Austin recoge el testigo de Fosbury
El norteamericano gana un concurso de altura marcado por el hundimiento de Sotomayor
En los Juegos de M¨¦xico 68, un saltador estadounidense provoc¨® primero la risa, luego el desconcierto y finalmente la celebraci¨®n con una desconocida t¨¦cnica. Se llamaba Dick Fosbury y saltaba de espaldas al list¨®n. Fosbury gan¨® la medalla y pr¨¢cticamente acab¨® con el dominio del rodillo ventral. Desde los Juegos de 1984, todos los atletas utilizan el denominado Fosbury flop. Mientras la t¨¦cnica se universalizaba, los norteamericanos eran incapaces de repetir el triunfo de Fosbury. Despu¨¦s de 28 a?os, Charles Austin consigui¨® acabar con la sequ¨ªa. Salt¨® 2,39 ante el fervor del p¨²blico. Quince cent¨ªmetros m¨¢s de la que logr¨® el pionero no tan exc¨¦ntrico Fosbury en M¨¦xico.La prueba, que tuvo la complejidad t¨¢ctica de las grandes competiciones de salto de altura, y tambi¨¦n una considerable emoci¨®n, estuvo marcada por las dificultades de Javier Sotomayor, el mejor especialista de la historia en salto de altura y r¨¦cordman mundial con 2,45 metros.
Sotomayor, que el pasado a?o fue derrotado por Troy Kemp en la final del Campeonato del Mundo, se resinti¨® de la lesi¨®n que padece en la rodilla y el tobillo izquierdos. Durante toda la temporada ha sufrido para alcanzar el nivel que le permitiera ganar en Atlanta. Finalmente ha sido imposible. Sin embargo, todos sus adversarios le mostraron su respeto despu¨¦s de que Sotomayor no pudiera superar los 2,32 metros, una altura sencilla en condiciones normales para el cubano, que ha saltado por encima de 2,30 m¨¢s de 170 veces en su vida. Por primera vez desde que ten¨ªa 16 a?os, Sotomayor, de 28, no ha superado en un a?o 2,33 metros. El Tigre de Limonar super¨® los 2,25 al primer intento, pero despu¨¦s se arriesg¨® y decidi¨® pasar en 2,29. Impotente, tropez¨® tres veces con el list¨®n en 2,32, cada vez de forma m¨¢s aparatosa, mientras a su alrededor los j¨®venes a los que una y cien veces ha derrotado -los Topic, Partyka, Hoen, Simith, Forsyth y hasta el griego Papakostas- perd¨ªan el miedo y el respeto y superaban la altura, y al hombre que antes les asustaba, con facilidad.
Charles Austin, otro atleta que ha sufrido numerosas lesiones durante su trayectoria deportiva, se acerc¨® para consolar a Sotomayor. "S¨®lo deseo que te recuperes y vuelvas a tu m¨¢ximo nivel", le dijo. Para Austin, la victoria fue una recompensa largamente esperada. Desde su victoria en los Mundiales de 1991, hab¨ªa pasado un calvario de lesiones. Se lleg¨® a pensar que su carrera estaba terminada. Pero Austin se ha recuperado. En la final fue el mismo saltador liviano y ¨¢gil del Mundial del 91. Y tambi¨¦n un gran competidor. Apretado por el polaco Partyka y por el ingl¨¦s Steve Smith, Austin asumi¨® todos los riesgos posibles y recogi¨® con un salto de 2,39 metros -cinco cent¨ªmetros m¨¢s que el salto que le dio a Sotomayor el oro en Barcelona- el testigo de Dick Fosbury.
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