no puede ser m¨¢s f¨¢cil. Desde el ¨¢rea recreativa de Las Lagunillas, a medio kil¨®metro escaso del puerto, el excursionista se echar¨¢ a andar hacia el oeste por un sendero horizontal para, en un decir am¨¦n, desviarse a mano derecha por una vereda que se interna en la espesura pinariega. En suav¨ªsimo ascenso la trocha permite faldear estas moles de gneis sin ir arrastrando la lengua; antes al contrario, el paseante podr¨¢ deleitarse catalogando esos peque?os rasgos esenciales que configuran el rostro del Guadarrama: las lanzas de color crepuscular de los pinos silvestres, el fuste atormentado por mil ventiscas del ¨¢rbol solitario y,m¨¢s cerca ya de las cumbres, esa humildad enga?osa de los piornos y cambro?os que, echen la nieve que les echen, revientan de amarillo a finales de junio.
En menos de una hora, el caminante habr¨¢ arribado a la pe?a del Cuervo, fabuloso miradero al que alguien hizo un est¨²pido favor plantando med¨ªa docena de barandillas, como si no fuera obvio que uno no puede asomarse m¨¢s de la cuenta sin exponerse a bajar rodando hasta el embalse de Pinilla. Claro que, a lo mejor, ese alguien pens¨® que la visi¨®n de Pe?alara, Cuerda Larga y el valle entero del Lozoya pod¨ªa ocasionar desmayos, y pudo m¨¢s la piedad que cualquier consideraci¨®n de orden est¨¦tico o medioambiental.
A un kil¨®metro o as¨ª de este prudent¨ªsimo disparate, el excursionista deber¨¢ saltarse a la torera el murete que separa los t¨¦rminos de Lozoya y Pinilla, ambas del Valle, y fi¨¢ndose en lo sucesivo de los hitos desperdigados por la ladera, atrochar a manderecha por la brava (si bien breve) pendiente hasta ganar los 2.085 metros de altura a que se encuentran los ojos verdes de los hoyos de Pinilla.
Bullentes de agua nueva, que surge a borbotones de la entra?a de la sierra, las lagunas se desperezan de su letargo invernal y, sacudi¨¦ndose mil¨ªmetro a mil¨ªmetro el manto blanco que las ci?e, contemplar¨¢n la adusta faz del Nevero hasta el pr¨®ximo temporal. Nevero, voz que anta?o significaba lugar de nieves perpetuas, ventisquero, carretadas y carretadas de este ef¨ªmero bien camino de la corte y sus caf¨¦s, a 20 reales la arroba en pleno verano... Pero eso era hace muchos a?os, antes de lo del efecto invernadero.
Nieves y nubes
D¨®nde. El ¨¢rea recreativa de Las Lagunillas, punto de partida de esta marcha, se halla a 97 kil¨®metros de la capital. No hay mejor alternativa que ir en coche por la carretera de Burgos (A-1), desvi¨¢ndose en el kil¨®metro 69 por la M-604 hacia Lozoya y, desde este pueblo, ascender por la M-637 hasta casi el alto de Navafr¨ªa. Unos 300 metros antes del puerto, est¨¢ se?alizado el aparcamiento. Cu¨¢ndo. Los meteoros, en esta parte de la sierra, son de lo m¨¢s traicionero. Por eso esta excursi¨®n, aunque corta (unos diez kil¨®metros y tres horas de andar, sin contar paradas), conviene reservarla para bien entrada la primavera o pleno verano. En un a?o de nieves, la zona del Nevero conserva restos hasta casi finales de mayo. Qui¨¦n. Manuel Rinc¨®n, en su gu¨ªa Andar por la sierra del Guadarrama, 75, itinerarios (Libros Penthalon), dedica a los hoyos de Pinilla la ruta n¨²mero 50. Cu¨¢nto. El ¨²nico gasto de la jornada ser¨¢ el combustible del coche, que ahora es m¨¢s barato. Y qu¨¦ m¨¢s. Si el tiempo lo permite, se puede regresar desde los hoyos de Pinilla dando un rodeo por la cima del Nevero y caminando por la cuerda hasta el puerto de Navafr¨ªa y Las Lagunillas.
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