La feria del libro y las mariposas Gala, Mart¨ªn Gaite y P¨¦rez Reverte fueron los autores preferidos por los visitantes
ROSA MAR?A PEREDA"Esto es como, una carrera de caballos", dec¨ªa Manuel Vicent ayer, pasadas las dos de la tarde, con un calor de justicia e intentando refrescarse con un cubata. "Y los caballos somos nosotros". La carrera, la Feria del Libro de Madrid, que cerraba ayer su 55? edici¨®n, y, en la que ellos, los escritores, concursan firmando ejemplares. Los ganadores, seg¨²n los datos de la organizaci¨®n de la feria: Antonio Gala, Carmen Mart¨ªn Gaite y Arturo P¨¦rez Reverte, con un cuarto lugar a disputarse entre Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n y Almudena Grandes, si nos atrevemos a sumar dos t¨ªtulos, seguidos,, tambi¨¦n agotando ediciones, por Fernando Fern¨¢n-G¨®mez, Carmen Rico Godoy y Fernando Vizca¨ªno Casas. Y los participantes, casi legi¨®n, desde los poetas l¨ªricos a los autores de libros de autoayuda, pasando por los cronistas -que el a?o pasado arrasaron en ventas, pero que este a?o han dejado el sitio a los escritores de ficci¨®n- y hasta por las figuras pol¨ªticas, como el flamante portavoz del Gobierno, Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, que ayer controlaba una disciplinada cola delante de la caseta donde firmaba Las ¨²ltimas horas del Barrio de la Cruz.Lo de la fila disciplinada, la gente formada de dos en dos delante del firmante, en vez de en revuelta y murmuradora masa ante el mostrador de la caseta, no era exclusivo de Miguel Angel Rodr¨ªguez: de hecho era m¨¢s larga la que esperaba la firma de P¨¦rez Reverte o la que ten¨ªa delante el dibujante Ib¨¢?ez, inmortal creador de Mortadelo y Filem¨®n. Pero es una novedad de este a?o tanto orden, tanta alineaci¨®n, a¨²n m¨¢s incre¨ªble con el calor y el sol absolutamente inclementes. Porque, como me dec¨ªa un librero, "este a?o es el primero que se rompe la tradici¨®n de la feria pasada por agua". Y es cierto, al mediod¨ªa de ayer no se hab¨ªa encapotado todav¨ªa el cielo, la ¨²nica lluvia que hab¨ªan visto los libros era la de las mariposas africanas, y un calor at¨ªpico hab¨ªa desanimado a muchos del largo pasado por las casetas del Retiro. Es una de las explicaciones que se dan sotto voce a ese estancamiento de las cifras, tanto de visitantes como de ventas, que se har¨¢n p¨²blicas hoy, pero que proyectando las acumuladas hasta el d¨ªa 13 -676 millones de ventas, m¨¢s de mill¨®n y medio de visitantes- van a superar las del a?o pasado y podr¨ªan alcanzar los 900 millones de pesetas y mantener los dos millones y medio de asistentes.
Y mientras, la feria la ven seg¨²n les va en ella. En general los libreros -que se quejan como siempre de la competencia desleal de los editores- sugieren que "est¨¢ de, capa ca¨ªda", pero no se atreven a decirlo muy alto no vaya a ser que esta instituci¨®n del libro que es la Feria del Retiro se ponga a desaparecer, como tantas cosas. Y los editores se la toman m¨¢s bien como un escaparate de prestigio, y algunos, como Sergio de Otto, apostar¨ªan por "exponer m¨¢s que vender; que vendan los libreros", con el argumento de que las cifras de venta directa de los editores en la feria no son significativas en los balances. Eterna discusi¨®n, que hasta ahora se ha solventado con un crecimiento del n¨²mero de casetas que vuelve inabarcable la muestra, y con la continuidad de concurrencia entre editores, distribuidores y libreros.
Los autores ponen cara de v¨ªctima del calor tropical, pero no dejan de ir a firmar, conducidos, un poco s¨¢dicamente, por sus editores, y otro poco por su vanidad. "He firmado muchos libros", dice Carmen Rico Godoy, "pero tambi¨¦n muchos aut¨®grafos". ?Aut¨®grafos? "S¨ª. En cuadernitos, en papeles". Cazadores de aut¨®grafos, la verdadera consagraci¨®n del escritor, su conversi¨®n en estrella separada del libro, sagrado por fin. La firma mas que el texto.
Firmar 100 ejemplares fue emocionante para Clara Obligado, que est¨¢ reeditando ya La hija de Marx, su primera novela, y firmar bastantes m¨¢s de mil -y sin fila delante, con los compradores abigarrados y desordenados, como si fueran antiguos- emociona tambi¨¦n a Carmen Mart¨ªn Gaite. "Ya ves la que he armado", dice, "que no me lo creo". Y en "oleadillas" dice Manuel Vicent que le han ido a pedir la firma a ¨¦l, "animados unos por los otros que ya est¨¢n". T¨ªmido, el p¨²blico. "A m¨ª me miran por razones no s¨¦ si literarias", dice Enma Cohen. Pero esto de la feria no es s¨®lo literario, o lo es en m¨¢s de un sentido: "Como la jaula de los monos", dice Manuel Vicent, y entonces recuerda aquella primera vez en que se traslad¨® de Recoletos al Retiro, y c¨®mo estaba todav¨ªa la Casa de Fieras, y c¨®mo vieron a una pareja de leones hacerlo, "cosa rar¨ªsima", dice, y no s¨¦ si entre leones o en cautividad, y c¨®mo unos ni?os tiraban a los escritores cacahuetes como a los monos de la jaula. "Entonces ven¨ªamos en pandilla, a la caseta del amigo, y lo de firmar era algo divertido que no ten¨ªa mayor importancia comercial, m¨¢s bien era un festejo ingenuo. Ahora venimos a hacer caja". Si aquella feria fue la del amor de los leones, ¨¦sta que termin¨® ayer es la de las mariposas. Ellas han tenido mucho que ver, la ola del calor, el aleteo gris y blanco y rosado y pesado y negro y continuo. Que no han venido los feriantes a luchar contra los elementos.
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