GOMA
Tal d¨ªa como hoy, hace dos anos exactamente, este cronista estaba en Goma (Zaire). All¨¢ lejos, en pleno tr¨®pico tr¨¢gico, en plena nostalgia gatuna, uno se percata de que a las ciudades se las ama con la misma intensidad que a las grandes pasiones. Algunos ciudadanos estamos enamorados de Madrid. Pero s¨®lo se da uno cuenta cuando est¨¢ lejos, al igual que ocurre con las personas. En los bell¨ªsimos atardeceres a orillas del lago Kivu, este cronista se juntaba con dos cooperantes madrile?as de M¨¦dicos del Mundo y le d¨¢bamos la serenata a un loro asilvestrado que hab¨ªa en la casita alquilada por la organizaci¨®n en el centro de Goma.
Cant¨¢bamos: "Madrid, Madrid, Madrid, en Zaire se piensa mucho en ti". Y el loro, que se las sab¨ªa todas, contestaba: "?Chulona m¨ªa, chulona m¨ªa!". Nunca supimos si lo pregonaba por compasi¨®n o para mofarse de nosotros. Estos d¨ªas Madrid es un clamor de Goma, dolor el¨¢stico. Una vez tragado el bochorno por el desd¨¦n oficial hacia los brigadistas internacionales, pretendes olvidar meti¨¦ndote en otra pena m¨¢s grande. La radio, la prensa, la televisi¨®n y las conversaciones de taberna est¨¢n tomadas por los hutus y los tutsis, por esas estremecedoras miradas infantiles que son retrato pat¨¦tico del hambre y el terror, de la muerte imp¨²dica. Las sedes de organizaciones no gubernamentales son un hervidero de voluntarios que se ofrecen para hacer lo que sea. Madrid, a pesar de algunos, es una ciudad muy solidaria.
En Goma se rod¨® La reina de ?frica. Humphrey Bogart se enfangaba en sublimes casta?as de whisky por los tabernuchos menesterosos de la ciudad. En algunos de esos mismos bares, al atardecer (nimugoroba en idioma suajili) este cronista so?aba hace dos a?os con Madrid acompa?ado por la magn¨ªfica cerveza zaire?a. Ahora, desde aqu¨ª, con el s¨ªndrome de Javier Mar¨ªas en el alma y con una ca?a de Mahou, el cronista se muere por volver para llevar a aquella gente un osito y un madro?¨ªn. Ma?ana, en la batalla, pensar¨¦ en ti, Madrid.
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