El Senado conden¨® en 1983 la guerra sucia... en Argentina
"El Estado se degrada e incapacita para combatir el terrorismo cuando renuncia a la legalidad", dec¨ªa el dictamen que aprob¨® la C¨¢mara alta dos meses antes del nacimiento de los GAL
"Son formas de lucha que nunca podr¨¢n aprobarse en nombre de la moral, ni de la raz¨®n, ni a¨²n de la llamada raz¨®n de Estado. Que ni siquiera pueden justificarse para combatir los brotes del terrorismo. Pues a¨²n siendo evidentemente el terrorismo uno de los grandes problemas de nuestro tiempo, no se le combate correctamente generando, para hacerle frente, un terrorismo de Estado. Porque el Estado se degrada e incapacita radicalmente para combatir el terrorismo cuando renuncia de antemano a lo que le confiere autoridad pol¨ªtica y moral para hacerlo: su propia legalidad".Esta condena expresa y rotunda del terrorismo de Estado fue aprobada por el pleno del Senado el 1 de agosto de 1983, dos meses antes de que, con, el secuestro de Lasa y Zabala, hicieran su brutal aparici¨®n los GAL, que dejar¨ªan casi tres decenas de cad¨¢veres, la mayor¨ªa de personas ajenas por completo a ETA, hasta julio de 1987.
La C¨¢mara alta no se pronunciaba entonces, tampoco lo har¨ªa luego, sobre la guerra sucia contra ETA, sino sobre la desaparici¨®n de espa?oles en Am¨¦rica, v¨ªctimas de los reg¨ªmenes militares que asolaron el continente en la d¨¦cada de los setenta.
El juez Baltasar Garz¨®n, que el pasado 12 de septiembre abri¨® un proceso a las juntas militares argentinas -a iniciativa de la Uni¨®n Progresista de Fiscales, ha pedido al Senado el dictamen de la comisi¨®n especial de investigaci¨®n creada por el Parlamento- espa?ol hace ahora 14 a?os.
La primera cuesti¨®n a dilucidar es cu¨¢ntos espa?oles desaparecieron durante la dictadura argentina (1976-1983): Garz¨®n habla en su auto de 297 casos; mientras que la comisi¨®n del Senado acredit¨® 35 espa?oles y 174 hijos, nietos, y c¨®nyuges. No obstante, en un anexo al dictamen parlamentario, se recogen las pistas facilitadas entonces por el Ministerio de Asuntos Exteriores: 35 espa?oles, 112 hijos y 106 nietos.
La iniciativa de Garz¨®n ha sido recibida, tanto en Espa?a, como en Argentina, con general escepticismo, te?ido de esperanza en el caso de las v¨ªctimas y de incomodidad en el de las autor¨ªdades. El secretario de Estado para la Cooperaci¨®n Internacional, Fernando Villalonga, declar¨® el 12 de octubre en Abc que la iniciciativa del juez espa?ol se "ha recibido mal y con preocupaci¨®n" en Argentina, "porque supone un factor de inestabilidad". Por el contrario, Julio C¨¦sar Strassera, el fiscal que acus¨® a las juntas militares, expres¨® el s¨¢bado en Santiago de Compostela su confianza en que Garz¨®n dicte una orden internacional de captura contra los responsables de la desaparici¨®n de miles de personas en su pa¨ªs.
El dictamen deja comisi¨®n del Senado, que calificaba de "cr¨ªmen contra la humanidad" y por tanto imprescriptible, lo sucedido en Argenltina, fue aprobado por una unanimidad de los grupos parlamentarios, con la excepci¨®n parcial del Popular, que trat¨® sin ¨¦xito suprimir el apartado en el que se criticaba la pasividad e inoperancia del Poder Judicial argentino ante las denuncias.
El informe repudiaba sin paliativos el comunicado difundido, el 29 de abril de aquel a?o por la Junta Militar, que intentaba justificar el secuestro y asesinato indiscriminados como efecto colateral e involuntario de la guerra contra la subversi¨®n. "Entre los casos examinados de espa?oles o descendientes de espa?oles desaparecidos", replic¨® el dictamen del Senado, "no se ha conocido, un solo ejemplo en que la persona detenida lo hubiese sido portando armas, luchando o resisti¨¦ndose a la autoridad".
Los militares argentinos no consiguieron entonces su confensado prop¨®sito de responder s¨®lo ante Dios y la historia de las atrocidades cometidas, pero lo lograr¨ªan, a?os despu¨¦s, ya bajo gobiernos democr¨¢ticos, con las leyes de Amnist¨ªa, Obediencia Debida y Punto Final.
La comisi¨®n del Senado no pudo viajar a Argentina para estudiar all¨ª la situaci¨®n, porque la embajada de dicho pa¨ªs en Madrid neg¨® el correspondiente permiso. En cambio, recogi¨® durante siete meses m¨²ltiples informes de organizaciones humanitarias y de derechos humanos, incluidas las Madres de la Plaza de Mayo, as¨ª como testimonios de familiares de desaparecidos y de supervivientes de los campos clandestinos de concentraci¨®n.
Quiz¨¢ el testimonio m¨¢s soIbrecogedor que escucharon los senadores fue el de Graciela Geuna, a la que preguntaron c¨®mo consigui¨® salir del campo de La Perla: "Es que necesitaban dejar gente con vida para ellos mismos, es decir, para sentirse no s¨¦ si, posiblemente, un poco descargados de culpa y, por otro lado, como manifestaci¨®n de poder total. A m¨ª una vez uno me dice: "El que tiene poder puede conceder. Total, si ustedes salen y hablan, ?qu¨¦ nos importa mientras tengamos el poder?" O sea, para m¨ª era igual, el mismo hecho que nos dejaran en libertad o que nos mataran. Ellos lo que nos quer¨ªan demostrar y lo dec¨ªan siempre: 'Dios somos nosotros'. Yo creo que es el poder decirte: 'A vos te dejo vivir porque es que no me interesas' o "A vos te mato porque tampoco me interesas".
El entonces ministro de Exteriores, Fernando Mor¨¢n, felicit¨® a los senadores y proclam¨® que los gobiernos democr¨¢ticos no pueden ser neutrales cuando se infringen de una manera repetida, constante, que casi se hace norma, los derechos de los ciudadanos y cuando las v¨ªctimas de esas infracciones son precisamente ciudadanos espa?oles".
El pleno del Senado tuvo escaso eco en los peri¨®dicos del 2 de agosto de 1983. Las primeras planas de ese d¨ªa estaban dominadas por la fotograf¨ªa del funeral por los dos guardias civiles asesinados por ETA en Guetaria (Guip¨²zcoa), al que asisti¨® el titular de Interior, Jos¨¦ Barrionuevo. Una de las viudas se le abrazo gritando: "?Haga algo, senor ministro! ?Haga algo!".
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