Alemania nunca desmaya
La Rep¨²blica Checa cay¨® a los cuatro minutos de la pr¨®rroga v¨ªctima del 'gol de oro'
Llegado el momento, los alemanes fueron bien alemanes, el ¨²nico equipo capaz de remontar un partido en la Eurocopa. Como en los viejos tiempos, cuando tiraban de moles como Hrubesch o Dieter Hoennes para remontar los resultados, esta vez encontraron a otro delantero sin otra particularidad que su f¨ªsico espectacular. Bierhoff, un jornalero que ha alcanzado alg¨²n prestigio en el modesto Udinese, fue el h¨¦roe alem¨¢n. Anot¨® el gol del empate cuando las cosas pintaban mal para su equipo y marc¨® el gol de la victoria poco despu¨¦s de comenzarla pr¨®rroga, en eso que se llama la muerta s¨²bita, el gol de oro, o lo que sea. Los checos, que so?aron durante un rato con repetir su inopinada victoria sobre Alemania en la final del 76, fueron los ¨²ltimos en sufrir las consecuencias del rodillo alem¨¢n.La atm¨®sfera de las gradas no se traslad¨® al c¨¦sped, donde los dos equipos jugaron de una manera desapasionada. El juego fue m¨¢s correcto que vibrante. En el reparto de papeles, Alemania obtuvo el protagonismo. Tuvo que atacar porque los checos volvieron a taparse. Jugaron para contragolpear, confiando en el error de su rival, como les gusta. As¨ª lo hab¨ªan hecho durante todo el torneo, con excelentes resultados. Para los alemanes fue una contrariedad. Tambi¨¦n se sienten m¨¢s c¨®modos cuando no dirigen el partido. La falta de talentos les vuelve predecibles. Pero mec¨¢nicos como son, los alemanes acaban por sacar alg¨²n rendimiento a su f¨²tbol. Durante el primer tiempo consiguieron dos ocasiones frente a Kouba, las dos protagonizadas por Kuntz, que tuvo que hacer horas extraordinarias porque Klinsmann estuvo fuera de onda. Las oportunidades de Kuntz confirmaron las excelentes condiciones de Kouba, un portero que parece sedado de tanta tranquilidad que aparenta. Y adem¨¢s domina las cuestiones t¨¦cnicas: achic¨® con mucha naturalidad el ¨¢ngulo en las dos apariciones del delantero alem¨¢n. Sin' embargo, Kouba no hizo todos los deberes. En el gol del empate permiti¨® el cabezazo de Bierhoff en una posici¨®n que es patrimonio de los porteros.
Los checos produjeron sus contragolpes con relativa frecuencia. El equipo tiene un aire oportunista en todo lo que hace. Tira con rapidez el contragolpe y cuenta con los jugadores adecuados para o: e es un centrocampista con llegada, Poborsky es habilidoso y Kuka tiene oficio como delantero centro. En el primera parte, Kuka puso en dificultades a los centrales. Busc¨® con astucia las bandas y sac¨® a los centrales de sitio. Una intercepci¨®n . suya a Eilts provoc¨® la mejor ocasi¨®n de los checos, pero Koepke tap¨® bien en el mano a mano y Kuka no acert¨® a ver la llegada de Poborski por el otro palo.
El corte del partido cambi¨® algo en el segundo tiempo. El juego se volvi¨® m¨¢s intenso, con m¨¢s viaje a las ¨¢reas. Los checos crecieron poco a poco, de la misma manera que en los partidos anteriores. De nuevo ofrecieron su mejor aspecto en el segundo tiempo, como si el desarrollo del partido tuviera un efecto vitam¨ªnico en los jugadores. En Alemania se advirti¨® el desconcierto. No ten¨ªa recursos para llevar el protagonismo del partido y tampoco encontraba la manera de detener las constantes llegadas de los rivales.
El penalti -por decirlo en la versi¨®n el ¨¢rbitro, porque el derribo e Sammer a Poborski se produjo fuera del ¨¢rea- reflej¨® el estado de las cosas en el segundo tiempo. Alemania buscaba alguna luz en el centro del campo y no la encontraba. No ten¨ªa futbolistas para armar el juego porque Hassler en ning¨²n momento record¨® al jugador de la anterior Eurocopa. Los alemanes perdieron el bal¨®n demasiadas. veces, casi siempre en lugares de riesgo, como ocurri¨® en la jugada del gol checo: una recuperaci¨®n de la pelota en el centro del campo dio paso a un contragolpe rapid¨ªsimo y a la falta de Sammer sobre Poborski.
Sin embargo, Alemania es Alemania, un equipo que tiene el h¨¢bito de llegar a las finales y solucionarlas de cualquier modo. Cuando no les sobra el juego, les alcanza su capacidad de agon¨ªstica o su poder¨ªo f¨ªsico. Cuando el partido comenzaba a pintar muy feo, marc¨® Bierhoff.
El gol produjo efectos contradictorios sobre los dos equipos. Alemania entr¨® en un breve estado de euforia. Klinsmann intervino por fin y Ziege volvi¨® a demostrar su categor¨ªa en una formidable jugada por la derecha. La selecci¨®n checa entr¨® en fase depresiva y estuvo a punto de salir arrollada, pero finalmente se recompuso. Lo demandaba un torneo que ha conducido hacia la pr¨®rroga a cinco de los siete ¨²ltimos partidos. Y si el destino tiene alg¨²n valor, lo m¨¢s natural era la tanda de penaltis. No fue as¨ª, porque la fuerza del destino es m¨¢s alemana que nada. Cuando llega el momento siempre hay un Bierhoff en una selecci¨®n que nunca desmaya.
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