El placer como oficio
Es un tipo peculiar, amante de las mujeres, del cine, de los puros, de la literatura, de la m¨²sica, de La Habana y, en resumen, de los placeres de la vida. Naturalmente lo peculiar no es lo que le gusta sino el haber tenido el talento suficiente para convertirlo en su oficio.La amplia bibliograf¨ªa de Guillermo Cabrera Infante desde Vista del amanecer desde el Tr¨®pico o Tres tristes tigres hasta Ella cantaba boleros, no es sino la espl¨¦ndida huella de sus inquietudes y querencias, un camino que nos lleva directamente a su personal y m¨ªtico Oz y en el que, con toda seguridad, se est¨¢ preparando una gran fiesta con Freddy, Lecuona, Bola de Nieve, Bebo Vald¨¦s, Cachao, Beni, Lezama, N¨¦stor Almendros, Paquito D'Rivera y Linda Fiorentino, por citar tan s¨®lo a unos cuantos.
Guillermo Cabrera escribe de y sobre lo que ama, y pr¨¢cticamente todo lo que le conmueve ocurre en los bares y calles de La Habana; quiza por eso su estilo rezuma vida y sus personajes, pasi¨®n.
Recorrer sus p¨¢ginas es sumergirse en ambientes en los que la intensidad sentimental exige una autodefensa inteligente: la iron¨ªa. Sin ella, autor y lectores bordear¨ªamos la muerte por sobredosis emocional. Se dir¨ªa que Cabrera Infante se enfrenta a la recreaci¨®n de los recuerdos con ese maravilloso toque profesional con que Israel L¨®pez arremete un danz¨®n.
Los dos son muy capaces de seducir a quienes les escuchan o leen para inmediatamente despu¨¦s adoptar la actitud cordial de quienes no reconocen m¨¢s m¨¦rito en sus creaciones que las de ser parte de un oficio que se ejerce con honestidad y todo el talento del que se dispone.
Dicho as¨ª parece demasiado prosaico pero basta darse una vuelta por las vanidades y egolatr¨ªas que andan sueltas por el mercado para valorar actitudes como las de Guillermo Cabrera Infante.
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