Riis abre el desfile hasta Par¨ªs
La etapa de Pamplona tumb¨® a Olano y a Rominger de su posici¨®n en el podio Ahora es Escart¨ªn el primer espa?ol en la general
Indur¨¢in lleg¨® a Pamplona y Pamplona ech¨®, el resto para agasajar a su hijo predilecto. No vest¨ªa Indur¨¢in de amarillo. No viajaba en cabeza. Acompa?aba en el sentimiento a los dos perdedores de la jornada, el espa?ol Olano y el suizo Rominger, que unieron su suerte hasta el final. Pamplona rindi¨® tributo a Indur¨¢in, pero no se olvid¨® de Riis. Era l¨®gico: Indur¨¢in hubo de subir al podio para responder a los aplausos; all¨ª mismo levant¨® el brazo de Riis en se?al de reconocimiento. La jornada ten¨ªa un perfil tan disuasorio que el Tour lleg¨® a la meta totalmente resuelto. Se cayeron del podio Olano y Rominger en favor de Ullrich y Virenque. Se resolvieron todas las, cuestiones, salvo una: el duelo entre Festina y Telekom en la general por equipos.El puerto de Soudet hizo la selecci¨®n natural. No era ni mucho menos tarde, pero tampoco demasiado pronto. Frente a la creencia de que las posiciones apenas se alterar¨ªan ante una etapa tan brutal, se rebelaron los escaladores. S¨®lo el l¨ªder y su compa?ero Ullrich tuvieron, fuerzas para seguir adelante. Fue de nuevo Virenque quien desat¨® las hostilidades, fue de nuevo Rominger el primero que perdi¨® de vista a Riis y fue de nuevo Indur¨¢in quien acept¨® el papel que le corresponde en este Tour. Quiso darles r¨¦plica hasta que su cuerpo dijo basta. La carrera qued¨® rota - a nada menos que 150 kil¨®metros de la meta. Riis se hizo con el mando de un grupo casi escogido a dedo: todos sus componentes ten¨ªan argumentos para trabajar en la escapada.
Los ten¨ªa Virenque porque se colocaba en el podio. Los ten¨ªa Ullrich por doble motivo, ayudaba a Riis y se situaba segundo en la general, cerca de redondear una actuaci¨®n perfecta para un hombre de 23 a?os que disputa su primer Tour. Para los buscadores de nuevos valores no hay ahora corredor m¨¢s en alza que este alem¨¢n.
Y all¨ª estaban tambi¨¦n Dufaux, Leblanc, Ugrumov y Luttenberger, el segundo mejor debutante. Y por supuesto Escart¨ªn. Hasta para Escart¨ªn era una apuesta sin riesgo: la escapada le permiti¨® ascender al sexto puesto en la general y proclamarse ahora mismo el mejor situado del pelot¨®n espa?ol. Todos eran jefes de fila y, en su defecto, lugartenientes de lujo.
El reparto de tareas daba para una sencilla ecuaci¨®n: si delante se. juntaban los hombres con m¨¢s fuerza y detr¨¢s les persegu¨ªan quienes hab¨ªan dado muestras evidentes de debilidad, la caza se convert¨ªa en un absurdo. Unos viajaban en un Mercedes y los otros manejaban un utilitario.
La suma de los kil¨®metros, las horas de trabajo bajo un calor insoportable beneficiaron al grupo de jefes, raz¨®n por lo que la diferencia alcanz¨® los ocho minutos. No hubo otro movimiento apreciable que ir comprobando c¨®mo la distancia se agrandaba. Bastaba, incluso, con observar la est¨¦tica de cada uno de los dos grupos: los jefes circulaban en orden, como una lanza contra el viento; sus perseguidores llevaban a cuestas su pesadumbre, todo lo m¨¢s simulaban una retirada organizada.
La llegada a Pamplona provoc¨® el apetito de Riis, que salt¨® en busca de la victoria. Dice que ha aprendido de Fignon y dice bien, porque no se mostr¨® conformista. La victoria fue para el franc¨¦s Dufaux, pero Riis demostr¨® estar en estado de gracia. A sus 32 a?os, se le acumulan las buenas noticias en un mes. Y, adem¨¢s, las fuerzas le sonr¨ªen: el desfile hasta Par¨ªs ha comenzado para ¨¦l.
No queda m¨¢s asunto que resolver que un enfrentamiento menor entre los dos mejores equipos de este Tour, el Telekom y el Festina. La derrota del Mapei (hasta ayer tercer aspirante a este premio) fue inapelable. Juan Fern¨¢ndez hab¨ªa anunciado un ataque minutos antes de darse la salida; su intervenci¨®n no pudo ser m¨¢s desafortunada: ni hubo ataque, ni una buena defensa.
Abraham Olano y Tony Rominger ni siquiera pudieron reparar los da?os: la contrarreloj del pr¨®ximo s¨¢bado en Burdeos ha perdido todo inter¨¦s para ellos.
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