Mucho oficio

Cualquier madrile?o conoce la asombrosa habilidad que muestran los agentes de la Polic¨ªa Municipal para organizar el tr¨¢fico rodado en horas punta. Est¨¢ tambi¨¦n extendida entre los ciudadanos la sensaci¨®n de eficacia que emana de los agentes de nuestro alcalde en el desarrollo de sus labores recaudatorias, mediante la imposici¨®n de multas de tr¨¢fico. Todo el mundo entiende, adem¨¢s, que un coche mal aparcado no es causa de infracci¨®n cuando en las cercan¨ªas hay un aparcacoches, o cuando, por ejemplo, se trata de un cochazo en doble fila delante de una tienda de Serrano, siendo custodiado por un ch¨®fer mientras la se?ora hace sus compras.Quiero destacar, sin embargo, la extraordinaria diligencia, injustamente poco reconocida, con que los agentes municipales llevan a cabo otra de sus funciones. Dicha funci¨®n no es otra que la de despejar la calle de vendedores ambulantes. Sirva como ejemplo lo ocurrido el pasado abril. Se trataba de impedir que unos sujetos vendieran sus libros y revistas usados en el inicio de la cuesta de Moyano. Un profano como yo, en caso de haber tenido que realizar dicha tarea, tal vez se hubiera dirigido a uno de ellos de la siguiente forma:

-Buenos d¨ªas, caballero. Sabe usted que no se puede vender aqu¨ª. ?No? Pues, bueno, ya lo sabe, as¨ª que, por favor, recoja sus cosas. Gracias y buenos d¨ªas.

En cambio, esto fue lo que un guardia espet¨® con evidente experiencia y oficio:

-?No quiero volver a verle por aqu¨ª!

Sin m¨¢s. Claro, breve y conciso, sin duda eficaz. Y es que, para estos casos, no hay nada como un profesional, al servicio del ciudadano.-