Mucha estrella y poco cine en la noche inaugural
De Niro, Hoffman, Vittorio Gassman y Kevin Bacon dan fuerza a la endeble 'Sleepers'
Hollywood suele encumbrar directores pompas de jab¨®n y el mediocre Barry Levinson es uno de los que m¨¢s arriba est¨¢ llegando. Doblemente oscarizado -por la tragable Rain man y por la intragable Bugsy-, amenaza con alcanzar el triplete con Sleepers, que anoche inaugur¨®, con lluvia de estrellas incluida, este foral de etapa de la postra veneciana presidida por Gillo Pontecorvo, que deja la poltrona del Lido y amenaza con volver a dirigir pel¨ªculas, que es el oficio que le ha dado una fama que desde La batalla de Argel hay que mirar con lupa. Anoche, dentro y fuera de la pantalla del Palazzo, las formidables presencias de Dustin Hoffman, Robert de Niro, Vittorio Gassman y Kevin Bacon salvaron la gala inaugural, dirigida y seleccionada respectivamente por los insalvables Levinson y Pontecorvo.
ENVIADO ESPECIAL, Hace ocho a?os, Dustin Hoffman -que cuanto m¨¢s envejece m¨¢s se contiene y mejor le salen las cosas- llen¨® de cordialidad y credibilidad el fr¨ªo e incre¨ªble pastelito agridulce de Rain man y, mano a mano con Tom Cruise, sac¨® las casta?as del fuego a la incapacidad de Barry Levinson para escapar de la encerrona de sus limitaciones, que son muchas y no parece ser plenamente consciente de ellas, pues siempre la emprende con asuntos argurmentales muy ambiciosos, que s¨ª los tratase a fondo le desbordar¨ªan por los cuatro costados.Sleepers no es una excepci¨®n: sobre el papel es seria, grave, ambiciosa e interesante, pero sobre la pantalla la resultoner¨ªa vence a la ambici¨®n y el inter¨¦s se diluye en efectismo y oportunismo. De otra manera, Levinson echa a perder un gran asunto, como hizo en Rain man, y no digamos en la desastrosa Bugsy, por no hablar de El joven Sherlock Holmes, Toy Story y otros pretenciosos globitos de colores, en los que la punta instant¨¢nea de una aguja desvela a chorros la materia imaginar¨ªa que contienen: a¨ªre, met¨¢fora de nada.
Pero la cortedad creativa del director Levinson est¨¢ asistida por la impagable escolta del guionista Levinson y del vendedor Levinson, que son dos linces, sobre todo el segundo. En efecto, si su gui¨®n de Sleepers derrocha habilidad, su organizaci¨®n de la producci¨®n y el reparto son hallazgos que bordean la maestr¨ªa.
La escritura del filme es un c¨¢lculo de tiral¨ªneas. Se engancha a la moda de la adaptaci¨®n a la pantalla de literatura -buena o mala, pero de ¨¦xito: los llamados best sellers- y organiza una de esas "novel¨ªculas" que hacen ahora furor dando astutos gatos por liebre en cien idiomas y cien mil candorosas pantallas, que digieren sin rechistar este terco ejercicio de suplantaci¨®n del talento por la simulaci¨®n.
Actores eminentes
Y el reparto, el llamado casting, redondea la jugada, y aqu¨ª, por suerte, sin trampa, pues si el guionista-tah¨²r Levinson enga?a, el productor Levinson cede la batuta a sus int¨¦rpretes y son ¨¦stos quienes se encargan de dar verdad a la mentira que pone en sus manos. Dustin Hoffman y Kevin Bacon hacen trabajos eminentes y, junto con Roben de Niro, Vittorio Gassman y el largo homog¨¦neo reparto, son los ¨²nicos creadores de cine que hay en Sleepers. Y esto es mucho decir, pues contemplar sus composiciones, verles construir aut¨¦nticos personajes desde la nada es una delicia, adem¨¢s de una reconciliaci¨®n del espectador con el gran signo del gran cine, que sigue siendo el rostro humano. Y as¨ª nos situamos ante el lado constructivo que encubre la actual devastaci¨®n que padece Hollywood: la recuperaci¨®n del cine de actor
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