Una completa panor¨¢mica
Tras exhibirse en Las Palmas de Gran Canaria y en Santa Cruz de Tenerife, se presenta ahora en el MNCARS, de Madrid, esta primera gran retrospectiva que se organiza en nuestro pa¨ªs sobre ?scar Dom¨ªnguez (La Laguna, Tenerife, 1906-Par¨ªs, 1957), una de las grandes figuras que Espa?a aport¨® al surrealismo internacional. El esfuerzo ha sido considerable, porque se han reunido para la ocasi¨®n cerca de 170 obras, que abarcan desde los comienzos art¨ªsticos de Dom¨ªnguez en los a?os 20 hasta las ¨²ltimas que estaba realizando antes de producirse su tr¨¢gica muerte.Vitalista, proteico y con una existencia muy ca¨®tica, t¨ªpica de la mayor¨ªa de los surrealistas, el esfuerzo que ha tenido que realizar la comisaria de la muestra, Ana V¨¢zquez de Praga, no se puede cifrar s¨®lo en la cantidad de obras conseguidas, ni en su extraordinaria dispersi¨®n por todo el mundo, ni siquiera en la selecci¨®n desde el punto de vista de la calidad, sino tambi¨¦n, salvo el caso aislado del meritorio primer trabajo de catalogaci¨®n cr¨ªtica de Fernando Castro Borrego, en la ausencia de una labor previamente realizada al respecto, as¨ª como en el temible asunto de las falsificaciones. Se entiende, por tanto, que la comisaria haya estado trabajando en este proyecto durante bastantes a?os.
El resultado, no obstante, hace bueno este sacrificado empe?o tanto porque lo que ahora se muestra es, sin duda, uno de los m¨¢s completos panoramas de la trayectoria de Dom¨ªnguez, como por lo que la exposici¨®n ha de convertirse en el punto de referencia obligado para cualquier ulterior inter¨¦s sobre la vida o la obra de gran artista canario.
Una retrospectiva de estas caracter¨ªsticas pone en evidencia, por otra parte, los l¨ªmites de la pintura surrealista en s¨ª y los del propio Dom¨ªnguez, cuya desbordante facundia vital llena de altibajos su accidentada trayectoria, donde cabe todo, lo mejor y. lo peor. En todo caso, la mejor prueba de la urdimbre existencial de esta obra es no s¨®lo la relaci¨®n entre bienestar personal y calidad a trav¨¦s de muy concretas etapas, sino que, a veces, vemos pasar a Dom¨ªnguez de un a?o para otro, y casi sin transici¨®n, del entusiasmo creativo y hasta de una muy notable concentraci¨®n l¨ªrica a una desmayada chapucer¨ªa. Sea como sea, al pintor surrealista hay que tomarlo, por lo general, como una fatalidad, pues la vida es la que justifica la obra y no lo contrario, como suele ser lo habitual.
Por ¨²ltimo, advirtamos que esta muestra de Madrid se ha visto comparativamente enriquecida con una media docena de cuadros de m¨¢s respecto a las precedentes, ya que el pr¨¦stamo de las mismas s¨®lo autorizaba su paso por esta ciudad.
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