Los padres de Europa discuten
Las cosas se mueven en Europa. Conforme se acercan las fechas para la entrada a la tercera fase de la uni¨®n econ¨®mica y monetaria (UEM), se multiplican las intervenciones y emerge un debate oculto: qu¨¦ tipo de sociedad va a funcionar a partir del cumplimiento de los criterios de convergencia. El Pacto de. Estabilidad es uno de esos aspectos, pero no el ¨²nico ni el fundamental.Jacques Delors se ha unido a la pol¨¦mica que hace unos d¨ªas mantuvieron Helmut Schinidt y Hans Tietmeyer: los padres del proceso participan en la controversia. La posici¨®n de Delors coincide -l¨®gicamente- m¨¢s con la de Schinidt que con la del jefe del Buba; recuerda el socialista franc¨¦s que a la luz de Maastricht se debe elaborar un Pacto de Estabilidad, pero tambi¨¦n de crecimiento, "que restablezca la confianza entre los Estados miembros, que devuelva la credibilidad al proyecto europeo y permita realizar con ¨¦xito y provecho para nuestros ciudadanos una Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria. Dispondremos as¨ª... de los instrumentos necesarios para realizar un desarrollo duradero y garante de la buena armon¨ªa entre lo econ¨®mico y lo monetario, lo pol¨ªtico y lo social".
La necesidad de recuperar la confianza de los ciudadanos es la base para que el camino de la UEM no devenga en una especie de absolutismo ilustrado protagonizado s¨®lo por los t¨¦cnicos. El mismo d¨ªa que Delors publicaba su art¨ªculo en EL PA?S (el pasado viernes), un miembro del consejo monetario del Banco de Francia demandaba en Le Monde la incorporaci¨®n de un sexto criterio de convergencia -el del desempleo- al Tratado, con el mismo fin: que los pueblos crean en Europa y est¨¦n dispuestos a movilizarse por su porvenir.
En este contexto, el papel del futuro Banco Central Europeo y sus caracter¨ªsticas de independencia frente al poder pol¨ªtico est¨¢ en el centro de la porf¨ªa. ?ste no es un asunto estrictamente econ¨®mico, sino que afecta a la esencia del sistema democr¨¢tico: ?Qui¨¦n dispondr¨¢ en ¨²ltima instancia de la llave de la pol¨ªtica monetaria, que durante los ¨²ltimos tiempos ha sido la m¨¢s importante pol¨ªtica econ¨®mica que se ha aplicado, los electos o los nombrados? Para valorar las respuestas a este interrogante disponemos ahora de una nueva herramienta: la publicaci¨®n en Espa?a del libro Bancos Centrales, (Biblioteca de Econom¨ªa y Finanzas, de la Escuela de Finanzas Aplicadas), de Marjorie Deane (editorialista jefe de The Economist) y Robert Pringle (editor de Central Banking Publications). El pr¨®logo de este libro lo escribe Paul Volcker, el antiguo responsable de la Reserva Federal norteamericana, a cuya acci¨®n muchos atribuyen la bonanza de la que hoy se, beneficia la macroeconom¨ªa de ese pa¨ªs.
Dice Volcker que su objetivo es moderar el sentimiento de entusiasmo, poner el ¨¦nfasis en los l¨ªmites naturales e inevitables que se imponen a unos bancos centrales que act¨²an para alcanzar el objetivo de la estabilidad; en definitiva, recordarles a los propios responsables de los bancos centrales aquello sobre lo que ellos acostumbran a prevenir a los dem¨¢s: los excesos de celo y de confianza. "Entre otras cosas, me vi a mi mismo record¨¢ndoles a mis colegas que la historia proporcionaba escaso apoyo a la sencilla afirmaci¨®n de que la creaci¨®n de un banco central, por s¨ª misma, aportase garant¨ªas contra la inflaci¨®n... Es un hecho inquietante el que la preponderancia de los bancos centrales en este siglo haya coincidido con una tendencia general hacia una mayor inflaci¨®n, y no lo contrario". El libro en cuesti¨®n, que describe por qu¨¦ los bancos centrales son objeto de culto, puede ampliar este debate.
?Cu¨¢ndo la intervenci¨®n de los l¨ªderes espa?oles? ?Son ¨¦stos ¨¢graf¨®s?
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