Valle
As¨ª lo llamaban a comienzos de siglo: Valle. Lo de Valle-Incl¨¢n (o don Ram¨®n Mar¨ªa, o don Ram¨®n) vino despu¨¦s. As¨ª, como Valle, lo sorprendi¨® Juan Ram¨®n Jim¨¦nez a comienzos de siglo y lo record¨® a su muerte en el magn¨ªfico ensayo que dedic¨® a su memoria. Valle y sus Luces de bohemia han vuelto ahora a Madrid de la mano del hombre que las estren¨® hace 27 a?os, Jos¨¦ Tamayo, en el justo momento de su homenaje. Bienvenidas sean. La perspicacia cr¨ªtica de Eduardo Haro Tecglen ha detectado cierta antig¨¹edad en el montaje, pero tambi¨¦n ha se?alado que la obra es tan grande que lo resiste todo.Yo debo reconocer que la noche del estreno Valle se apoder¨® de m¨ª, y me tuvo dos horas en el cielo del teatro con su palabra de m¨¢rmol manchado de sangre, con su idioma de un Madrid brillante y siniestro, que ser¨¢ para siempre nuestro Madrid, con su descenso a los c¨ªrculos infernales de la pol¨ªtica, a la ley de fugas, al terrorismo de Estado. Con su luminoso y duro Max Estrella, esa criatura memorable donde Valle traz¨® la mejor met¨¢fora de s¨ª mismo. Porque ese poeta ciego y hambriento, que se muere satisfecho de no haber llevado una velilla en la tr¨¢gica mojiganga, es una m¨¢scara de Valle; es Valle con la identidad profunda que tienen las grandes met¨¢foras. Valle pas¨® hambre, como Max Estrella; Valle tuvo mala estrella, como Max, que a veces es calificado as¨ª, en grotesco reconocimiento de su infortunio; Valle era manco como Max era ciego.
Alguna cr¨ªtica ha dicho que en la obra de Valle falta lo humano; se echa de menos el aliento del hombre. ?Qu¨¦ entender¨¢n estos se?ores por humano? ?No lo es Max? Hasta las cachas, desde luego, y por su voz est¨¢ hablando m¨¢s que el Alejandro Sawa que se ha dicho, pero que s¨®lo prest¨® sus harapos y algunas desdichas al personaje; est¨¢ hablando, digo, la misma voz de Valle: un Valle infravalorado por muchos, aunque no por los m¨¢s grandes, que no pod¨ªa estrenar, que vend¨ªa mal sus libros, pese a ser el mejor prosista de su tiempo, el mejor novelista de su tiempo y el mejor dramaturgo de su generaci¨®n, y que s¨®lo tuvo alguien con quien igualarse en la persona de su disc¨ªpulo, Garc¨ªa Lorca, que lleg¨® al teatro casi cuando ¨¦l se marchaba para recibir de sus manos el cetro glorioso.
Su persona genial, su melena, su barba de chivo (Rub¨¦n) o de cola de caballo (Juan Ram¨®n), su manga vac¨ªa, sus quevedos gruesos, ocultaban a los m¨¢s su condici¨®n de hijo de la palabra, de criatura de la palabra, que lo dio todo por ella: dinero, honores, dignidades, vanidades. Escribi¨® tragedias ¨¦picas cuando nadie las escrib¨ªa; escribi¨® esperpentos que concuerdan de modo asombroso con el teatro expresionista de los alemanes de entreguerras; hizo teatro de la crueldad a?os antes que Artaud. Pese a lo cual, en el colegio nos ense?aron que sus dramas eran novelas dialogadas y que era un estilista, pero no un novelista. Un esteta, un carlista estetizante, un decadente. Un inmoral.Luces de bohemia es la m¨¢s terrible denuncia del poder que se ha escrito nunca en el teatro espa?ol, nuestro m¨¢s alto drama pol¨ªtico. Quiz¨¢ por eso, entre otras cosas, nadie se atrevi¨® a montarla en vida del autor. En aquel Madrid la polic¨ªa asesinaba, y Valle lo dice: he aqu¨ª las cloacas del Estado. Un poeta bohemio y ciego se da cuenta de las limitaciones de su est¨¦tica, del letal resplandor amarillo de las torres de marfil, y lo se?ala y acusa. Todos est¨¢n podridos, todos est¨¢n envilecidos, todos mienten, en fin. ?Qui¨¦n iba a estrenar aquello? Tuvo que ser un extranjero, el gran director franc¨¦s Jean Vilar, quien se atrevi¨® con la obra en Par¨ªs en 1963. El ¨¦xito fue enorme. A¨²n tardar¨ªamos seis a?os en verla en Espa?a, precisamente de la mano de Tamayo. Yo recuerdo aquella versi¨®n y c¨®mo un p¨²blico, hastiado ya de la dictadura, acog¨ªa con ovaciones los perdurables exabruptos de Max Estrella. Ahora, 27 a?os despu¨¦s, la obra es la misma y no es la misma, como sucede con las grandes obras de arte. Quiero decir que ha cambiado el entorno, y eso hace que los acentos dur¨ªsimos del drama resuenen en otro espacio, choquen con otras paredes, reboten en otros muros, pero la denuncia del poder y de sus corrupciones y de sus, cr¨ªmenes sigue palpitante, sigue clamando con esa hermosura que es uno de los rostros de lo terrible. Bienvenidas sean estas Luces de bohemia.
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