Multilateral
Cuandolos nacionalistas aparentan re sistirse todav¨ªa a ratificar el collage de recortes que quiere aprobar el Gobiernocomo un puzzle presupuestario, entra en su recta final el pacto auton¨®mico firmado entre Aznar y Pujol. En efecto, hoy mismo est¨¢ previsto que se decida el nuevo modelo de financiaci¨®n territorial en: la sede del Consejo de Pol¨ªtica Fiscal Y Financiera. Y all¨ª deber¨ªa refrendarse la cesi¨®n a las comunidades aut¨®nomas del 30% del IRPF: sin topes y con capacidad normativa. Se trata de una proposici¨®n pol¨¦mica que conviene debatir desapasionadamente. Y el juicio que probablemente merezca es el de s¨ª, pero... Aunque en todo caso deber¨ªa ser aprobada por consenso multilateral, y no por imposici¨®n de un pacto bilateral.
El s¨ª a la corresponsabilidad parece incontestable. Tanto es as¨ª que, si exceptuamos alg¨²n demagogo jacobino, nadie sensato lo discute. Se han dado distintos argumentos a su favor, como son el reparar las injusticias fiscales o el de mojarse recaudando ingresos, y no s¨®lo distribuyendo gastos.
Pero hay que subrayar el que parece esencial: la corresponsabilidad es el mejor motor del desarrollo econ¨®mico. Este argumento suele usarse en sentido opuesto, para resistirse alegando que la corresponsabilidad agrava la desiguadad del subdesarrollo. Pero no es cierto. Como han demostrado las teor¨ªas de la dependencia, lo ¨²nico que se logra mediante subvenciones externas es perpetuar el subdesarrollo. Por el contrario, como los Gobiernos (estatales o auton¨®micos) tienen un compulsivo apetito de ingresos, para que ¨¦stos crezcan es condici¨®n necesaria y suficiente desarrollar su base imponible interna. As¨ª, la corresponsabilidad es la palanca fiscal que obligar¨¢ a las autonom¨ªas a desarrollar al m¨¢ximo su potencial de crecimiento, escapando a la trampa de la dependencia asim¨¦trica.Ahora bien, no sin cautelas, l¨ªmites o contrapesos. Muchos de los peros a la corresponsabilidad ya est¨¢n siendo aireados, como su. desconocido coste presupuestario, por ejemplo. Adem¨¢s, como es obvio, hay que calcular muy bien todos los mecanismos equilibradores de compensa
ci¨®n interterritorial, evitando agravios comparativos o lesiones en derechos adquiridos. Pero hay dos cuestiones cruciales que suelen ser desatendidas, aunque amenazan con distorsionar el proceso. Se trata, por una parte, de la desigual composic¨ª¨®n de las rentas territoriales. Hasta aqu¨ª, todo descansa en la cesi¨®n delIRPF. Pero se olvida que hay comunidades con gran proporci¨®n de rentas salariales que sufren en mucha mayor medida la presi¨®n fiscal de los impuestos directos: como. Madrid,, Catalu?a, Arag¨®n, Pa¨ªs Vasco y Asturias, por este orden, todas ellas por encima de la media estatal. Mientras que hay otras donde escasean los asalariados o predominan las rentas de capital de la peque?a propiedad, como Extremadura, Castilla-La Mancha o Galicia, por debajo del 80% de la media estatal, por lo que se evaden en buena medida de la presi¨®n fiscal directa.
Pero el peor obst¨¢culo es quiz¨¢ el derivado del modelo formal que adopte el sistema auton¨®mico. ?Se trata de un agregado de pactos, bilaterales entre el Gobierno central y cada comunidad aut¨®noma, como intentan los nacional¨ªstas? ?O se trata mejor de un contrato social multilateral entre todas las unidades territoriales del mismo Estado com¨²n? Es evidente que debiera tenderse hacia este segundo modelo, tal como revela la experiencia multilateral de la Uni¨®n Europea y de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (multilateralidad a la que tratan de resistirse brit¨¢nicos y norteamericanos, respectivamente, tan proclives a forzar un bilateralismo del que puedan aprovecharse jugando con ventaja). Pues, si se adopta el primer modelo bilateral, puede caerse en el dilema del free rider (gorr¨®n o par¨¢sito racional), denunciado por Mancur Olson como el m¨¢s disgregador y disolvente. Por desgracia, parece ser ¨¦ste el ¨²nico modelo que toleran los nacionalistas, tan propicios hist¨®ricamente a recabar con ¨¦xito el excluyente proteccionismo bilateral del Estado. ?Es preciso, pues, resignarse?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.