El Puerto celebra con Rafael Alberti la quinta entrega de las memorias del poeta
El escritor public¨® hace 56 a?os el primer volumen de 'La arboleda perdida'
"Recupero el hilo de mi arboleda perdida, nunca olvidada, con este quinto libro de memorias, 56 a?os despu¨¦s de haber comenzado aquel primero". As¨ª inicia Rafael Alberti el pr¨®logo de su ¨²ltima obra, la quinta entrega de sus memorias, que fue presentada anoche en El Puerto de Santa Mar¨ªa (C¨¢diz), en la fundaci¨®n que lleva su nombre. El poeta, que cumplir¨¢ 94 a?os el 6 de diciembre, estuvo acompa?ado de su esposa, Mar¨ªa Asunci¨®n Mateo, y arropado por el pueblo de El Puerto. El volumen, editado por Anaya-Mario Muchnik a partir de los art¨ªculos que Alberti public¨® en EL PA?S, es una mezcla de recuerdos, apuntes de viajes, sensaciones y descripciones con una gran emoci¨®n po¨¦tica.
Con el patio interior de la Fundaci¨®n Rafael Alberti abarrotado de vecinos de El Puerto de Santa Mar¨ªa, el poeta apareci¨® risue?o elegantemente vestido, ayudado de un bast¨®n y de su esposa. Abri¨® el acto Mario Muchnik, hijo de Jacobo Muchnik, que public¨® el primer volumen de La arboleda perdida. El editor record¨® c¨®mo Alberti le ense?¨® la poes¨ªa y el antifascismo durante una subasta a beneficio de la Rep¨²blica celebrada en Buenos Aires: "T¨² has sido mi profesor de est¨¦tica y de ideolog¨ªa". Tomaron luego la palabra Miguel Garc¨ªa-Posada y Jaime Siles y el acto termin¨® con un recital de Jos¨¦ Luis Pellicena con versos de Marinero en tierra. Alberti recibi¨® risue?o y emocionado las palabras de todos ellos.El poeta Jaime Siles defini¨® ayer el libro como "la muestra de una prosa excepcional, m¨¢s pl¨¢stica que ideol¨®gica, elegiaca en sus tonos y precisa en sus colores. Alberti desgrana en este quinto tomo de La arboleda perdida esa prosa clara, emocionada, espec¨ªfica de los mejores poetas hispanos del siglo, como Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, Machado o Neruda", afirm¨® Siles.
A lo largo de las 200 p¨¢ginas del libro, que Alberti ha dedicado a Mar¨ªa Asunci¨®n Mateo y a los hijos de ¨¦sta, David y Marta, el autor de Marinero en tierra parte del entierro de su primera esposa, Mar¨ªa Teresa Le¨®n, en 1988. "Ellas, con esa sabia entereza que s¨®lo poseen las mujeres, han sido los aut¨¦nticos ¨¢ngeles en momentos muy distintos de mi vida, los pilares que han alentado mi des¨¢nimo", escribe Alberti en el pr¨®logo, que, con el ¨²ltimo cap¨ªtulo y algunos poemas sueltos, forman los textos in¨¦ditos del libro.
Cerca del coraz¨®n
Alberti se detiene a menudo en el relato del frenes¨ª de su vida p¨²blica en la Espa?a democr¨¢tica -recitales, homenajes, actos oficiales, viajes...-, y no parece haber tiempo casi para la melancol¨ªa. Parecen importarle m¨¢s los sabores, los colores, los momentos dulces del amor: "Alberti no narra la p¨¦rdida del para¨ªso ni la desesperaci¨®n del exilio", dice Siles, "Alberti mira ahora desde un plano de mayor altitud, desde el Everest, desde el punto m¨¢s alto de observaci¨®n: mucho m¨¢s cerca del coraz¨®n que de los ojos". Es tal vez la distancia que da la intuici¨®n de que la vida est¨¢ cumplida, pero no agotada, pues en el libro Alberti reitera su deseo de llegar a los 115 a?os. "Hay balance de errores, pero la culpa no aparece; habla de Dios pero se mantiene firme en sus convicciones: son las memorias del encuentro interior, de la aceptaci¨®n de s¨ª mismo".Y tambi¨¦n las de la memoria m¨®vil, oscilante, que tiene sitio para la poes¨ªa, para "los versos exaltados, que flotan en la humareda de los siglos", o para los "Versos de los largos silencios de mi vida", escribe el poeta, "y de los felices y amistosos d¨ªas", pero tambi¨¦n para los versos f¨¢ciles, que son sin embargo tan dif¨ªciles, esos juegos de palabras que tanto le gustan a Alberti: "Calzoncillo y camiseta, los dos por seis mil pesetas".
Y hay mucho sitio tambi¨¦n para los amigos, Paco Rabal, Roberto Matta, Fernando Villal¨®n, Gerda Taro ("bell¨ªsirna y genial fot¨®grafa h¨²ngara asesinada en Brunete") y para los otros amores, "correspondientes a mis libros" m¨¢s reconocidos, pero nunca citados expl¨ªcitamente: "?Cu¨¢ntas cosas he dejado de contar en estas arboledas!"
Tambi¨¦n hay momentos hilarantes e im¨¢genes llenas de belleza po¨¦tica", dice Siles, como la de la ropa tendida encima de la bah¨ªa de C¨¢diz azotada por el Levante o la espera infinita a la salida del cementerio de Majadahonda el d¨ªa del entierro de Mar¨ªa Teresa Le¨®n. Y sobre todo hay esperanza, dice Siles, "y una sensualidad de alto contenido er¨®tico pero nunca pornogr¨¢fico, con momentos como el ¨²ltimo p¨¢rrafo en que parece a punto de traspasar la barrera sin permit¨ªrselo". "Prima lo vivido", concluye Siles, "por supuesto hay espacios vac¨ªos porque la memoria es caprichosa y est¨¢ sujeta al azar. Pero queda la prosa excepcional, natural, vac¨ªa de artificios y la serenidad de un hombre que sabe su vida cumplida pero a¨²n no acabada".
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