La respuesta de Europa a la globalizaci¨®n
Despu¨¦s de la reuni¨®n del G-7 y el debate suscitado sobre las consecuencias para el empleo de la globalizaci¨®n tiene sentido analizar este fen¨®meno, tratando de sintetizar su tendencia actual, por las distintas fuerzas que se originan en los principales bloques econ¨®micos. En esta reflexi¨®n se parte de nuestra posici¨®n en el ¨¢mbito internacional. No debemos olvidar que Espa?a es un pa¨ªs mediano y que su estrategia no puede ser otra que optimizar su adaptaci¨®n a la evoluci¨®n de las grandes tendencias internacionales y que su capacidad de influencia deriva de su presencia en las instituciones comunitarias. En t¨¦rminos generales, ?debemos ver la globalizaci¨®n como una amenaza o como algo positivo para la productividad y el crecimiento?Obviamente, no se puede hablar de globalizaci¨®n sin referirnos a la regionalizaci¨®n. De hecho, los dos fen¨®menos se refuerzan y est¨¢n creando oportunidades para conseguir una mayor integraci¨®n Norte-Sur y aumentar la productividad y la competencia, as¨ª como el nivel de vida, en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. Hoy la globalizaci¨®n est¨¢ conducida por fuerzas microecon¨®micas que tienden a promover, de hecho, la integraci¨®n regional y, de derecho, los acuerdos entre pa¨ªses y ambos, constituyen un reto para las empresas y los Gobiernos. La globalizaci¨®n refleja al menos cuatro fen¨®menos:
1. Disminuci¨®n del protagonismo relativo a la econom¨ªa estadounidense.
2. Crecimiento de los mercados financieros globales, a partir de la desregulaci¨®n de finales de los setenta y el desarrollo de las tecnolog¨ªas de informaci¨®n en tiempo real. El incremento de las transacciones se ha multiplicado pasando de 600.000 millones de d¨®lares por d¨ªa, a finales de los ochenta, a m¨¢s de un bill¨®n de d¨®lares por d¨ªa, en 1995. La globalizaci¨®n de los mercados financieros ha acentuado las fluctuaciones y la volatilidad, reduciendo el poder de los bancos centrales en el control de las monedas y la capacidad de maniobra de los Gobiernos en pol¨ªtica monetaria.
3. La globalizaci¨®n de la actividad de las empresas ha fortalecido la internacionalizaci¨®n de la competencia as¨ª como la cooperaci¨®n interempresarial. Esta cooperaci¨®n ha propiciado diversas opiniones, en gran medida equivocadas, sobre la influencia que la relocalizaci¨®n de la producci¨®n en pa¨ªses de mano de obra m¨¢s barata y recientemente industrializados, est¨¢ teniendo en el crecimiento del desempleo de los pa¨ªses maduros, as¨ª como a una creciente dualidad y el incremento de trabajadores pobres en los pa¨ªses desarrollados.
4. Generalizada preocupaci¨®n por los grandes temas medioambientales, como el recalentamiento del planeta y deterioro de la capa de ozono.
Desde el punto de vista de la organizaci¨®n de la producci¨®n, la presi¨®n competitiva ha provocado la crisis de los sistemas de producci¨®n masiva y propiciado nuevas f¨®rmulas de organizaci¨®n. Otro factor que ha cambiado la din¨¢mica de la competencia es la globalizaci¨®n de la demanda y el acortamiento de la vida de los productos, adem¨¢s de la considerable reducci¨®n del coste de transporte. El secreto del ¨¦xito est¨¢ en organizaciones m¨¢s flexibles, que aprovechen todas las capacidades y la creatividad de los equipos de producci¨®n, m¨¢s all¨¢ de la tecnolog¨ªa, aplicando su ¨¦nfasis a eliminar ineficiencias, mejorando la organizaci¨®n y la direcci¨®n del trabajo y, a veces, creando redes de compa?¨ªas.
En todo este proceso hay un claro efecto de regionalizaci¨®n y una creciente renovaci¨®n de fuertes intereses en desarrollar relaciones interregionales, lo cual ha derivado en que se distingan, de hecho o de derecho, al menos tres claras regiones econ¨®micas: Europa Occidental, Am¨¦rica del Norte y Asia del Pac¨ªfico.
