Sontag: "Los intelectuales est¨¢n en peligro"
La escritora norteamericana considera vigente su ensayo 'Contra la interpretaci¨®n'
Susan Sontag (Nueva York, 1933) s¨®lo tiene una objeci¨®n a la reedici¨®n de Contra la interpretaci¨®n (Alfaguara): "Deber¨ªa haberse titulado Contra el cinismo". Cuando cumplen tres decenios de su publicaci¨®n, la escritora norteamericana encuentra muchas razones para defender que esta colecci¨®n de ensayos sobre los a?os sesenta, que algunos califican como un cl¨¢sico, siga en las librer¨ªas. La principal es que "es positivo que las nuevas generaciones lo lean, porque los j¨®venes han dejado al margen la utop¨ªa y tienen miedo a establecer par¨¢metros altos por temor a verse defraudados".
Para Sontag, que ayer viaj¨® a Madrid en compa?¨ªa de su hijo, el periodista David Rieff, que tambi¨¦n presentaba su libro sobre Bosnia, los j¨®venes deben perder su temor al entusiasmo y a los ideales. La vitalidad de la autora de La amante del volc¨¢n es admirable. Nada m¨¢s llegar del aeropuerto, procedente de Lisboa, se enfrent¨® a una larga lista de entrevistas. La escritora, que vest¨ªa pantal¨®n y jersey anchos y zapatos de deporte, s¨®lo pidi¨® tiempo para lavarse la cara. Baj¨® ligeramente maquillada y con un toque de carm¨ªn en los labios.Sontag escribi¨® Contra la interpretaci¨®n entre los 26 y los 31 a?os. Mientras ella disertaba sobre la cr¨ªtica literaria, Sartre, Camus o el artista como sufridor ejemplar, muchos j¨®venes experimentaban con el LSD o le¨ªan las obras de Kerouac. "Mi cabeza estaba amueblada con otras cosas que me gustaban del mundo contempor¨¢neo. Yo viv¨ª aquello y no ve¨ªa a los hippies", asegur¨®.
Ausencia de nostalgia
Otra de las caracter¨ªsticas de los sesenta es la ausencia de nostalgia. Fue un momento ut¨®pico. El mundo en que escribi¨® estos ensayos ya no existe Para muchas personas, Contra la interpretaci¨®n tiene una magia extraordinaria. Entre los muchos seguidores de esta obra, Sontag recuerda como an¨¦cdota a una profesora californiana -"parec¨ªa un vestigio de la Edad Media"- que asegur¨® haber le¨ªdo la obra a los nueve a?os. "Seguramente", dice bromeando, "envejeci¨® prematuramente por ello". La escritora, que a partir de la publicaci¨®n de esos ensayos enamor¨® a los intelectuales de todo el mundo, no est¨¢ segura de que le sigan gustando todos los textos reunidos en Contra la interpretaci¨®n. "Creo que se trata de una interpretaci¨®n de la modernidad", asegur¨®, recalcando que los noventa son radicalmente diferentes.La gran revelaci¨®n de esa ¨¦poca fue para Sontag el cine: "Me consideraba especialmente marcada por los filmes de Godard y Bresson. Escrib¨ª m¨¢s sobre cine que sobre literatura, no porque me gustaran m¨¢s las pel¨ªculas que las novelas, sino porque me gustaban m¨¢s los nuevos filmes que las nuevas novelas", asegura en el pr¨®logo de la reedici¨®n. Y en parte el cine sigue siendo uno de los motores de su vida, especialmente el que ella califica como "bueno" y que identifica con pel¨ªculas como Lamerica, del italiano Gianni Amelio, que vio la ¨²ltima vez que pas¨® por Madrid. "Entiendo el miedo de los realizadores europeos a verse colonizados por el cine americano. Estados Unidos es el mayor exportador de armas y de cultura de masas, que asegura muy eficazmente la muerte de la mente; hay cosas de la cultura americana que me gustan, como el rock, el foIk o pel¨ªculas muy concretas, pero me opongo a los que tienden a sustituir las culturas regionales y dejar todo bajo un mismo patr¨®n cultural".
Para la autora de Contra la interpretaci¨®n, libro que se presentar¨¢ el pr¨®ximo lunes en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid, los intelectuales, especialmente los que tienen conciencia social, "son una especie en peligro". Sontag reconoce que lo que se lleva ahora es el intelectual medi¨¢tico que aparece en la televisi¨®n y opina de todo en cuesti¨®n de segundos. Ella prefiere los libros para llegar al p¨²blico. "La televisi¨®n es un momento tras otro, y cada momento aniquila al anterior; los libros se van filtrando".
Sontag, que sobrevivi¨® a un c¨¢ncer -"aquello me hizo m¨¢s fuerte. Conservo una huella que me proporciona otra relaci¨®n con la vida y con la muerte. La expresi¨®n justa es que recibes una especie de regalo y eso te da cierta distancia con las cosas"-, ha visto c¨®mo estos d¨ªas se reeditaba tambi¨¦n La enfermedad y sus met¨¢foras y el sida y sus met¨¢foras (Taurus). "Escrib¨ª este libro para ayudar a la gente, para que vea que la enfermedad no es un castigo ni una verg¨¹enza. Existen muy buenos tratamientos, pero hay que buscarlos y no resignarse".
Babelia
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