Le mato un toro en Madrid
El autor de la Tauromaquia muri¨® en Madrid v¨ªctima de una cornada. Parece un sarcasmo. Las normas que establec¨ªa Pepe-Hillo para dominar las reses bravas, cabr¨ªa deducir, no sirven para nada: puestas en pr¨¢ctica, vence el toro.Nunca dijo Hillo, sin embargo, que esas normas constitu¨ªan un seguro de vida. Sentaba las reglas del arte para dominar los toros de diversa condici¨®n, pero concedi¨¦ndoles las ventajas que exige el orden de la lidia.
Enti¨¦ndase: la concepci¨®n del toreo, desde sus or¨ªgenes hasta que lo desvirtuaron los modernos taurinos, consist¨ªa en que el toro deb¨ªa desarrollar su poder y su bravura, y el diestro le dar¨ªa, con valor y riesgo, la lidia que conviniera en cada caso.
La torer¨ªa ha venido cumpliendo fielmente las reglas de la Tauromaquia, no porque tuvieran car¨¢cter de dogma sino porque en 200 a?os no han aparecido otras mejores que sirvieran para lidiar correctamente los toros. No obstante, desde unos a?os ac¨¢ han ca¨ªdo en el olvido. La ciencia taur¨®maca ha quedado reducida a esos "?T¨®cale!" y "?Pi¨¦rdele pasos!" que les gritan a los diestros desde los callejones, cuya intenci¨®n es justamente la contraria a lo que propugnaba Pepe-Hillo. "T¨®cale": inclinar el enga?o al pit¨®n contrario para alejar la embestida; "Pi¨¦rdele pasos": en vez de ganar terreno al toro, ced¨¦rselo.
Si hace 200 a?os el toreo hubiese sido como hoy se practica y los toros esa ruina, no habr¨ªa escrito Pepe-Hillo tauromaquia alguna: los toros inv¨¢lidos no necesitan tauromaquias sino manuales de supervivencia. Posiblemente, ni la fiesta existir¨ªa. Y si subsiste es por la fuerza de su historia; de las proezas de los grandes maestros; de la lidia emocionante a los toros ¨ªntegros; del m¨¦rito de quienes arrostraron con gallard¨ªa su peligro. Como Pepe-Hillo, corneado hasta morir por el toro Barbudo, el 1 de mayo de 1801 en Madrid.
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