Que se aclaren
ESPA?A ES el pa¨ªs de la Uni¨®n Europea que m¨¢s gasta en medicamentos por cada afiliado a la Seguridad Social y es tambi¨¦n el que destina un mayor porcentaje de su presupuesto sanitario a farmacia: el 25% (800.000 millones). Ante estas cifras, pocos discuten que la supervivencia del sistema p¨²blico de salud depende en gran medida de la contenci¨®n del gasto farmac¨¦utico. Pero no parece que los actuales responsables de Sanidad tengan las ideas muy claras sobre c¨®mo encarar el problema. A menos de dos semanas de la presentaci¨®n. en el Congreso del proyecto de Presupuestos, las medidas que se anuncian en este cap¨ªtulo siguen siendo confusas y contradictorias. En alguna ocasi¨®n m¨¢s parec¨ªa que se lanzaban hip¨®tesis un poco a boleo para medir el grado de resistencia (fe la opini¨®n p¨²blica, para retirarlas luego en caso de rechazo severo. Pero es dif¨ªcil encontrar f¨®rmulas de ahorro de gasto p¨²blico que no lo provoquen.- El r¨¦cord de la ida y vuelta m¨¢s rotunda y r¨¢pida lo han establecido estos d¨ªas el ministro de Sanidad y su subsecretario. El primero anunci¨®, o eso se le entendi¨®, que se iba a ampliar la lista de medicamentos que la Seguridad Social no paga por su "menor relevancia terap¨¦utica". Es decir, una extensi¨®n del medicamentazo tan denostado por el PP cuando estaba en la oposici¨®n. A esa medida se a?ad¨ªan otras dos: la potenciaci¨®n del uso de f¨¢rmacos gen¨¦ricos y la fijaci¨®n de un precio de referencia cuando existen varias marcas comerciales de un mismo medicamento, de forma que la Seguridad Social pagar¨ªa s¨®lo por el producto m¨¢s barato de la gama.
Apenas veinticuatro horas despu¨¦s, el ministerio desment¨ªa, por boca del subsecretario, que fuera a producirse una ampliaci¨®n del medicamentazo. Es cierto que hubiera constituido una muestra suprema de incoherencia pol¨ªtica, ya que en este caso no se pod¨ªa argumentar que se tratara de un cambio de programa exigido por los socios nacionalistas. Seguramente la causa hay que buscarla en el sentido del rid¨ªculo de algunos dirigentes del PP, cuyas campanudas cr¨ªticas de ayer han sido reproducidas estos d¨ªas de manera profusa. Y as¨ª, todo ha quedado en que el Gobierno del PP se contentar¨¢ con aplicar con todo rigor el medicamentazo socialista.
En cualquier caso, las otras dos medidas anunciadas por el ministro de Sanidad con vistas a contener el gasto sanitario son razonables y no pueden ser calificadas en modo alguno de antisociales. El fomento del uso de medicamentos gen¨¦ricos podr¨ªa suponer un sustancial ahorro para las arcas de la Seguridad Social. Algunos lo han cifrado, seguramente con excesivo optimismo, en cientos de miles de millones. En la misma l¨ªnea se inscribe el prop¨®sito de establecer una lista de precios de referencia, de forma que en cada familia de medicamentos se abone concargo a la Seguridad Social el importe que corresponda al m¨¢s barato y el paciente pague la diferencia si adquiere un producto m¨¢s caro.
La implantaci¨®n de este tipo de medidas origina siempre fuertes resistencias de la poderosa industria farmac¨¦utica, pero a menudo tambi¨¦n de los propios m¨¦dicos. En general, ambos colectivos niegan la equivalencia absoluta de diferentes f¨¢rmacos, por mucho que sus principios activos b¨¢sicos sean los mismos. Pero un cliente del sector farmac¨¦utico tan formidable como la Sanidad p¨²blica tiene que. estar en condiciones de imponer a la industria medidas tan razonables como ¨¦stas. En todo caso, su aplicaci¨®n requiere la colaboraci¨®n de los m¨¦dicos, y seguramente era con sus representantes con quienes el ministerio debi¨® hablar en primera instancia. Frente. al. tan criticado recetazo -cobro de una tasa por receta sin excluir a los pensionistas-, que finalmente se ha sacado de los Presupuestos, estas otras medidas van en la direcci¨®n correcta, por mucho que de entrada tampoco sean muy populares.
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