En esta concentraci¨®n de poder econ¨®mico, lo importante es armonizar los objetivos de los grandes bloques, sin olvidar la solidaridad con los pa¨ªses m¨¢s atrasados ?En qu¨¦ situaci¨®n quedan los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo? Mientras algunos se est¨¢n incorporando r¨¢pidamente a un proceso de desarrollo, la mayor¨ªa no lo hace y su renta per c¨¢pita ha crecido menos de la mitad que los pa¨ªses con rentas altas en la pasada d¨¦cada. Si a esto a?adimos la gran diferencia de crecimiento demogr¨¢fico, deduciremos que la situaci¨®n se agravar¨¢ progresivamente en el futuro y puede constituir un serio problema pol¨ªtico y social. Por tanto, aparte del componente ¨¦tico de la solidaridad, existe tambi¨¦n un inter¨¦s econ¨®mico y social para la cooperaci¨®n, para evitar conflictos y para resolver cuestiones de inter¨¦s general, como los problemas medioambientales. Por eso, las pr¨®ximas dos d¨¦cadas son decisivas para alcanzar en estos pa¨ªses unas condiciones de vida adecuadas.
En esta regionalizaci¨®n interesa evaluar la situaci¨®n de la UE y su nivel de competencia en el ¨¢mbito internacional.. Un reciente estudio de la OCDE sobre pa¨ªses industrializados muestra que en los ¨²ltimos 20 a?os el empleo en la industria europea ha ca¨ªdo un 20%, mientras en el conjunto de la OCDE ha disminuido s¨®lo un 8%, en Estados Unidos apenas ha cambiado y en Jap¨®n ha subido un 2%. Y este mismo efecto se est¨¢ produciendo tambi¨¦n en cuanto a la contribuci¨®n de la industria en el PIB.
Este panorama, sin embargo, es menos negativo, si se examinan los datos de I + D y del flujo de inversi¨®n directa. Tambi¨¦n hay casos de sectores que han ganado competitividad y de compa?¨ªas, como es el caso de Siemens que triplic¨® sus ventas en Estados Unidos en la pasada d¨¦cada y adem¨¢s est¨¢ desarrollando un programa de alta tecnolog¨ªa. En la situaci¨®n comparativa de las grandes corporaciones, en 1976 hab¨ªa 73 compa?¨ªas europeas frente a 79 estadounidenses; esta situaci¨®n ha cambiado en la d¨¦cada de los noventa, en que existen 79 europeas frente a 68 estadounidenses, lo que puede simbolizar tambi¨¦n, en alguna medida, el peligro que para la gran industria estadounidense representa la europea. Los grandes grupos como Shell, Roche, Siemens y Unilever, se est¨¢n midiendo de igual a igual con sus competidores internacionales.
Pero la situaci¨®n comparativa europea, en cuanto a mercado de trabajo., est¨¢ muy condicionada por el alto coste de la mano de obra y la escasa flexibilidad, a la vez- que incide negativamente la falta de formaci¨®n, en lo que se refiere a productos de alta tecnolog¨ªa. Ahora no hay m¨¢s de 600 millones de trabajadores en el mundo capaces de trabajar en industrias complejas, pero en los pr¨®ximos 20 a?os, la cifra puede alcanzar m¨¢s de 3.000 millones y esto puede representar una amenaza para Europa, si no desarrolla sus recursos humanos ni es lo suficientemente sofisticada para rivalizar con Jap¨®n o Estados Unidos, o es demasiado cara para competir con los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, en productos menos complejos.
Uno os actores que, sin duda, m¨¢s condiciona el desarrollo, es la inversi¨®n en I + D. De las 20 compa?¨ªas que m¨¢s invierten, el liderazgo lo tienen ahora Jap¨®n y Estados Unidos, mientras que Europa ha quedado atr¨¢s, salvo el caso de Alemania y Suecia. Los pa¨ªses de la UE dedicaron, en 1991, un 1,96% del PIB a I + D (incluyendo industria militar); frente a un 2,74% de Estados Unidos, 2,87% de Jap¨®n y un 2,66% en Alemania. Tambi¨¦n ha ca¨ªdo el n¨²mero de patentes registradas en Europa. En cuanto al sector servicios, el progreso ha sido r¨¢pido en los sectores financiero y de apoyo a negocios y profesionales, pero existen todav¨ªa monopolios en industrias como telecomunicaciones y transportes, en los que la productividad est¨¢ muy lejos de alcanzar los niveles estadounidenses. Pero aparte de las barreras comerciales y la excesiva regulaci¨®n, el gran reto de la industria de. servicios europea es encontrar la fuerza necesaria para enfrentarse a sus rivales internacionales.
