Dos siglos de la 'Tauromaquia'
Las normas que dict¨® Pepe-Hillo para el arte de torear mantienen su vigencia
Han pasado doscientos a?os desde que se publicara la c¨¦lebre Tauromaquia o arte de torear, firmada por el diestro Jos¨¦ Delgado, Pepe-Hillo. Su celebridad se debe a que era el primer tratado taurino donde que daban recogidos y ordenados los preceptos del toreo y, seg¨²n indica su t¨ªtulo, pretend¨ªa convertirse en una "obra util¨ªsima para los toreros de profesi¨®n, para los aficionados y toda clase de sujetos que gustan de toro?. Aparece en C¨¢diz, en 1796, y la osad¨ªa de semejante aventura la justificaba el autor porque "en un siglo tan fino, que se escribe hasta de casta?uelas ( ... ), aunque alguno haya tenido sus pujos de escribir del toreo, no se atreviera a avanzar esta empresa, como insuperable por falta de conocimientos pr¨¢ctico?.
El torero m¨¢s famoso
Experiencia no le faltaba al maestro sevillano Pepe-Hillo, pues en este a?o era el torero m¨¢s famoso y se encontraba en la cima de la popularidad. Por entonces el diestro de Ronda Joaqu¨ªn Rodr¨ªguez, Costillares, inventor del vuela pie y organizador de la lidia y de las cuadrillas, se hab¨ªa retirado en 1790, y su rival Pedro Romero abandonar¨ªa la profesi¨®n tres a?os m¨¢s tarde, dejando a Hillo como protagonista indiscutible en las plazas.Su sagacidad para fijar por escrito lo que se consolidaba d¨ªa a d¨ªa result¨® muy oportuna. El tratado apareci¨® firmado con su nombre, pero es seguro que Pepe-Hillo no lo escribi¨®, pues resulta imposible que este texto, de estilo neocl¨¢sico, lo hubiera redactado un hombre que no sab¨ªa leer ni escribir. Jos¨¦ Mar¨ªa de Coss¨ªo rese?a como redactor a Jos¨¦ de la Tixera, amigo del torero y gran aficionado.
La publicaci¨®n de Tauromaquia resulto novedosa por doble motivo. El toreo a caballo daba paso al toreo a pie, y aqu¨¦l perd¨ªa inter¨¦s para el respetable, m¨¢s inclinado por la temeridad del enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Y "ya que la afici¨®n de los toros est¨¢ en su punto, hac¨ªa falta una obrilla que patentara el d¨¦bil y fuerte de arte tan brillante", seg¨²n relataba el autor en sus notas preliminares.
El segundo motivo- fue que se autorizase su publicaci¨®n y escurrir el bulto a las titubeantes prohibiciones de la lidia. La Pragm¨¢tica Sanci¨®n de 1785 prohib¨ªa "las fiestas de toros de muerte en todos los pueblos del Reino, a excepci¨®n de los que hubiere concesi¨®n, perpetua o temporal, con destino p¨²blico de sus productos ¨²til o piadoso
La "libertad vigilada" que dur¨® 20 a?os, produjo un efecto contrario. Los antitaurinos de la ¨¦poca no consiguieron suprimir las corridas. Los importantes beneficios de los espect¨¢culos se invert¨ªan en los hospitales y los gestores de las plazas no estaban dispuestos a renunciar a sus dividendos. Adem¨¢s, la nobleza era furiosamente taurina y la supresi¨®n supon¨ªa un descalabro para los ganaderos. La afici¨®n se divid¨ªa entre la ortodoxia de Costillares, el conocimiento y buenas maneras de Pedro Romero y la temeridad sin l¨ªmites de Hillo.
La primera edici¨®n de Tauromaquia difer¨ªa considerablemente de la segunda, m¨¢s popular, editada en Madrid en 1804. Los cambios se debieron seg¨²n el aficionado corrector, a que "el estilo provincial llena de confusi¨®n a los lectores". Adem¨¢s se aument¨® con "una noticia hist¨®rica sobre el origen de las fiestas de toros en Espa?a". La primera parte de la obra detallaba desde la suerte de frente o a la ver¨®nica hasta la de banderillas; desde los toros que se ci?en hasta los abantos; desde el recorte hasta el volapi¨¦; as¨ª como 12 advertencias para aficionados y diestros, ya que "el arte de torear tiene por fundamentos principales esp¨ªritu y conocimiento?. Dedicaba los siguientes cap¨ªtulos a la acci¨®n ofensiva y defensiva de los toros y a las suertes "de picar a caballo y a pie, y del modo de derribar, enlazar y coger las rese?. La Tauromaquia de Pepe-Hillo es, despu¨¦s de dos siglos, el tratado taurino por definici¨®n, la recopilaci¨®n de preceptos que da a los diestros mando y certeza.
Babelia
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