Limpia cal irlandesa

Hollywood nos dio ayer una de sucia arena, pero contribuy¨® con su dinero a que Europa equilibrara un poco el desaguisado con otra de limpia cal irlandesa: la reconstrucci¨®n, con algunas arritmias y concesiones a la galer¨ªa, pero en¨¦rgica y emocionante, de los ¨²ltimos y tumultuosos a?os de la vida de Michael Collins, figura clave en la construcci¨®n, entre 1915 y 1920, del proceso de independencia de Irlanda del Imperio Brit¨¢nico.La creaci¨®n que Liam Neeson (catapultado a la celebridad por su reconstrucci¨®n de otra figura hist¨®rica legendaria, la de Oskar Schindler en el filme de Steven Spielberg) es de una precisi¨®n y una vitalidad asombrosas, lo que sit¨²a a esta admirable int¨¦rprete en la cabeza de los candidatos al premio al mejor actor de esta Mostra.

El resto del largo reparto de actores brit¨¢nicos e irlandeses es de una cohesi¨®n perfecta, con la ¨²nica excepci¨®n del pegote que se ve obligada a interpretar Julia Roberts, y no a causa de ella sino, de la, artificialidad de su innecesario personaje, que es obviamente un gancho de glamour en un relato duro y sin concesiones al consumo de cine f¨¢cil.

Es probablemente un peaje que Neil Jordan se ha visto obligado a pagar en especie, para que las cuentas corrientes de la productora Geffen y la distribuidora Warner le facilitaran la evidentemente muy costosa realizaci¨®n de esta notabil¨ªsima pel¨ªcula escrita y dirigida, apasionadamente y con derroches de gran oficio, por ¨¦l.