Jesul¨ªn y las faenas de nunca acabar
Jesul¨ªn de Ubrique, especialista en pachangas televisivas y festejos de bullidora histeria femenina en los tendidos, hab¨ªa venido a Talavera con el repertorio para la pol¨¦mica y la sart¨¦n para la tortilla. Ya hab¨ªa montado su n¨²mero por la ma?ana, en el vest¨ªbulo del hotel en el que se aloj¨®, donde le aguardaba una treintena de jovencitas, con el ruido y la furia de las discotecas todav¨ªa en la garganta. Cuando apareci¨® el torero, se les derriti¨® el coraz¨®n ante la mirada, entre p¨ªcara y gachona, del mocito de Ubrique y se lanzaron a besuquear su afilada cara. Es el frente de batalla sobre el que despliega sus bater¨ªas el torero.Despu¨¦s, durante la corrida, Jesul¨ªn mont¨® dos faenas id¨¦nticas que parec¨ªan no tener final. Alguien le debi¨® decir que el presidente de esta plaza viene al palco sin reloj y estuvo pasando de muleta a sus dos toros, con ambas manos, al hilo del pit¨®n, sin cruzarse nunca y metiendo el pico por el ojo de sus enemigos, durante m¨¢s de 10 minutos. Cuando se cumpl¨ªa el tiempo reglamentario a¨²n segu¨ªa toreando. El primer toro dobl¨® a los 13 minutos del inicio de la cuenta para el primer aviso. Y luego, en la vuelta al ruedo, todav¨ªa se demor¨® m¨¢s recre¨¢ndose con el aroma de las prendas femeninas que le arrojaban.
Carrascosa / Jesul¨ªn, Barrera, Rivera
Toros de Laurentino Carrascosa, de presencia desigual, muy flojos, los tres ¨²ltimos con trap¨ªo y encastados. 1? terciado; 2? y 3?, anovillados.Jesul¨ªn de Ubrique: dos pinchazos y estocada corta desprendida (silencio). Pinchazo y estocada desprendida (oreja). Vicente Barrera: media atravesada y cuatro descabellos (algunas palmas). Tres pinchazos y media estocada (vuelta). Rivera Ord¨®?ez: metisaca, pinchazo y el toro se echa (silencio). Tres pinchazos y dos descabellos (silencio). Plaza de Talavera, 16 de mayo. la de feria. Menos de media entrada
Vicente Barrera se apunt¨® tambi¨¦n a este toreo de nunca acabar. Fue en el quinto, un toro serio y encastado, que se cay¨® con las cuatro patas por alto, despu¨¦s del ¨²nico puyacito que recibi¨®. El valenciano mulete¨® bien, con regusto manoletino, sobre todo con la mano izquierda. Estuvo valiente en los desplantes y en unos muletazos de rodillas con los que cerr¨® el trasteo. Cuando el toro se ech¨®, hab¨ªan transcurrido 13 minutos y medio.
En el primero de su lote, un novillo con genio, no pudo hacer notar su repertorio habitual porque el enemigo probaba mucho la embestida y cuando lo hac¨ªa se quedaba corto.
Rivera Ord¨®?ez result¨® el m¨¢s breve en su labor. Como intenta el toreo hondo y cl¨¢sico, los toros flojuchos y medio muertos no le sirven. Le correspondi¨® el toro m¨¢s encastado y repetidor de la corrida, que fue el sexto y toda su buena voluntad se estrell¨® con la absoluta falta de fuerza del astado. En el tercero, le ocurri¨® algo parecido, si bien, en esta ocasi¨®n el animalito ten¨ªa genio y era muy inc¨®modo.
Monopuyazo
A pesar de la pesadez de los trasteos, la corrida dur¨® menos de dos horas, porque la suerte de varas no existi¨®. En todos los toros se repiti¨® el n¨²merito del monopuyazo, entre las protestas del p¨²blico porque interpretaban que los varilargueros se exced¨ªan en el castigo. Aunque los lanzazos de los piqueros no eran muy cruentos, todos los toros doblaron las manos o rodaron por el suelo despu¨¦s de recibir el hierro de la puya.Si no es por el Jesul¨ªn de nunca acabar, no hubi¨¦ramos estado en el tendido ni siquiera media hora.
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