El n¨²mero uno
Luis Miguel Domingu¨ªn fue m¨¢s torero de toreros que de aficionados, aunque entre estos ¨²ltimos tuvo numerosos partidarios incondicionales. Le consideraban el n¨²mero uno y el propio diestro se proclam¨® asimismo n¨²mero uno en el transcurso de una de sus pol¨¦micas actuaciones en Madrid.Muchos aficionados no le perdonaron lo que consideraban injustificable intemperancia, pero esta animadversi¨®n no hizo da?o alguno al torero; antes al contrario conven¨ªa a su industria, ya que prodigaba gestos audaces que perfilaban su personalidad pol¨¦mica. Se ha dicho de Luis Miguel Domingu¨ªn que fue un genial "relaciones p¨²blicas" de s¨ª mismo y, efectivamente, siempre era centro de los comentarios del gran p¨²blico por los m¨¢s dispares motivos, frecuentemente. marginales a la actividad taurina.
Nunca se sabr¨¢, sin embargo, que dimensi¨®n art¨ªstica hubiese alcanzado Luis Miguel Dominguin de dedicarse exclusivamente a su profesi¨®n, porque atesoraba unas condiciones excepcionales. Torero de casta, heredero de la torer¨ªa que demostr¨® su padre Domingo Domingu¨ªn en la d¨¦cada de los a?os 20, se ejercitaba en el oficio desde la infancia y constituy¨® un caso singular de precocidad, ya. que s¨®lo ten¨ªa. 15 a?os cuando Domingo Ortega le dio la alternativa en el coso colombiano de Bogot¨¢.,
Su concepci¨®n del arte de torear fue m¨¢s t¨¦cnica que inspirada. Torero largo, calificaban a Domingu¨ªn. Y cifrando. en la ejecuci¨®n estricta de los c¨¢nones su prop¨®sito de dominio sobre las reses, adquiri¨® una hegemon¨ªa que nunca tuvo fin, porque nadie logr¨® superarle durante los a?os que estuvo en activo. La competencia que mantuvo con Antonio Ord¨®?ez registr¨® algunos rasgos de rivalidad perofue m¨¢s literaria que cierta. En realidad Luis Miguel Domimgu¨ªn compet¨ªa con todos pues no daba cuartel a nadie y llevaba siempre la ventaja de su torer¨ªa. innata, que se traduc¨ªa en aquella "dif¨ªcil facilidad" caracter¨ªstica de su toreo, posiblemente fruto de la influencia del maestro por antonomasia, Domingo Ortega, con quien sol¨ªa compartir cartel.
Lidiador completo en todos los tercios, incluido el de banderillas, s¨®lo le faltaba demostrar que dominaba igualmente la suerte de varas, e hizo esta exhibici¨®n una tarde en la madrile?a plaza de Carabanchel, llamada La Chata. La imagen del torero vestido de luces y picando al toro en lo alto y por derecho fue al d¨ªa siguiente portada de todos los peri¨®dicos. Y sirvi¨® tambi¨¦n para que sus detractores le dieran un nuevo nombre: "El n¨²mero uno... y pico".
Babelia
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