El Tour

Quien por primera vez me lo expres¨® con nitidez cartesiana fue el ex presidente franc¨¦s Val¨¦ry Giscard d'Estaing. Tras una leve disertaci¨®n concluy¨®: "Los franceses tenemos dos culturas esenciales, la cultura gastron¨®mica y la cultura literaria". Antes y despu¨¦s, muchos lo habr¨¢n o¨ªdo o le¨ªdo; y yo tambi¨¦n; por a?adidura, yo, lo repito por menos de nada, como ocurre en este caso.Y viene a cuento en la circunstancia presente, porque acabo de descubrir, pensando en Ia sentencia giscardiana, que los franceses, adem¨¢s de las dos culturas referidas, son los art¨ªfices y practicantes y vividores de una tercera cultura esencial: el Tour de Francia. Existen el Giro italiano y la Vuelta a Espa?a: es como la Sant¨ªsima Trinidad de algo que no es sant¨ªsimo ni trino, pero que, en el ciclismo mundial, es el ser o no ser.

Ahora bien, que levante el dedo quien no le reconozca al Tour el carisma deportivo y propagand¨ªstico y colosal y nacionalista y bello y noble y enrevesado de lo que no pueden presumir ni el Giro ni la Vuelta.

Hay que ser franc¨¦s, racionalista, inteligente, amante de s¨ª mismo hasta lo tortuoso si necesario fuere, para decir cada mes de julio, como si no dijeran nada: "Se?ores, el Tour est¨¢ servido; coman y beban a placer, y no piensen, que para eso estamos...".-