Si nos referimos al tradicionalmente desarrollado sector de servicios financieros, en la batalla por la competencia Europa est¨¢ perdiendo terreno, primero con la banca japonesa, y m¨¢s recientemente con la estadounidense. Los bancos norteamericanos manejan grandes flujos de capital y cuentan con grandes sumas de los fondos de pensiones independientes, lo que les otorga una posici¨®n dominante. Adem¨¢s, han desarrollado una tecnolog¨ªa propia que les asegura una posici¨®n de liderazgo, sobre todo en los nuevos productos y, como se ha dicho, el sector financiero es quiz¨¢ el m¨¢s globalizado, lo que acaba por atraer las mayores operaciones y los mejores profesionales.
En cuanto a la inversi¨®n directa, el crecimiento de los flujos durante los a?os ochenta, estuvo marcado por su car¨¢cter regional, con compa?¨ªas europeas invirtiendo fundamentalmente en Europa y compa?¨ªas asi¨¢ticas invirtiendo en Asia. Sin embargo, a partir de los a?os noventa se aprecia una nueva fase con un incremento de los FID dirigidos a pa¨ªses emergentes. Asia puede as¨ª liderar un cambio de tendencia, seguida por Latinoam¨¦rica, Europa del Este, Jap¨®n y ?frica. A pesar de ello, Europa contin¨²a siendo un foco de atenci¨®n de la inversi¨®n internacional, en base a la gran importancia de su mercado y la estabilidad econ¨®mica y pol¨ªtica garantizada por las leyes. Por todas estas razones, se puede afirmar que Europa se encuentra en una fase de transici¨®n y ofrece a los inversores un entorno seguro, en industrias de futuro, comunicaciones y tecnolog¨ªa, as¨ª como en todas aquellas en las que los costes salariales no excedan del 5%-10% de los totales.
En este panorama hay un factor a tener en cuenta, que es el envejecimiento de la poblaci¨®n. En proyecciones para los pa¨ªses europeos miembros de la OCDE, el n¨²mero de personas de 65 a?os y m¨¢s pasar¨¢ de 50 millones a m¨¢s de 70 en los pr¨®ximos 40 a?os, y en el mismo periodo, las personas en edad de trabajar pasar¨¢ de cinco a tres, por cada persona de m¨¢s de 65 a?os. ?ste es uno de los problemas m¨¢s graves para Europa, de cara a la competencia internacional, puesto que altera las pautas de consumo y ahorro, producci¨®n, inversi¨®n y empleo.
?Cu¨¢les son las medidas que debe adoptar Europa para recobrar el dinamismo? En primer lugar, hay que priorizar el fortalecimiento de la propia econom¨ªa y, al tiempo, adoptar medidas correctoras. Los distintos pa¨ªses deben potenciar el desarrollo de sus puntos fuertes y especializaciones y, en este sentido, la diversidad de Europa es un factor positivo. Entre las medidas correctoras, Europa debe ser capaz de actuar coordinadamente, tratando de atender los problemas de estabilidad y seguridad nacional y optimizar sus recursos, afrontando el futuro con actuaciones precisas, como favorecer los programas de educaci¨®n y formaci¨®n, as¨ª como, I + D; encontrar un equilibrio para los sistemas de protecci¨®n social y sectores deficitarios, que ayude a controlar el crecimiento del gasto p¨²blico; buscar soluciones imaginativas para la gente mayor; mejorar el balance coste-beneficio de los problemas medioambientales; impulsar la flexibilidad de los mercados laborables, y favorecer la integraci¨®n con los pa¨ªses centroeuropeos y del Este de Europa.
A pesar de que se manejan varios escenarios, el m¨¢s probable parece dirigirse a un crecimiento. equilibrado, en tomo al 3%, con participaci¨®n de todas las grandes regiones en un avance tecnol¨®gico, y creaci¨®n de un c¨ªrculo de desarrollo, ecol¨®gicamente positivo, coexistiendo con una mayor solidaridad internacional. Como todas las construcciones te¨®ricas, este escenario es demasiado simplista, pero facilita la reflexi¨®n. De hecho, todos los futuros son inciertos y todos son posibles, pero el porvenir se construye y su orientaci¨®n depender¨¢ de las prioridades y el esfuerzo de los grandes pa¨ªses y corporaciones, en una u otra direcci¨®n. Pero lo que s¨ª est¨¢ claro es que, cuanto mayor sea la fortaleza econ¨®mica de un ¨¢rea, mejores ser¨¢n sus condiciones para la competencia y mayores sus oportunidades frente a las dem¨¢s, y conviene mirar el avance de otras regiones m¨¢s como una oportunidad que como una amenaza, ya que anclarse en el proteccionismo de, una econom¨ªa puede conducir m¨¢s a un estancamiento que a un desarrollo equilibrado.
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