El Valencia levanta la bandera de Luis
El equipo de Mestalla consigue un triunfo memorable sobre el Bayern
De todo esto algo ten¨ªan que decir los jugadores: en el duelo que enfrent¨® a Luis con el presidente Roig y su protegido, Romario, los jugadores dijeron que est¨¢n de parte del primero. Los escogidos por el t¨¦cnico fueron muy elocuentes: proclamaron una defensa ac¨¦rrima de su entrenador con un partido de extraordinaria entrega y entusiasmo que derrib¨® la maquinaria alemana. Luis se encumbr¨® en Mestalla a trav¨¦s de sus hombres, en una noche hist¨®rica en Mestalla. El d¨ªa 24 visitar¨¢n el Olimpia Stadium con Aragon¨¦s en el banquillo. Si quiere, claro.Mientras Roig le preparaba la guillotina a Luis, sus hombres salieron dispuestos a retirarle la cabeza de la afilada hoja. Plantearon un partido hormonal, sin concesiones: cada bal¨®n era una emboscada que habr¨ªa que salvar el pellejo. Se plasmaba, en definitiva, el esp¨ªritu de Luis sobre Mestalla, en la que se presum¨ªa como su ¨²ltima noche.
. El Bayern asist¨ªa at¨®nito. Sobre todo porque, tan s¨®lo algunos minutos antes, previos al gol de Engonga, se hab¨ªa paseado con cierta opulencia por el c¨¦sped de Mestalla: una llegada aqu¨ª de Rizzitelli, otra de Scholl, que desperdiciaban como quien no le concede mayor importancia. Era entonces cuando el Valencia, preso de la tensi¨®n y la envergadura del rival, estaba punto de desmoronarse. Lo hubiera hecho si Scholl est¨¢ m¨¢s certero.
Pero la noche era de Luis y de sus hombres. Moya, que hasta el momento se atropellaba una y otra vez por sus ansias de ganar, provoc¨® el penalti decisivo, la jugada que cambiar¨ªa el ¨¢nimo de unos y otros. Al Valencia le serv¨ªa para creerse que era posible, que a base de presi¨®n, entrega y entusiasmo escalar¨ªa el monte alem¨¢n.
Adem¨¢s las ¨®rdenes de Aragon¨¦s cobraban entonces un sentido pleno. Lo de jugar arropaditos y salir disparados no era tan mala idea como parec¨ªa. Ahora era la id¨®nea. Fundamentalmente porque arriba, en el horizonte, hab¨ªa dos hombres que se morir¨ªan por cazar un bal¨®n, por muy desamparado que llegara: Claudio L¨®pez, m¨¢s Piojo que nunca, y Goran VIaovic, el croata cuya movilidad convirti¨® en un ovillo a los dos centrales alemanes. El segundo periodo termin¨® como amaneci¨® el primero: con el Bayern tocando madera, la que cobija a Zubizarreta, lo que preludiaba una noche m¨¢gica para el Valencia, que a la siguiente jugada lograba el 3-0.
Con el resultado que se antojaba escandaloso, Luis quiso tapar a su equipo (retir¨® a Piojo por Poyatos), y Pairetto quiso tapar al Bayern, que es un grande de Europa y no conviene tampoco exagerar. Eran tiempos para el disfrute local, para hacer sangre de un Bayern hundido, aplastado por el aliento del esp¨ªritu de Luis. Y de su capacidad t¨¢ctica. ?De d¨®nde si no result¨® que Ziege pas¨® como un fantasma? De que Karpin cayera con notable acierto en banda derecha. Al final, con la lluvia, surgi¨® una postal ¨¦pica en la que el Valencia acab¨® de barrer al Bayern.
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