Ch¨®fer de compa?¨ªa
Los dos ¨²nicos coches de Velilla se preparan para competir en Madrid

Velilla de San Antonio (3.800 habitantes) s¨®lo tiene dos taxis. Y le sobran. Su due?o, Jos¨¦ Quejido, de 63 a?os, para sobrevivir los utiliza tambi¨¦n como ambulancia, coche nupcial o veh¨ªculo de empresa. Su hija conduce el otro coche. "Lo tuve que comprar porque a las vecinas las llevamos a las revisiones ginecol¨®gicas al hospital. Y ya que las llevas a Madrid, tienes que acompa?arlas al doctor. Y un hombre no est¨¢ bien que est¨¦ con ellas en esos momentos", dice. "Tener taxi aqu¨ª no es rentable, porque hay poco negocio. S¨®lo trabajo cuando alguien necesita ir a Madrid o va a Barajas", explica. Por estas razones, Quejido se muestra satisfecho con la pr¨®xima inclusi¨®n de su pueblo en el ¨¢rea unificada del taxi; una entrada que le permitir¨¢ recoger turistas en el aeropuerto, cargar pasajeros en la capital y meterse por los carriles reservados para el transporte p¨²blico. "Ahora podr¨¦ parar en la zona reservada para taxistas del aeropuerto. Hasta ahora, a pesar de que mi veh¨ªculo es un autotaxi, ten¨ªa que esperar en el aparcamiento de los turismos. Y ganar¨¦ m¨¢s".
Quejido, cuyo veh¨ªculo carece de tax¨ªmetro, Cobra por debajo de las tarifas del Ayuntamiento de Madrid. "Pido 3.000 pesetas por ir a la avenida de Am¨¦rica desde Velilla, mientras que un taxista de Madrid no lo hace por menos de 5.000. Si pusiera sus precios, para dos clientes que tengo, se me asustar¨ªan"
Lo que no le convence es lo de pintar de blanco y con una raya roja sus veh¨ªculos, un Mercedes plateado y otro oscuro, que conduce su hija Julia. "Pintar un coche y ponerle tax¨ªmetro me va a salir por unas 300.000 pesetas por lo menos. ?Y qui¨¦n lo va a pagar? Porque yo estoy totalmente entrampado con las letras. Mi mujer, cuando hace cocido, le echa alguna para darle m¨¢s sabor", bromea. "Y encima, he tenido que comprar estos coches, tan caros, porque los clientes me lo requer¨ªan. Una empresa norteamericana contrata, de vez en cuando, mis servicios para que vaya a buscar a sus ejecutivos al aeropuerto. Y, claro, no te puedes presentar all¨ª con seiscientos".
Lo que peor lleva es que los polic¨ªas de Madrid duden a veces de que conduce un taxi. "El otro d¨ªa gir¨¦ en un lugar donde s¨®lo pueden hacerlo los veh¨ªculos p¨²blicos. Me par¨® un agente y me quiso poner una multa. Tuve que sacarle toda la documentaci¨®n y demostrarle que yo conduc¨ªa un taxi, de Velilla, pero un taxi".
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