Guadarrama 'mon amour'
Madrid nos obsequia, cuando esto escribo, con unos cielos azules y n¨ªtidos que, sin duda, no se merece una especie tan delet¨¦rea como la humana, y todo me induce al bucolismo salvaje cuando, de pronto, leo que otro camioncito de 36 toneladas ha vuelto a llevarse por delante un cacho de mi querida Guadarrama.Antes de que estos acorazados de la carretera -o la variante que ha de solucionar el problema- arrasen el pueblo, deseo evocar urgentemente, como merecido homenaje, los m¨²ltiples encantos de la Guadarrama de mi ni?ez y adolescencia, cuando a¨²n no exist¨ªan los mamotretos rodantes de 36 toneladas, la capa de ozono estaba hecha una reinona y los chavales, sin tele, destrip¨¢bamos terrones por prados y dehesas, trill¨¢bamos la parva gozosamente, nos lastim¨¢bamos con zarzas, ortigas o alambres de p¨²as en los cercados y absorb¨ªamos naturaleza por todos los poros de nuestro cuerpo y nuestra alma. En Guadarrama aprend¨ª a amar y respetar los ¨¢rboles, disfrutar de los crep¨²sculos y las tormentas, regalarme con la belleza de lo creado; y tengo, en este sentido, una tremenda deuda de gratitud con el que siempre he considerado mi pueblo.
Eran transparentes aquellas ma?anas, como ahora las de Madrid, con una visibilidad casi dolorosa que nos permit¨ªa, no s¨®lo contemplar en detalle los grandes accidentes geogr¨¢ficos, Tablada all¨¢ arriba, Siete Picos, la Mujer Muerta, el Montoncito de Trigo, sino las lejanas evoluciones del peque?o alcot¨¢n en busca de su presa. Ma?anas reci¨¦n nacidas, con el aroma repleto de vida y esperanza del pan candeal y la jara que a¨²n serv¨ªa para cocerlo.
Y era un mundo peque?o, s¨ª, pero pre?ado de luz y poes¨ªa, con una docena de hitos que en nuestra mente siempre se imprim¨ªan con may¨²sculas: la Torre, la Cuesta, la Fuente de los Ca?os, la Calzada, la Alameda, el Pinar, la Dehesa, San Macario, San Pantale¨®n, el Vado de las Mujeres, el Prado de la Filo, la Poza de San Juan. Y los Picutos, claro est¨¢, m¨¢s m¨¢gicos que nada, puesto que, si consegu¨ªas colar un canto en su cornisilla superior, tu fortuna estaba garantizada. ?Fortuna, qu¨¦ fortuna?
Yo s¨®lo pose¨ªa unos pantalones cortos, antiguos bombachos mil veces remendados, unos pantalones cuya longitud excesiva, aun despu¨¦s del arreglo, me desesperaba. Sin embargo, ?cu¨¢ntos tesoros ten¨ªamos a nuestra disposici¨®n los ni?os de entonces...! Comenzando por el show de las cig¨¹e?as en sesi¨®n continua, de febrero a agosto. Y all¨ª mismo, al pie de la torre, el fulgor del mediodia jam¨¢s dejaba de convocar, por esta ¨¦poca, a las enormes y bell¨ªsimas mariposas de las doce, presas de mucho post¨ªn en nuestras cineg¨¦ticas razzias, aunque tambi¨¦n captur¨¢bamos escarabajos multicolores, chicharras y saltamontes, inocentes lagartijas, grillos machos con su bufanda amarilla y hasta grillos reales muy prusianos ellos en sus cosas y con muy mal car¨¢cter: si los encerrabas en una caja de cerillas, produc¨ªan un extra?o fragor de protesta que hac¨ªa temblar su fr¨¢gil mazmorra. Para saciar nuestra hambre de belleza cont¨¢bamos, por ejemplo, con inagotables millones de cuarzo cristalizado. Para paliar la gazuza f¨ªsica, los prados y callejas nos ofrec¨ªan moras de zarza, endrinas y majuelas, corujas y collejas cabe el r¨ªo, y en ¨¦ste, abundantes barbos y centenares de cangrejos de verdad, as¨ª como orondas ranas magn¨ªficas en el remanso del molino viejo de C¨¢ndido, quien, por cierto, tambi¨¦n pose¨ªa dos frondosos morales por cuyas ramas tarzane¨¢bamos en busca (le sus negras, obesas, fragantes y pringosas moras, un manjar inolvidable para aquellos gourmets incipientes.
Y si es por espect¨¢culo, Juanito, Luis y sus hermanos, que hab¨ªan devenido. matarifes se montaban un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n aut¨¦nticos rodeos para conducir las reses al matadero municipal y, una vez apartadas en sus corrales, ejecutarlas luego con m¨¦todos nada as¨¦pticos y no siempre sumar¨ªsimos. Por las noches, fresquitas e iluminadas con faroles de carburo, ten¨ªamos t¨ªteres detr¨¢s de la Fuente.
Invoco aquella l¨ªrica existencia para rogar a los se?ores camioneros, consejeros, ingenieros y quien corresponda que solucionen los problemas viarios de Guadarrama sin destruir del todo su viejo coraz¨®n agropecuiario. As¨ª sea.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.